—¡Caramelos!
En el momento en que entramos a la tienda, tuve que soportar el doble ruido de agudos trinos y pensamientos aún más fuertes enviados a mi cerebro. Rápidamente sostuve a Jade para prevenir que el pajarillo volara por toda la tienda.
—Cálmate —pellizqué las mejillas del ave que puchereaba—, ni siquiera sabía que un pájaro podía pucherear. Te llevaré a ver todo, pero solo puedes elegir una cosa, así que elige con cuidado.
—¿Qué? ¿Solo uno? ¿Por qué?
—Porque iremos a otras tiendas de caramelos la próxima semana, y allí podrás elegir otro —expliqué mientras me acercaba al estante más cercano—. Vamos a elegir algo para Zia también.
—¿Y para Morenito?
—Mm, vamos a comprar algo para todos.
—¿Y para Pesadilla?
Alcé una ceja y miré al pajarillo, inclinando mi cabeza sorprendido.
—¿Quieres comprar algo para Natha?
—Po...porque Pesadilla le dio a Jade gelatina...
¡Ay, Dios mío—qué tierno es mi bebé! Me reí y acaricié la cabecita verde.