Parpadeé ante sus palabras y me rascó la mejilla. Si bien era cierto que estaba más llena, había estado moviendo mucho mi cuerpo durante los combates ocasionales, por lo que no solo era grasa, sino músculo lo que este cuerpo recuperó. Así que no estaba gorda per se, solo notablemente más redondeada que antes.
—Bueno, sí, sé que no estoy gorda... solo que
—Sí, entiendo, eso no es lo que quise decir —Zia cortó mis palabras al instante.
Incliné mi cabeza, confundida. —¿Entonces?
—Olvidalo —ella movió su mano para descartar el tema. Pero como seguí mirándola con curiosidad—ya que no había nada que pudiera hacer mientras las costureras trabajaban—ella mordió sus labios y abrió su boca de nuevo. —¿Recuerdas cómo te veías en aquel entonces, Val? ¿Cuando acababas de llegar a la torre?
—Uh-huh —asentí en respuesta, y la que estaba en medio de comparar algunas gemas con mi cabello sostuvo mi cabeza en su lugar inmediatamente. —Ehh... ¿Por qué?