—Yo... Yo solo me preguntaba por qué no has venido... —dije. Era más embarazoso de lo que pensaba. No por querer verlo, sino porque algo así tuviera que ser transmitido a través de un dispositivo de comunicación militar.
Quiero decir, no había nada urgente en preocuparme por si estaba enojado conmigo o no.
Me resultaba tan vergonzoso ver su sonrisa sutil, y aún más porque no podía mover la cabeza para evitar su mirada, aún inmovilizada por su mano acariciadora.
—No pensé que te molestaría tanto mi calendario de visitas —su sonrisa se ensanchó aún más con el creciente calor en mi rostro—. Me aseguraré de mantenerte actualizada constantemente desde ahora.