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El bar aún estaba ruidoso.
Los invitados aún estaban bebiendo.
Hombres y mujeres aún se mecían en la pista de baile.
El sonido de la botella de vino al romperse no fue suficiente para atraer la atención del público, y nadie miró hacia allí.
Gotas-gotas-gotas-
era el sonido del vino derramándose del borde de la mesa al suelo.
¡No había sonrisa en la cara de Rick, y sus hermanos se quedaron helados!
Vicky estaba aún más atónita.
Ella no había terminado de hablar aún.
¿Por qué el arma afilada golpeó la aorta de su cuello?
No lo vio para nada.
¡Tenía miedo!
—Kendall, tú, ¿qué quieres? —La voz de Vicky temblaba.
—Quiero educarte por tus padres —dijo Kendall ligeramente.
—Primero, soy una invitada a la que convocó la esposa de tu padre. No importa de dónde vengo, por favor presta atención a tus modales.
