La que manchó la falda de Jenny fue una chica de su edad con el pelo rizado.
La chica llevaba un vestido rojo, tenía el pecho bien desarrollado, el rostro muy maquillado, y lucía bien.
Con una copa vacía de vino tinto en su mano, dijo —Lo siento—, pero se cruzó de brazos sobre su pecho, con la cabeza ligeramente inclinada, y las comisuras de sus labios levantadas, sin mostrar ninguna disculpa.
Muchas personas alrededor miraban con ojos curiosos y observadores.
Jenny apretó el cuenco de porcelana con gachas y dijo con un tono aguantador —Está bien.
Después de decir eso, estaba a punto de darse la vuelta para irse, pero la chica de pelo rizado la detuvo de nuevo.
La chica alzó la voz y preguntó —¿De verdad está bien o es fingido? No digas que está bien, y luego pienses en cómo conspirar contra mí en el futuro, ¿verdad? Sé que estás celosa porque saqué mejor nota que tú en el examen de ingreso a la universidad. Yo soy
segunda.
Hay más gente mirando el espectáculo.