Las puertas del ascensor se abren lentamente bajo la fuerza externa de Damien.
La Luz sigue la brecha entre las dos puertas y entra al interior del ascensor.
Al principio, solo había un resplandor de luz.
A medida que Damien continuaba ejerciendo fuerza, la brecha en la puerta se hacía más y más grande, y la luz se expandía cada vez más.
Eventualmente, la luz se apodera de todo el ascensor.
Kendall, que estaba acurrucada en la esquina del ascensor, también estaba envuelta en luz, que finalmente quedó impresa en los ojos de Damien.
Ella estaba sentada en el suelo, abrazaba sus rodillas y enterraba su cabeza en ellas, lo cual era un movimiento extremadamente inseguro.
—Kendall, sal —le llamó Damien, controlando lentamente su respiración acelerada.
Kendall no se movió ni un músculo.
—¿Kendall? —elevó su voz Damien, preocupación en sus oscuros ojos.
Ella permaneció inmóvil.
—¡Kendall! —entró en el ascensor Damien, se agachó frente a ella y la llamó.
Ella permaneció inmóvil.
