Furiosa, Kendall irrumpió en la plaza de la estación de autobuses de Rosemont, su enojo evidente en cada paso. La concurrida estación estaba viva con los sonidos de los estudiantes preparándose para su viaje, todos vestidos con uniformes de equipo para esta expedición. Entre la multitud, Alex, Vincent y otros la divisaron rápidamente y la saludaron con una mezcla de emoción y preocupación.
—¡Hey, Kendall, por aquí! —llamó Alex, haciéndole señas para que se acercara.
Kendall los reconoció con un asentimiento breve y se unió al grupo. Los cinco subieron al autobús, poniendo rumbo a Ciudad D. El viaje estuvo lleno de charlas y risas de los demás, pero Kendall se mantuvo mayormente en silencio, sus pensamientos ocupados con los eventos recientes.