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Chapter 34 - Cap34:Preparacion

Pío, pío, pío.

Las aves cantaron en las afueras de la casa, trayéndome de nuevo a la realidad. Ya no era el militar; ahora era un niño recuperando sus recuerdos para prepararse y cumplir el contrato dentro de unos tres años. Me levanté de mi cómoda cama para enfrentar la rutina del día a día. Me senté a comer mi comida recién hecha y miré el plato mientras pensaba en lo que me dijo el coronel:

—Igualmente morirán inocentes.

Eso era lo que yo quería evitar, pero no pude. Es más, ya había matado a varios que intentaron venir a la base para detenernos. Este pensamiento hacía que cada cucharada de mi comida se sintiera más agria, como si fuera el recuerdo de la sangre derramada por mis ideales. La única manera de que todo eso no fuera en vano sería haber ganado. Pero eso no eliminaba los crímenes cometidos. Con esa amargura en mi corazón terminé de comer y salí de la casa para comenzar a preparar mi barco, esperando alejar mis pensamientos de ese dolor.

—No se ve nada mal.

Miré un árbol que planeaba cortar y tomé el hacha para empezar. Di mi primer golpe con todas mis fuerzas, apoyándome en la magia de viento y la magia de vitalidad, con las cuales logré derribar el árbol.

—Es un buen corte. Intentemos empezar a hacer la barca.

Con el hacha, corté la madera en diferentes piezas, buscando que fueran rectas y de distintos tamaños. Sin embargo, al ser mi primera vez haciendo esto, las piezas quedaron deformes, sin mucha uniformidad.

—Tal vez debería intentar usar la magia de creación.

Con esa idea en mente, tomé las piezas de madera e intenté darles forma. Canalicé maná hacia mis manos mientras me enfocaba en eliminar lo innecesario para crear la barca. Mi maná fluía como un chorro de agua, pero me concentré para evitar desbordes y lo usé para depurar la madera, separando lo que no necesitaba. Fue un proceso que exigió mantenerme concentrado y canalizar maná de forma constante hasta terminar la primera tabla.

—Fue difícil. Nunca imaginé que me demoraría 30 minutos en hacer una sola tabla. Pero podría usar esto como parte del entrenamiento mágico.

Al final, todo lo que exigiera buen control de magia serviría como entrenamiento, al igual que todas mis acciones pasadas, las cuales buscaron el bien pero terminaron siendo tragedias para otros.

—Maldición, no debería pensar en eso.

Mi intento de desviar los pensamientos no fue tan efectivo como esperaba. Después de todo, volví al punto de partida de esta mañana. Intentar convencerme de que hice lo correcto sería igual que el coronel justificando la muerte de inocentes. Si quiero ser realmente mejor que él, ¿cuál sería el camino? Lograr el objetivo de paz posiblemente ya ocurrió, ¿pero eso limpiaba todo? No, por supuesto que no.

—Ah, sí, somos lo mismo.

Pensé en el idealista que fui al enfrentar ese mundo. Es increíble cómo avancé bajo esas dudas… y también despreciable. Viendo solo mis objetivos, como lo hizo mi enemigo, pasé por encima de las vidas de los demás con apenas remordimientos. Tener esas dudas y no responderlas adecuadamente era lo que generaba mi amargura. Tratando de quitarme ese dolor, me levanté para seguir haciendo tablas.

Corté más árboles y luego pensé en fabricar una herramienta para trabajar mejor la madera. Decidí hacer un serrucho. Me senté en el suelo e inicié con magia elemental de tierra, generando arcilla para moldearlo. Canalicé maná hacia mis manos y modelé la arcilla. Luego tomé un cuchillo para hacer los dientes de la sierra.

Tras varios minutos, el molde quedó listo. Apliqué magia de creación para generar el metal, moviéndolo lentamente para evitar imperfecciones. La parte más difícil fue formar los dientes de la sierra, lo que exigió máxima concentración en detalles pequeños. Al terminar, examiné mi obra.

—Quedó como el culo.

Sí, aquello lucía fatal. A pesar de todos mis esfuerzos, no conseguí que fuera uniforme. Ni siquiera usando un molde logré buenos resultados. Cuando estaba a punto de reforzarlo, noté algo:

—Mierda, también me quedé sin maná.

¿Mientras más concentración requiere algo, más maná consume? Tal vez. Pero ahora tenía un serrucho incompleto, feo y poco funcional.

—Al menos con una lija podré solucionarlo.

Dejé el serrucho en la mesa para repararlo al día siguiente y regresé a talar árboles. Sin magia, la tarea fue ardua. Golpeé durante horas hasta que un árbol cayó finalmente.

—¡PUM!

El sonido fue potente, un pequeño triunfo para mí. Sin embargo, comprendí algo obvio:

—La magia es demasiado conveniente.

Era increíblemente efectiva. Por eso era un recurso tan codiciado.

—¿Cómo puedo ser mejor que el coronel?

No confiaba en que solo alcanzar la paz fuera suficiente. Debía hacer algo más, mostrar que mis acciones eran más que violencia por un ideal.

—Duda de todo, hasta de ti mismo.

Fue lo que me dijo el sargento Edgar. Ahora tenía un propósito: dudar para que mis acciones fueran las mejores. Mi primer objetivo seguía siendo cumplir el contrato, pero también quería ser mejor que el ideal del coronel.

—Solo haré lo correcto. No justificaré nada y listo.

Debía dejar de buscar soluciones a temas sin respuesta, como quién tenía la razón entonces. El coronel y yo teníamos nuestras razones; de ahí nació el conflicto. Pero justificar nuestra violencia fue el error. Ningún ideal justifica la violencia.

Con ese entendimiento, me calmé y me dirigí a casa. Me di una ducha que eliminó el sudor y, tras cambiarme, dejé la ropa sucia para lavarla al día siguiente. Decidí enfocarme en saber dónde estaba.

Fui a la biblioteca y tomé libros de astronomía. Aunque tenía todo lo necesario, solo leía lo que me interesaba. Me senté a leer mientras caía la noche. Al encontrar información útil, salí de la casa y observé el cielo.

El cielo oscuro brillaba con cientos de estrellas. Traté de identificar alguna constelación, buscando la osa mayor o la cruz del sur para determinar en qué hemisferio estaba. Pero las estrellas eran tantas que entorpecían mi entendimiento. Pasaron horas y, al amanecer, aún no había logrado nada.

—Mierda, supongo que estoy en el hemisferio central.

Cansado por perder tanto tiempo, regresé a la casa. La luz natural iluminaba mi habitación. Usé una cobija para cubrir la ventana y dormí plácidamente.