Cansado por mi imprudente intento de hacer magia, me quedé mirando el techo de madera que me cubría del bosque exterior. Parece que solo usar magia en las cosas no las convierte en mágicas, aunque sí funcionen como un conductor, de la misma manera que cuando pones corriente a un cable. No se vuelve un elemento que genere electricidad, sino que transmite la electricidad. De la misma manera ocurre cuando fluye la magia. Con eso entendido y después de unos minutos, pude moverme, con despacio, sí, pero se podía, y logré subir las escaleras para entrar a mi habitación donde, como siempre, estaría durmiendo. Me acosté y me arropé, iniciando a soñar sobre quién fui en mi pasado, y como si me respondiera, me llevó a un sueño de ese entonces.
Estaba en la base científica, junto al pelotón, quienes estaban oyendo atentamente.
—Chicos, entonces ese será el plan —dije mientras me sentaba y tomaba algo de agua.
—Es un buen plan —mi antiguo sargento elogió mientras miraba el tablero donde había puesto un dibujo del mapa improvisado—. Pero, incluso si ganas, ¿estás listo para lo que se avecina?
Como un balde de agua fría golpeó mi cara aquellas palabras. Realmente no sabía lo que se vendría ni cómo me prepararía.
—Supongo que podrían intentar silenciarnos e intentar borrar toda la información, por eso Jonathan nos ayudará junto a los científicos para mantener la información de manera pública.
—Bueno, eso me lo imaginaba, pero después de eso, ¿qué podríamos hacer?
Finalmente golpeó donde no sabía qué hacer ni cómo avanzar.
—La verdad no lo sé —dije mientras miraba el suelo con mis ojos cerrados, intentando encontrar una posibilidad, y cuando la hallé, los abrí—. Pero tenemos dinero, mucho dinero.
Al final, esas misiones de acabar con narcotraficantes me sirvieron para generar mucho dinero, el cual no había gastado, junto con lo que había invertido. Al final tenía los elementos necesarios para tener posibilidades. Hay dinero para las inversiones que se puedan necesitar, tenemos las conexiones con el otro mundo y tenemos pruebas de que el gobierno ha mandado a realizar asesinatos de inocentes. Con todo eso, mínimo se puede hacer algo. Con eso entendido, di una sonrisa.
—No conozco el futuro, pero sé que hay posibilidad.
Ante mi respuesta, el antiguo sargento sonrió igual que yo, como si hubiera encontrado las mismas respuestas.
—Pues adelante, que inicie el plan.
Con eso en mente, tanto soldados como aquellos seres alados nos iniciamos a mover. Salimos de la base por ese extraño ascensor e iniciamos a dividirnos. Algunos irían completamente solos y otros irían acompañados, pero todos nos encontraríamos al final en el mismo sitio, solo que con diferentes rutas. Yo seguí una ruta recta durante unas horas, atravesando el suelo barroso y los árboles del bosque para llegar a la base. Una vez que inicié a ver la base militar, la observé a lo lejos, donde ahora debía esperar la llegada de los demás, así que me puse de espaldas con un árbol mientras miraba el cielo oscuro y estrellado esperando la señal para iniciar.
—Aquí, explosivos —salió del radio.
—Aquí, viento —respondí, y a medida que pasaba el tiempo, cada uno de nosotros llegaba a la posición deseada. Una vez que todos estuvieron en posición, hablé por el radio.
—Oye, Aire uno, ¿cuántos vigilan?
Pregunté mientras miraba las torres.
—Por cada torre parece haber un total de 3 vigilantes.
Justo como me esperaba, había más gente de lo normal, pero eso no debería impedirnos lograr el objetivo.
—¿Dónde están los guardias? ¿Hay cámaras?
Si los guardias estaban siendo vigilados, en caso de que ellos desaparecieran, sabrían que están bajo ataque y lanzarían las alarmas, lo que nos haría difícil el acceso.
—No hay cámaras.
Con ese alivio en mi corazón, di la siguiente pregunta.
—¿Cuál es el lado más débil?
—Hay 4 soldados en el sur, pero están todos cambiando de sitio.
Con eso entendido, inicié a considerar las posibilidades que tendríamos.
—¿Se tardan mucho?
—Unos 5 minutos.
Cinco minutos, era un margen pequeño, pero posible si queríamos lograr entrar.
—Inicia el plan.
Con eso dicho, miré a los guardias del sur, quienes cayeron dormidos en silencio sin tener la posibilidad de avisar. Luego de eso, fui recibido por el ser alado.
—Bien, es hora de proseguir con el plan.
—Entendido.
Y el ser alado se llevó un tubo de dardos a la boca y les dio a los demás soldados dejándolos dormidos. Con eso hecho, el ser me levantó para después moverme a la torre de vigilancia. Pronto, otros seres alados llevaron a otros tres soldados, quienes me acompañarían en nuestro objetivo. Una vez que llegaron, uno de nosotros se quedó e inició a realizar los nudos en los guardias, y yo salí rápidamente para capturar a los soldados, quienes quedaron dormidos con los dardos. Usé mi magia para moverme hasta el sitio, y una vez que llegué, puse dos soldados al hombro mientras usaba el viento para poder aguantar con el peso hasta que volviera a la torre, y mis hombres siguieron mi ejemplo, repitiendo lo mismo y tomando un soldado cada uno para luego entrar a la torre. Una vez que estuvieron dentro, iniciamos a amarrar lo más rápido que podíamos. Debíamos dormir al siguiente grupo para finalmente proceder con el objetivo principal.
—Aquí, Aire uno.
—¿Qué ocurre?
—Los soldados no están mirando hacia ustedes, pueden atacar.
Con la información que me dio el informante, me relajé porque no tendría que preocuparme sobre las cosas que ocurrían fuera de mis posibilidades.
—Duérmelos.
—Entendido.
Después de unos segundos, volvió a la radio.
—Hecho.
Con eso, salimos rápidamente y repetimos el proceso anterior, pero no haríamos esto toda la noche.
—Es hora de ir por el pez grande.
Con eso en mente, usé la radio.
—Continúen con el plan.
Y inicié a moverme con otro soldado del pelotón y un ser alado. Nos movimos con cuidado de no hacer ruido con tal de ir a la recámara del coronel. No fue difícil de ubicarla porque estaba al lado de su oficina, pero el problema sería entrar sin ser visto. Tal vez eso sería lo imposible si no estuviera aquel ser alado, quien me ayudaría a entrar.
—Bueno, alzáme.
Pedí, y en respuesta lo hizo. Me subió hasta la habitación donde estaba el coronel durmiendo, y usando un poco de magia de fuego, quemé la cerradura. Con magia de viento evité que entrara humo, luego abrí la ventana y entré al cuarto. Me quedé quieto mirándolo mientras el ser alado traía al otro soldado.
—Ve a la puerta.
Pedí mientras yo iba hacia el coronel, quien dormía como si nada hubiera sucedido, mientras yo tenía ojeras de no dormir.
—Coronel, es hora de dar la verdad.
Y ante mis palabras, abrió sus ojos e intentó levantarse, pero yo lo adelanté y le golpeé en el estómago, sacando el aire.
—Aquí, viento, tengo al objetivo.
Informé por la radio mientras el coronel se intentaba reincorporar mediante respiraciones profundas.
—¡Ahhh! ¡Ahhh! Así que viniste.
Y en cuanto me respondió, le apunté con una pistola.
—¿Qué esperabas? ¿Que me quedara ahí y sucediera el milagro?
—Pensé que entenderías que debías apoyarnos, pero has decidido traicionarnos, a nosotros, a tu país.
—Claro, claro, y de paso quedarme para asesinar inocentes como niños.
—¿Es necesario?
—¿¿¿Necesario??? —Decidí ir y levantarlo contra la pared—. ¿Dónde está la puta necesidad de asesinar inocentes?
—Si es por el bien del país, se ha de hacer.
Enojado, le puse el arma en su cara.
—No, eso no.
—Oh, claro que se debe hacer. Si no, hubiera sido imposible esas misiones.
Recordé cómo fueron aquellas misiones. El pelotón siempre logró superar misiones que antes eran imposibles, e incluso lo que estábamos haciendo se consideraría un gran logro, todo gracias a la magia.
—¿Pero matar inocentes? ¿Te parece bien?
Con un suspiro, me miró y, como si nada malo estuviera pasando, habló.
—Sí, un país vale más que una familia, y así siempre ha sido.
Incapaz de aguantar más esta ridícula discusión, me disponía a apretar el gatillo.
—No lo hagas.
Poniendo su mano en mi arma, el ser alado me detuvo.
—¿Eres idiota? ¿Sabes quién es él? ¿Sabes qué cosas ha permitido? Él es la razón de la muerte de esos inocentes y lo intenta hacer pasar por algo bueno.
—Sí, comprendo eso, pero recuerda la razón por la que evitamos matar a la gente durante este ataque. No podremos justificar los asesinatos, debemos ser mejores.
Era duro, porque tenía la razón. Si solo intentáramos defendernos, podríamos justificar la muerte de alguien, pero literal, estábamos tomando el sitio a la fuerza.
—Está bien, proseguiremos con el plan.
Con eso, el ser alado tomó las manos del coronel y las puso en la espalda. Luego, por medio de magia, inició a crear un marco de acero grueso con tal de que no pueda zafarse ni con la magia.
—Ya lo tenemos.
—Vamos.
Salimos y entramos a la oficina del coronel, donde prendimos la computadora. Ahí revisé los archivos importantes para luego copiarlos en una USB.
—Aquí, explosivos.
Sonó la radio, lo que hizo que el coronel le perdiera el color.
—¿Explosivos? ¿Qué carajos?
Sí, teníamos un equipo de explosivos preparándose para algo más grande.
—Coronel, no solo vamos a tomar los datos, sino que tomaremos la base.
—¡Idiota! Eso es terrorismo.
—Diría que estás en lo cierto, pero usted mandó a asesinar de manera indiscriminada, y en cambio, nosotros sí estaremos dispuestos a negociar. No somos lo mismo.