Conforme me movía en mi cama, volvía poco a poco a la realidad de mi día. Abrí los ojos para encontrarme en aquella habitación donde descansaba.
—Ahhh.
Me estiré mientras recordaba lo sucedido la noche anterior.
—Ser líder es difícil. Ojalá no tenga que tomar decisiones similares otra vez.
Recordé cómo casi desfiguraba la cara de un soldado para obtener información. No quisiera repetir algo así, pero mi vida nunca fue fácil, y seguramente me meteré en más problemas en el futuro.
—Bueno, eso ya es pasado. Hoy toca trabajar en el huerto.
Me levanté de la cama como de costumbre, desayuné y salí de mi casa.
—Ummm... Ahhhh.
Inhalé y exhalé profundamente el aire del entorno. Los altos árboles que me rodeaban me hacían sentir pequeño. En sus copas, distintos pájaros cantaban para sí mismos mientras yo observaba el árbol que había plantado.
—Mientras sigas creciendo, en algún momento tendré una dieta más balanceada.
Me acerqué al árbol, que comenzaba a mostrar sus primeras flores. Usé mi magia elemental para generar abono y nutrirlo. Sentí cómo el mana abandonaba mi cuerpo, siendo absorbido por el árbol. Pronto, las flores crecieron, más grandes y abundantes que antes.
—Supongo que sería mucho pedir que ya diera frutos, pero al menos sigue creciendo.
Sonreí, sabiendo que algún día daría frutos. Mientras tanto, necesitaba buscar otros alimentos, así que me adentré en el bosque. La luz apenas penetraba el espeso follaje.
—Pum, pum.
Mis pasos resonaban mientras pisaba hojas, ramas y pasto. Observaba el entorno, buscando algo para complementar mi dieta.
—Esto me servirá.
Tomé una manzana cercana y la mordí.
—Sabe bien.
No me quejaba de mi comida habitual, pero siempre era bueno variar. Mientras avanzaba, vi un árbol caído y recordé algo del pasado.
—Ya no está el oso aquí, pero aprendí algo.
Miré el árbol caído.
—Solo fue una piedra, pero fue más efectiva que mis balas.
Mi pistola funcionaba con magia elemental de viento, que impulsaba las balas, pero no era comparable a un arma real.
—Supongo que esto es porque le falta pólvora.
Me llevé la mano a la cara, tratando de ocultar mi pena.
—Y no sé cómo hacerla... Ahh. Bueno, al menos podré usar la piedra.
Tomé la onda que había usado el día anterior y coloqué una piedra en ella.
—Es momento de practicar.
Decidí no usar magia en esta práctica, enfocándome en dominar el movimiento para mejorar mi precisión.
—Aquí vamos.
Comencé a girar la piedra en la onda, aumentando gradualmente la velocidad. El viento zumbaba cada vez más rápido.
—Ahora viene la prueba real.
Moví mi brazo y parte de mi cuerpo, extendiendo la onda hacia atrás antes de lanzarla con toda mi fuerza.
—¡Crack!
La piedra salió disparada e impactó contra un árbol.
—Tiene potencia, pero esto es vergonzoso.
Miré el árbol golpeado: estaba a tres árboles de distancia de mi objetivo, y yo estaba a solo cinco metros de él.
—Sí, esto requiere mucha práctica.
Repetí el proceso unas quince veces hasta finalmente acertar.
—Solo cinco metros y tardé quince intentos...
Apreté la onda y tomé más distancia, decidido a seguir practicando.
—Debo prepararme como sea para lo que venga.
Pasaron varias horas mientras lanzaba piedras.
—Siento que apenas progreso, pero cualquier avance es útil.
Finalmente regresé a casa, aunque no entré de inmediato.
—Es hora de entrenar mis piernas. No lo hice antes porque estaban heridas.
Decidí trotar cerca de casa, pero esta vez agregué un desafío adicional.
—Esto será suficiente peso.
Me coloqué un lastre de unos 24 kilogramos y comencé a moverme.
—Un, dos, un, dos.
Corría como si aún estuviera en el ejército, rememorando el pasado.
—En un día como este, nos metieron en ese mundo tan distinto.
Ese portal nos llevó a un lugar mágico con un recurso inimaginable: la magia. Pero también desató una guerra.
—Me pregunto qué debería hacer cuando salga a conocer el mundo.
Han pasado al menos 80 años desde que firmé aquel contrato, y apenas entiendo sus implicaciones.
—Bueno, ya decidí investigar sobre Jonathan, pero debe haber más.
Pensé en cómo suelo actuar impulsivamente, siguiendo mi primera idea sin considerar alternativas.
—Al menos tengo tiempo para reflexionar y no cometer errores.
Sonreí ante mis palabras, aunque una duda persistía.
—¿Serán suficientes tres años para prepararme?
No lo sabía, pero el mundo probablemente contaba con mejores armas que antes, y necesitaba estar listo.
—¿Y si hago una espada mágica?
La idea me hizo sonreír.
—Sí, debo intentarlo.
Cuando terminé de trotar, dejé el peso en el suelo y comencé a idear mi arma.
—¿Qué arma debería hacer?
Con manos temblorosas, empecé a dibujar un diseño.
—Tengo un revólver y una onda que usé como látigo. Tal vez algo simple, como una daga, sería buena idea.
Con esa idea, tracé un diseño usando una regla.
—Esperaba que fuera más estético.
Observé mi primer dibujo, un desastre. Decidí usar un cuchillo de cocina como base y modificarlo.
—Esto se ve mejor.
Me gustó el segundo boceto, así que comencé a darle forma con mi magia de creación. Una vez lista la hoja, usé más magia para fortalecer el metal. Luego, hice un mango con madera y lo fijé al cuchillo.
—Se mueve más de lo esperado, pero servirá. Ahora, ¿cómo lo hago mágico?
Intenté infundir magia en el cuchillo, usando hechizos repetidamente.
—Ah... Ah...
Finalmente caí exhausto al suelo, sin magia restante.
—Mierda... No sirvió. Supongo que algo estoy haciendo mal.