—¿Estás segura de esto?, nadie te va a socorrer allí fuera — Echo se encuentra cerca de las puertas de la aldea junto a Kanya, esta última recibiendo las mantas, provisiones, y un mapa cual esta agarra; sus ojos destilan una determinación implacable — Lo se, pero necesito hacer esto, aquí solo me siento un estorbo. Mery puede atender a los enfermos, tu eres el protector de esta aldea de Hilichurls, y yo... agh, gracias por contarme más sobre mi maestra, señor Echo, adiós.
—Adiós Kanya, que la sabia Esheira te guie por buen camino —Su voz profunda refleja la seriedad con la cual despide a quien considera su familia, sin embargo, se limita a observar como la figura de la joven desaparece, al entrar en el interior del bosque.
El día cual parecía soleado poco a poco es reemplazado por nubes negras, la muchacha levanta la palma de su mano sintiendo las chispas de agua, esto consigue una sonrisa pequeña en ella que sigue caminando; observando a las liebres esconderse en sus madrigueras, como los venados ocultándose de la lluvia bajo la sombra de los árboles.
Sus botas golpeando el lodo cual salpica en las mismas, su mirada enfocada en el frente tras recordar el camino gracias al ojo que le pego al mapa antes de partir. Levantando la mirada al escuchar como algo sobrevolaba el cielo, para ver a un ave de gran tamaño carga en sus garras una vaca, una chispa se enciende en los ojos de la súcubo quien sin pensárselo dos veces flexiona sus rodillas.
Sus pies se desprenden del suelo en un salto, llegando a la rama de un árbol para saltar hacia otro rápidamente llegando al costado derecho del pájaro, retrae su pierna derecha y en un solo instante golpea, la potencia detrás de aquel ataque fue ridícula.
Esta cae sobre una de las ramas de pie, saltando hacia la tierra extendiendo sus brazos hacia arriba como parándose firme, sus manos agarran el vientre del animal sujetándolo antes de dejarlo sobre la tierra húmeda, sus manos se posan sobre las heridas superficiales de la criatura para tratarlas, con un aura blanca con ciertos tonos verdosos emanando de estas; amarrando el cuello del animal con una soga, lista para continuar su camino, no obstante, se detiene al escuchar unos gruñidos provenientes del norte.
Al levantar la vista ve a una jauría de lobos acechadores, estos gruñen acercándose lentamente ganándose una sonrisa por parte de Kanya, quien baja su bolso para sacar un machete cuyo filo resplandece ligeramente. Abalanzándose al ataque sin siquiera dudar cual carácter de una guerrera, o un monstruo deseoso de lucha infinito.
—"Debo ir a la capital para enfrentar al jefe, y parar esta guerra sin sentido, pero... mi maestra nunca huiría de un enfrentamiento, y menos si es para calentar un poco."
Leyenda de la criatura indomable
Se puede visualizar como Mei golpea unos muñecos de madera, sus nudillos conectando con fuerza y precisión, estos presentan un color rosado casi rojo al esta encontrarse golpeando sin detenerse, volteando rápida casi encajando un puño en su hermano quien agarro el puñetazo a tiempo.
—Deberías hablar antes de acercarte, Kaito —La azabache retrae el brazo, y lo suelta mostrándose relajada enfrente del peli rojo, último que realiza lo mismo dejando escapar un suspiro profundo, notando como la mirada de su hermana es penetrante cual cuchillo afilado —Lo hice, pero parecía como hablar con una pared, no es por meterme en tus asuntos hermana, sin embargo, respóndeme, ¿Porqué has cambiado?.
—Si solo vienes para hablar, mejor ahórrate las palabras y entrena —Su atención se retorna hacia el muñeco, preparada para asestar un puñetazo con su izquierda, sin embargo, de sus labios se escapa saliva mientras su cabeza se torna hacia la izquierda y en un solo segundo regresa su cabeza a mirar hacia delante, mirando de reojo el rostro de su hermano quien retrae su brazo sin evitar poder temblar ligeramente; consciente de que la golpeo como asustado de ver una reacción fría de la misma —Gulp, Mei, si te gano ahora mismo, me dirás porque actúas así.
El verla ponerse de frente a él confirma que acepta la batalla, reduciendo las distancias con una cachetada hacia la mejilla, último quien levanta su antebrazo protegiéndose del golpe, pero el dolor se hace presente en un instante haciéndolo apretar los dientes. Levantando rápida su rodilla impacta el abdomen del contrario con tal letalidad, cual lo hace escupir sangre de su boca.
Las palmas de sus manos abiertas chocan contra la cintura, este muerde su labio inferior con fiereza ignorando el dolor intenso, respondiendo con un gancho a la quijada cual conecta, pero se ve forzado a retroceder al percibir la patada a su costado derecho de la cintura; permaneciendo de pie en signo de su resistencia heredada, alzando su antebrazo derecho con un puñetazo rápido.
Los puños de ambos hermanos conectan, seguido de una patada cual el menor bloquea a tiempo, su pierna derecha desgonzándose al ser empujada con fuerza por el pie de su hermana, que sin problema se colocaría detrás de este.
Sin equilibrio alguno en su oponente esta presiona con fuerza la parte trasera del cuello del muchacho, manteniéndolo incapaz de defenderse baja su puño con su objetivo el costado derecho de su cabeza, deteniéndose a solo centímetros de tocarlo.
Mei no tendría problema en ponerse de pie firmemente, de forma que vuelve a caminar hacia el muñeco de madera, mientras su hermano se encuentra paralizado por estar a solo instantes de la muerte, sin embargo, se levanta sin darle importancia a que mojo los pantalones.
—Madre, espera demasiado de mi, no puedo decepcionarla; ser fuerte es lo único que me importa ahora, si no sigues mi ideal solo vete —Kaito mira hacia otro lado evitando la mirada de su hermana mayor, pero retorna su atención a esta acercándose observando como esta golpea, con él agarrando su antebrazo impidiéndole retraerlo y continuar con su entrenamiento —Mientes, si hay más cosas importantes en tu vida, como tus hermanos, podrías haberme matado y no lo hiciste. Tu no eres una bestia, tu eres mi hermana.
Esta se mantiene en silencio mostrando que él esta en lo correcto, con el chico de cabellera carmesí retrayendo su mano, para sentir como esta le envuelve en un abrazo entre hermanos; siendo correspondida por el de piel blanca rápidamente.
El ser una nación gracias al deseo de la bestia Yunko, quien obtendría el liderazgo de la misma sin discusión alguna, con su conyugue siendo el rey y ella la reina junto a sus hijos los príncipes o herederos al trono, y con ello vendría la obligación de expandirse al tener en manos una nación entera. Los barcos zarpan hacia lo desconocido dirigidos por hábiles comandantes, así mismo como generales y guerreros que se lanzan hacia la mar en busca de batalla.
En un barco grande donde hay varias marineras con un físico atlético, se disponen a maniobrar aquel nave cual es dirigida por una capitán, quien comanda en dirección hacia lo que supuestamente será otro continente. Entre quienes abordan el barco se encuentra la primogénita de la bestia, sentada con las piernas cruzadas sobre la cubierta en una aparente sesión de meditación.
—Lo siento por interrumpir tu sueño, pero si solo vas a estar así sin hacer nada, por lo menos habla conmigo. ¿Qué trae tu corazón al mar, hija de la bestia? —La capitana cual usa una bata negra, como un sombrero del mismo color con líneas carmesí cuales denotan su verdadera naturaleza, con unos pantalones grises y botas de cuero oscuras. Su melena con el color de la misma noche, mirando a la joven mujer desde el timón del barco, observando como los ojos de la fémina en cuestión se abren.
—Es simple, accedí a viajar para encontrar oponentes de mi talla, todavía no estoy lista para domar a la bestia. Y ciertamente tengo las expectativas altas si te soy sincera, capitán Lacna —Poniéndose de pie con su figura musculada fácil de ser apreciada a pesar de la ropa holgada, esto despertando cierto interés en las demás féminas a bordo. Sin embargo, ninguna atreviéndose a intervenir en esa conversación.
—Jaja, ciertamente eres digna de ser la princesa de nuestra nación, sin embargo tengo una pregunta, ¿Cómo has lidiado con tus impulsos sexuales?, o acaso una señorita como tu no sabe de eso —Lacna sonríe ya divertida por aquella pregunta tan personal, cual ni siquiera consigue un sonrojo o algún signo de estar avergonzada, solo viéndola avanzar hacia el timón deteniéndose a solo unos metros de la capitana.
—Lo único que eh hecho a partir de los 12 años es entrenar, el pensamiento de tener algo con otra persona nunca cruzo mi mente, y si alguien intenta algo conmigo... besará mis nudillos —Una sonrisa algo maliciosa se forma en sus labios, Mei levantaría su puño derecho cual tiene apretado con fuerza junto su antebrazo, notándose las venas alrededor de su brazo bien formado en cuanto fuerza bruta y musculatura —Eres virgen ya veo, entonces eres la primera virgen cual respetaré en toda mi vida, jajaja.
—Me agradas, hice bien en tomar este barco para partir, dime capitán ¿aceptarías hacer un torneo aquí mismo?, quiero calentar un poco antes de pisar tierra firme, la única regla es... nada de armas —De un salto vuelve a estar de pie en el centro de la cubierta, de un bolso cual carga en su espalda saca unas vendas blancas que coloca en sus muñecas y cerca de su tobillo, apartando este con su pie fácilmente. Sus manos descansando sobre su cintura, mirando hacia las féminas como a la misma Lacna —Puede añadir sus reglas si desea, después de todo es la dueña del barco.
—Mis reglas serán, nada de habilidades elementales, ni matar al oponente, y cuidado con dañar el barco o los lanzo al mar sin pensar. Quien quiera enfrentarla puede hacerlo ahora mismo, por mi no hay problema —Ajustándose el sombrero sobre su cabeza, la capitana torna su atención hacia el frente con las manos ya sobre el timón del barco, sin embargo, mira de reojo curiosa de esta cadena de combates que sucederán o no.
Una muchacha rubia se acerca caminando lentamente con una mirada seria plasmada en su rostro, parándose firme a solo unos metros de la contraria quien le observa con una sonrisa divertida; comenzando a quitarse la ropa con sus manos, quedando al descubierto sus pechos algo pequeños debido a su edad juvenil.
Su figura es delgada pero presenta cierta musculatura, junto a su vagina que esta al descubierto como lo parecen sus deseos en ese momento, esto llamando la atención de las presentes, con la joven morena señalando con el dedo a la mujer quien quiere desafiar.
—Quiero retarte Mei Takanashi, se que probablemente no llegue a ser un buen rival, pero no pienso dejar escapar esta oportunidad, ¡Yo, Izumi Ishikawa, pienso derrotarte! —Levanta las manos con estas al nivel de su cara, sus pies alejados un poco para así pararse firme sobre la madera, observando como la princesa se quita las prendas sin problema alguno. Su altura como músculo la hacen ver como alguien imponente, a pesar de estar con sus partes íntimas al aire —Acepto tu reto, joven Izumi, solo te aconsejo ir con todo o acabarás con los huesos rotos.
Ambas se miran fijamente con las espectadoras pareciendo incrédulas de la diferencia en altura, siendo que Mei parecía de 1,91 cm y Izumi de unos 1,64, admirando la valentía que reside en ese cuerpecito. Con la muchacha saltando hacia delante con una velocidad distintiva de una guerrera, su palma izquierda conectando con el abdomen, seguida de la derecha a la quijada en tan solo un instante para reaccionar con un rodillazo al vientre.
Los ojos de la rubia abriéndose en grande retrocediendo sin pensarlo, observando junto al resto como algo de sangre emerge de los labios de la azabache, quien a pesar del dolor recibido se mantiene de pie sin retroceder un solo centímetro, con una sonrisa esta se limpia al frotar el dorso de su mano sobre su boca.
—Nada mal, eso dolió, ¿Porqué tienes miedo?, alégrate tienes posibilidades de derrotarme, ¡maldita sea, ven y pelea hija de perra! —El grito de Mei consigue sacarle del estupor a Izumi, quien gruñe al ya encontrarse enojada avanza acercándose a solo 2 metros de su oponente, con sus ojos cuales toman nota de la piel enrojecida como la sangre sobre el suelo, volviéndose hacia aquella sonrisa pequeña que parece alegre en lugar de arrogante —No necesitas pedirme eso criatura indomable, y ya de por si es un peligro pelear contra ti en cuerpo a cuerpo, pero aquí estoy yo tratando de mostrar lo contrario.
Las palabras se desvanecieron en un segundo al esta acortar en unos parpadeos la distancia entre ellas, embistiendo salvaje y brutal como un toro embravecido, golpeando de frente sin miedo alguno intenta tomarla contra el suelo; sin embargo, fue como si hubiese cargado contra un árbol que no cedía contra el piso, retrocediendo algunos centímetros parándose fuerte en respuesta a la potencia detrás de los ataques vivos de la muchacha.
La princesa no tiene reparo en envolverla con sus brazos presionando sus cuerpos en un abrazo letal, escapándose quejidos como gruñidos por la contraria quien forcejea, como golpea los costados de su cintura desesperada por liberarse, con su cara enterrada en los pechos de la primera que parece no importarle ello en lo absoluto.
Sus rodillas se flexionan antes de realizar un salto alto, moviéndose sin problema alguno para así caer en picada soltando en el momento a la chica que tenía atrapada a su cuerpo, la rubia mantiene la cordura en ese preciso momento con la palma de su mano derecha tocando el suelo y cargando con el peso de su cuerpo antes de recomponerse rápidamente, levantando la vista para ver como su oponente esta enfrente con un gancho a su mentón.
El tiempo demasiado corto para defenderse de tal ataque, recibiendo de lleno tal golpe que parece definir el final para las demás, cuales observan el cuerpo de la joven elevándose para caer contra el piso de la cubierta. Los ojos de esta se encuentran cerrados, algo de sangre sobre sus labios al experimentar la fuerza bruta de la peli negra, pero para sorpresa de las presentes vuelve a ponerse de pie.
Sin una palabra dicha carga hacia su rival en batalla sin siquiera molestarse en ver, ganándose la atención de la tripulación como de su capitana y contrincante al comenzar a correr por una de las paredes, deteniéndose por solo un instante impulsándose en un salto ganando una velocidad abrumadora.
Asestando un derechazo a la mejilla de gran potencia, la mujer se ve empujada ante tal expresión de fuerza que experimento su cuerpo, deteniéndose con los pies bien puestos antes de caer fuera del barco; frotándose la mejilla mientras ve como la muchacha se desploma contra el piso.
—¡Traten sus heridas y déjenla descansar! —Ante las ordenes de la capitana una fémina se apresura a cargarla, mientras baja hacia la cubierta del barco dirigiéndose a Mei quien esta sentada agarrando su ropa, los músculos de su espalda muestran la ligera forma del rostro de un dragón. Aquello la toma por desprevenida, pero se limita a no pensar en ello —Ese fue un buen combate, aunque me preocupaba un poco la nave y más el bienestar de esa tripulante. ¿Todavía quieres pelear?.
—No, me siento satisfecha, Izumi tiene potencial, asegúrate de entrenar bien a tus tripulantes, no es una orden es un consejo capitana Lacna —Su voz resulta calmada y ligeramente seria en ese momento, ya con su pantalón gris, como brasier negro junto a camisa roja con estampados de mariposas, sus botas similares a las de la capitana. Esta se mueve hacia el timón para sentarse en el suelo admirando el cielo —Este enfrentamiento solo me hace más deseosa de pelear, ¿y tú que sientes?.
—¿Yo?, solo deseo encontrar que hay más allá del mar, si habrá una civilización más como dicen las magas de la academia de brujas con el cual nuestra nación es aliada, y quizás encontrar un buen hombre por el camino —Lacna la capitana de aquel navío se encoge de hombros, tomando el timón nuevamente dirigiendo el barco hacia donde cree hay tierra firme, con un mapa dado por sus aliados quienes manipulan la magia.
Actualidad o Leyenda de la demonio de la brutalidad
Con un tajo rápido vertical corta el hocico de uno de ellos, con la sangre empapando ligeramente su machete que rápidamente realiza otro tajo en contra de otro el líquido rojo empapándola; alzando su pierna como empujando su pie golpeando de lleno la cabeza de una de las bestias.
—Jajaja, ¡esto es emocionante! —Salta alto antes de ser golpeada por las mandíbulas de dos de los lobos, sus puños conectando con el lomo de los mismos al caer en picada cual halcón cargando hacia su presa, estampándolos contra el lodo y levantarse al escuchar un rugido proveniente del bosque, observando como los restantes huyen atemorizados por tal grito —¿Me pregunto que criatura hará ese rugido?, lo sabré cuando deba, por ahora debo seguir caminando.
Con la vaca siguiéndole al esta tomar la soga, sigue caminando sin dejarse perder en aquel camino; viendo a la lejanía como una muchacha corre hacia ella desesperada al ser perseguida por una titanoboa, última que abre su boca y embiste para engullir a la joven cual es empujada por la súcubo.
Parándose fuerte con sus piernas ligeramente abiertas como sus rodillas flexionadas, su mano izquierda embiste hacia arriba con la derecha hacia abajo, los músculos en sus brazos tensándose al estar forzados a desatar su fuerza para no ceder ante la fuerza bruta de la mandíbula del enemigo, aprieta los dientes desatando un grito seguido de un tirón con el cual disloca la mandíbula de la criatura que cae moviéndose todavía viva.
Al levantar su mirada hacia la chica esta le arroja el machete, que agarra con su mano derecha cual empuñado con sus dos manos, penetra la cabeza de la víbora gigantesca notando como algo de sangre tiñe el arma; al ver como el animal ya no sigue vivo con un simple tajo corta la cabeza, acercándose hacia la contraria quien esta cerca de su bolso.
—Me llamo Kanya Himori, y estoy en camino hacia la aldea Bourou, ¿y, tu eres? —Los ojos dorados de la demonio se fijan en los de ella, a la vez que guarda la cabeza en el bolso cual vuelve a cargar en su espalda, tras haber guardado su machete volviendo a caminar seguida de la chica quien sostiene la soga cual guía a la vaca —Y-yo, pues, soy kazuki ishikawa, una ave se llevo a una de nuestras vacas, y fui necia al seguirla... gracias por protegerme con la víbora. Y eres la primera demonio que veo en carne y hueso, muchos creían a los demonios extintos en Inazuma, desde la desaparición de la leyenda carmesí, ¿estas tu relacionado con él?.
—Estas hablando con la descendiente directa de esa leyenda, en fin camina que no tenemos todo el día Kazuki —Su tono es algo demandante, pero no enojado eso se puede saber al ver su pequeña sonrisa, la azabache cual porta una camisa holgada marrón, junto a un pantalón blanco se limita a asentir sonriente siguiéndole el paso con total confianza —Te creo, solo la hija de tal leyenda podría derrotar a un monstruo con facilidad, me gustaría recompensarte con una cena en mi casa, es lo mínimo que puedo hacer, jeje.