Hoy se suponía que iba a ser un jueves común como cualquier otro. En retrospectiva, debí adivinar que algo andaba mal desde el momento que desperté.
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'¿Por qué esto no puede ser un sueño?', pensé con rastros de apatía entretanto recuperaba el aliento y miraba pasar las rocas que conformaban los anillos de Saturno por la ventana en lo que me apoyaba ante el continuo zigzagueo de lo que ahora sabía era una nave espacial: "¡¡¡AAAAARRRGGGHHH!!!". Aúlle de repente perdiendo por poco el equilibrio tras sufrir otra de esas súbitas roturas que me habían estado hostigando desde que salí de la cama.
*¡BOOM!*
Por desgracia poco después la nave entera tembló por la onda expansiva de una de las rocas desintegradas por el ataque del buque de guerra que nos perseguía. "¡¡¡MALDITA SEA!!!", salí corriendo gritando nuevamente en línea recta en frenesí como un pollo sin cabeza cuando el buque empezó a disparar otra vez hacia nosotros sin escrúpulos: "¡¿Qué tienes en contra mío universo?! ¡Ni siquiera llevo zapatos puestos!". Corrí por mi vida como parecía ser la norma de las últimas horas entre tanto reclamaba sin parafernalias por los pasillos en lo que se podría describir como un desahogo del estrés.
*¡BOOM!*
*¡BOOM!*
*¡BOOM!*
Sin embargo, esta vez no hubo tanta suerte cuando uno de los proyectiles enemigos impactó y comprometió la integridad de la nave pulverizando una sección importante de la misma que ahora era succionada por el espació junto conmigo.
*Zip*
*Gulp*
Tragué con fuerza, pálido cuando caí en cuenta del sudor frío que me cubría por completo. Tentativamente observé mi espalda, desnuda, y seguidamente vi el trozo de tela blanca colgando de la puerta que oportunamente se había sellado: "Eso... estuvo demasiado cerca", dije, a casi nada de tener una taquicardia entretanto se acercaban más disparos a la nave.
'Corre...', fue como un susurro aquel pensamiento, pero cuando quise hacerle caso y moverme, mis extremidades parecían gelatina a punto de ceder por el furor.
*¡BOOM!*
'¡CORRE!', no obstante, esta vez mi cuerpo respondió y nuevamente me sumergí en el desenfreno por sobrevivir, ignorando el emblemático símbolo de reloj de arena verde plasmado en la superficie de la puerta. Únicamente pare cuando casi choque contra las puertas que se sellaron de par en par repentinamente al final del camino.
Entonces, arrinconado, un aura violeta me rodeo de pies a cabeza y enseguida ejerció fuerza sobre mí similar a una mano invisible gigante levantándome a casi un metro del suelo.
"Dime cómo entraste a esta nave y quién eres, o te aplastaré hasta hacerte una bola de carne", exigió y afirmó con firmeza una voz femenina raspada, semejante a una persona entrando a la tercera edad sintetizada por algún aparato: "¡Señora- si yo mismo lo supiera *Ugh* se lo diría para evitar que me mate!". Balbuce sin llegar a pensar demasiado cuando aquella aura aplicó más fuerza sobre mi cuerpo tronando múltiples articulaciones hasta dificultar la sola acción de respirar. Por fortuna aquella fuerza dejó de machacarme poco antes de hacerme pulpa como insinuó la mujer, no obstante, seguía inmutable en su agarre, e indefenso, fui movilizado en el aire sin resistencia o charlatanería hasta quedar enfrente de la otra parte.
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De hecho, eso no fue lo único que hizo Xylene mientras miraba al boquiabierto invasor, pero Alex, incrédulo por ver por primera vez una especie alienígena no tenía forma de saber que su cerebro casi fue violado por las fuertes capacidades mentales de la reptiliana sexagenaria.
*CLANK*
*CLANK*
Empezó a deformarse la puerta adyacente a lo que quedaba de la nave por las fuerzas externas que intentaban ingresar, apelando de nuevo a la urgencia de Xylene que giró su cabeza y frunció sus tres ojos con fastidio.
"¡Explícate humano! ¡No tengo tiempo!", reclamó enseguida Xylene cuando su atención regresó a Alex, alzando su puño derecho el cual impulsó a Alex hasta casi tocar el techo: "Lo siento Xylene, pero tal parece que nuestro invitado aquí tampoco cuenta con mucho tiempo". Hizo acto de presencia una tercera persona fuera de la vista de ambos con distinguida elocuencia en su tono, distrayendo a las dos personas del anómalo cece enemigo en el exterior.
"¡¿Qué?!", Xylene se sorprendió y dejó de ejercer su poder sobre Alex cuando fue noqueada, dejando caer sin presentaciones al humano de bruces al piso.
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"Lamento todos los problemas que te he causado joven amigo, pero debes saber que es muy poco común ver las ondas de una lágrima en las realidades tan potente como la que causó todo este enredo", me expresó sus disculpas aquel hombre entre otras cosas sin sentido para mí debido a alguna aflicción o la distinguida forma de hablar del sujeto: "Aquí, déjame ayudarte". Una mano enguantada apareció frente a mí mientras me levantaba del piso por lo que parecía la quinta vez en este día de locos.
"Por favor…", me arriesgué y tomé la mano del extraño estando a orillas del colapso en más de un nivel para seguidamente despabilarme una vez el hombre apretó su agarre sobre mí.
"¡Oye!", grité intentando forcejear para poder alejarme del hombre: "Tranquilízate muchacho, solo te estoy dando un presente por los inconvenientes". Parloteo la otra parte, pero no le hice caso y multipliqué mis esfuerzos por huir tan pronto como aprisiono el resto de mi antebrazo con su otra mano hasta que algo se anexó en mi muñeca e hizo un sonido de *click*.
"¡Dejame ir!", aterrorizado, choque la espalda contra el duro piso de metal debido a la repentina cooperación de la otra parte a mí petición: "De nuevo, lo siento, pero era obvio que no estabas cómodo bajo mi agarre". Se justificó el pintoresco sujeto ahora visible a mis ojos entretanto gruñía en una mezcla de dolor y molestia.
"Ahora te encuentras mejor ¿No?", no obstante, de un segundo a otro aparecí de pie donde antes estaba tirado con el hombre a mi costado mirándome con una sonrisa y mirada astuta.
"¡¿Cómo-?!", exclamé solo para enseguida caer en cuenta de mi renovado estado libre de dolencias, como si nada de las últimas 3 horas hubiera sucedido en absoluto: "¡¿Incluso mi ropa?!". Me inspeccioné de arriba a abajo fascinado por tal cosa hasta que noté el voluminoso e icónico reloj que lucía mi muñeca izquierda.
'Ay Dios…', petrificado, voltee súbitamente y vi al hombre que reprimía una carcajada bajo una nueva comprensión adyacente: "Paradox". Ese nombre salió por sí solo una vez las piezas encajaron en mi mente algo desordenada.
"Ohh~ ¡Me conoces! Muy bien hecho, estoy impresionado, aunque si no te molesta me gustaría presentarme formalmente. Profesor Paradox, viajero temporal a tu servicio", pronunció el autoproclamado Profesor Paradox fiel al exótico personaje en mi impresión, no obstante, antes de poder hacer un comentario, una rotura como ningún otro sacudió cada brizna de mi ser, lo que me hizo vociferar y retorcerme de angustia hasta que el propio Paradox me recogió del suelo: "Aguanta un poco más jovencito". Él me alentó antes de que ambos abandonáramos la nave sin mayores complicaciones.
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"Carajo", fueron las primeras palabras que pude expresar tan pronto como me reincorporé después de haberse mitigado una parte sustancial del dolor que sufría.
"No es exactamente lo que diría, pero si, carajo está bien", dijo Paradox apareciendo de la nada como parecía ser costumbre en el profesor mientras recién notaba la ausencia de toda existencia aparte de nosotros dos en este espacio privado de cualquier matiz: "¿Dónde estamos?". Cuestione dejando de lado mis vanos intentos por quedar fijo ante la falta de gravedad, problema que no tenía la otra parte al caminar sin dificultad a mi alrededor.
Parando en seco, Paradox se dio la vuelta y con una media sonrisa expuso: "Bueno, este es el borde del universo, mi universo, si somos más exactos. Ahora bien, debo ser breve, como mucho esta contramedida solo nos ha ganado unos segundos, minutos si somos optimistas, así que por favor no me interrumpas". Agregó reacio ese último comentario, más incómodo que otra cosa al mirar en una dirección, cambiando su postura.
'¿Siquiera tengo oportunidad?', pensé sin poder hacer mucho a cómo estaba en la actualidad: "Comencemos entonces joven…". Volvió a extender su guante, tal vez como una muestra de confianza, tal vez no, aunque personalmente me inclinaba por la primera.
"Alex", proporcione sin tanto entusiasmo al otro hombre quien por el contrario pareció revitalizado: "¡Alex! *Ajem*". Levanté una ceja a su exclamación: "Si… muy bien, veras Alex, esto puede ser un tanto complicado sin los conocimientos adecuados, pero lo haré lo menos engorroso posible. Ahora, imagina un zoológico, con animales y sus respectivos hábitats, cada especie pertenece a un lugar y cada lugar tiene un supervisor designado". Conciso a su ejemplo varias imágenes tridimensionales surgieron para complementar la explicación de Paradox muy acorde a su estatus como academico. En ellas, un sin fin de animales desfilaron a nuestro alrededor, coexistiendo inconscientes de su vecino o la silueta en traje de guardia que los vigilaba.
"Como te darás cuenta cada grupo vive aislados el uno del otro", hizo obvio la situación mostrada, deteniéndonos enfrente de un acuario del cual parecía filtrarse un poco de agua: "Sin embargo, aunque raro, de vez en cuando surgen fallas que rompen ese estado, generalmente son pequeñas, minúsculas, tanto así que ni te darías cuenta. Pero en tu caso…", ambos pasamos a ver la proyección simultáneamente solo para que, segundos después, una parte trascendental del lugar colapsara espontáneamente. Conectando los puntos, establecí los paralelismos y creí entender el meollo del asunto al ver los animales en caos mientras varias de las siluetas hacían lo posible para restaurar el orden: "¿Entonces eso fue lo que me pasó?". Fue tanto una afirmación como una pregunta.
"Sí y no", dijo. "Aunque efectivamente eso fue lo que sucedió, solo es una parte, lo que pasó después de eso es lo que te trajo en última instancia a mi realidad, con sus respectivas consecuencias", continuó y negó con la cabeza.
"Y esto tiene que ver contigo", exprese de repente sin saber de dónde saqué valor y voz para ir en contra de la directriz del hombre milenario tomando por sorpresa a Paradox al hacer tal conclusión, quien con un rápido giro de cabeza me miró. "Vaya, veo que tu agudeza mental no es nada para la cual burlarse", me felicito la otra parte sin desmentir el alegato: "Pero es verdad, en mi curiosidad por este extraño evento por error te traje hasta aquí, y ahora mi universo te reconoce como un peligro e intenta hacer todo lo posible para repelerte como una plaga. Alex ¿Entiendes a lo que me refiero? Si queremos solucionar esto, la única opción es marchándote de aquí lo antes posible, por desgracia, esto es un tiro a ciegas, así que no se donde terminarás exactamente, y es por ello que te di eso como un seguro de vida". Señaló el Omnitrix en mi muñeca mientras tanto yo seguía digiriendo la áspera realidad que tenía delante.
"¡Espera! ¡¿Qué hay de los celestialsapiens?! ¡Ellos son dioses! ¡¿No me pueden ayudar?!", sin embargo, propuse una alternativa tan pronto como note el distanciamiento entre él y yo. "Alex… ¿Quienes crees que fueron los que te catalogaron como una amenaza?", contrarresto Paradox engrosando su tono varios niveles por debajo de su elocuencia normal. 'No me… ellos-', quedé frío cuando el peso de todo lo que esto implicaba me golpeó: '¡Diablos!'. Entonces, desesperado, me aferre a él y grité sin saber que mas hacer: "¡MALDITO!". Quise golpearlo, de hecho, lo intente, tenía el puño alzado a punto de impactar su rostro cincelado cuando me detuve a mitad de camino al ver lo que surgía en el horizonte.
"¿Qué es eso?", me estremecí sin darle crédito a lo que pasaba ante nosotros. "Eso… es lo que pasa por mi ignorancia. Te doy un consejo joven amigo, nunca subestimes al infinito", me asesoró Paradox por última vez antes de que me diera cuenta del sutil titilar de mi cuerpo: "Te deseo lo mejor Alex".
"¡PARADOX!", grite en vano antes de que todo a mi alrededor destellara en blanco, lo último que vi, fue a aquel hombre dándome una sonrisa sin preocupaciones mientras el sonido de trompetas y tambores repercutieron un catatonico canto alrededor de un espeso miasma que se filtraba de las colosales fisuras emergentes en la periferia.
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Simultáneamente, en una tierra próxima al altercado surgió una anomalía de donde se materializó Alex espontáneamente, quien, lejos de estar en su mejor momento, condenó por todo lo alto una vez empezó a caer en picado desde lo más alto de la troposfera en caída libre: "¡¡¡FUCK!!!". Desgarró sus cuerdas bucales para hacer escuchar su blasfemia por encima del férreo viento qué perforaba sus tímpanos tras alcanzar velocidad terminal tan sólo unos segundos después. Ahora bien, lo siguiente que hizo Alex perfectamente pudo ser un reflejo de su angustia, pero lo cierto es que al ser incapaz de ver alguna otra alternativa, él depositó todas sus esperanzas en el reloj en su muñeca, y casi rezando, presionó ambos botones laterales.
"Por todo lo bueno que existe, por favor dame algo que vuele", pensó en voz alta mientras activaba el dispositivo y empezaba a girar el dial, para que con suerte, hubiera un alíen destinado al vuelo. "Esto debe servir".
Apostó su vida en un todo o nada, y puso en marcha por primera vez el Omnitrix tras elegir una de las siluetas disponibles en la pantalla del reloj, entonces, súbitamente envuelto por un gran destello verde, Alex fue reemplazado en menos de un segundo por un esbelto alienígena azul.
"¿Frío…?", dijo con una voz fantasmagórica Alex ahora Frío, reconociendo a duras penas su nueva forma necrofiggian al ver varios de sus múltiples rasgos similares a una polilla. "Genial", se maravilló al sentir esta novedosa fuerza que yacía en su cuerpo, lo que le tomó varios segundos palpar ese hecho.
¿Cuántas veces jugó con sus amigos de la escuela con la mercancía de la serie Ben 10 a escondidas de la clase o en la hora del receso? Él se preguntó. Respuesta corta, muchas, demasiadas veces se atrevió a decir, por eso, cuando Alex realmente se transformó, su niño interior de 10 años salió a relucir su euforia ignorando brevemente el peligro por haber cumplido uno de sus tantos sueños de la infancia, aunque eso poco duraría al darse cuenta de una desagradable sorpresa: "¡¿Cómo se utilizan estas cosas?!". Volvió a apremiar el horror en el necrofiggian quien inmediatamente intentó volar sin ningún resultado más allá del zangolotear de sus alas.
Por desgracia, este no era el Omnitrix recalibrado 5 años después perteneciente a la continuidad de Fuerza Alienígena: más estilizado y con un manual instintivo de la especie integrado a cada transformación, no, este era el Omnitrix prototipo original, por lo que como Ben en ese entonces, Alex tampoco sabía a ciencia cierta cómo utilizar las habilidades de cada alienígena. Sin embargo, improvisando en el acto y con la superficie terrestre demasiado cerca, Alex inhalo e hinchó sus pulmones especiales con tanto aire como pudo antes de exhalar y crear un tosco tobogán de hielo a pocos metros del suelo.
*Swish~*
Fue lo que sonó mientras el alien polilla se deslizaba con torpeza hasta que chocó/rodó por la tierra. "Hugh…",se lamentó Alex encogiéndose en una bola maltrecha al final de la zanja que su cuerpo había creado: 'Dios bendiga la mayor resistencia al daño'. Él razona entre espasmos de dolor, extendiendo su brazo para alcanzar el Omnitrix posicionado en medio del cinturón gris con blanco en su cintura, pero con la adrenalina agotándose, sus fuerzas sucumbieron y la somnolencia se hizo presente.
"Uh, olvidalo", susurro resignado pero conforme por última vez colapsando ahí mismo a la par que la estructura de hielo se desplomaba bajo su propio peso, inconsciente de la atención extranjera poco común que atrajo sobre sí mismo.
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"Aquí Ratchet a Optimus ¿Me copias?"