Dentro de una pequeña habitación, iluminada de forma tenue por unas piedras esféricas que emitían un suave brillo amarrillo, una respiración ligeramente agitada se escuchaba.
Al fondo de la habitación, en un catre, se encontraba recostado un joven peculiar. Parecía humano, aunque su cabello gris blanquecino lo diferenciaba bastante, ya que no hay humano que por naturaleza nazca con dicho color de cabello. Pero sus peculiaridades no acababan ahí, pues en cara, sobre sus morenas mejillas, escamas blancas se hallaban, más no solo ese lugar, en su frente y en los lóbulos de sus orejas también.
Su pecho, cubierto por una ligera cobija, comenzó a moverse más rápido, llegando al punto de la hiperventilación hasta que, de manera repentina, el joven se despertó sentándose de golpe.
Desorientado y alerta, se mantuvo sentado en el catre durante unos segundos. Al ver en la habitación, aparte del catre donde se encontraba, estaba una pequeña mesita sobre la cual un florero con un ramo de flores parecidas a aquellas conocidas como lirios, pero tenían un color morado intenso con manchas rojas, además de que sus pétalos tenían forma de pentágono.
La única entrada de luz aparte de las proporcionadas por las piedras luminosas, era la ventana en la pared, que daba paso a la luz de las lunas y el brillo de las estrellas, dejando un toque de frialdad en el ambiente, al verlas desde su posición, el joven razón que aún faltaba para que se ocultaran tras el horizonte.
Volviendo a las lunas, fijo sus ojos perlados con fascinación ante los hermosos satélites celestiales nocturnos, pare el joven, aún seguía sintiendo una fascinación eufórica en su pecho con cada vez que las observaba, pues le recordaba, que esta es su nueva realidad.
Rememorando, la luna más grande en esta estación del año, lleva el nombre de Gra'dazi (La que concede gracia bajo las estrellas) y resplandecía de un brillo verde suave que, de alguna manera, combinaba con el resplandor pálido rosado de la segunda luna, Rov'sozi (Diosa loba de la luna roja).
Trato de moverse para caminar hacia la ventana, fue cuando noto la rigidez de su cuerpo adolorido, su brazo izquierdo, que la última vez que lo vio estaba en un ángulo extraño, su abdomen y su pierna derecha se encontraban vendados y emitían un aroma de hierbas dulces con un toque amargo y una gran cantidad de energía. Al parecer, le habían aplicado pociones de alto nivel en las áreas más afectadas de su cuerpo.
Su cabeza también parecía estar ligeramente vendada, pero a diferencia del resto de su cuerpo, no estaban tan apretadas, probablemente porque no sufría de heridas graves en el cráneo.
Se emocionó por un momento, feliz de no haber perdido ninguna extremidad.
Tomándose unos minutos para ajustarse a la rigidez, el joven se levantó con ligera dificultad del catre, comenzó a dar pasos un poco tambaleantes.
Solo cuando ya pudo dar un paso con confianza, fue que comenzó a calentar sus músculos para que dejaran de estar flojos por el tiempo de desuso.
Gruwrr
Un gruñido casi primitivo provino de su estómago, y fue entonces que el hambre hizo acto de presencia en la habitación. Sin estar muy consciente, el peliblanco dejo que sus instintos actuaran por cuenta propia y se concentro en su nariz, permitiendo que gran parte de su energía aumentara su capacidad olfativa… vaya error.
Fue abrumado de forma instantánea por los diversos olores que parecían prevenir de todos los lugares, incluso de fuera de la habitación. Sus rodillas tambaleantes apenas lograron resistir el mareo, solo por pura fuerza de voluntad consiguió mantenerse de pie y no arrodillarse a vomitar sus entrañas. Si antes no había despertado del todo, ese malestar le hizo recordar a sus ancestros.
Tomando la advertencia, comenzó a disminuir la energía que suministraba en su nariz para poder relajarse. Estando más atento, notó cuán descontrolada estaba su energía. Si antes era un rio tranquilo que se movía por todo su cuerpo en un flujo constante, ahora era una nube de tormenta inquieta que se movía con brusquedad por todo su cuerpo.
No tenía tiempo para controlarla, así que decidió que, con mucho esfuerzo, trataría de "condensar" la energía para que no sea tan volátil cuando lo trata de utilizar durante este momento.
Poco a poco, permitió que a modo de goteo la energía aumentara su olfato sin perder el control, pero con mucha concentración al punto de hacerlo sudar y apretar la mandíbula. Fue recibiendo los olores con mayor detalle, varios con tintes desagradable aún se encontraban ahí, pero eran más tolerables. Entonces, al llegar al punto crítico de su toleración, comenzó a clasificar los distintos olores que le llegaban para buscar algo comestibles.
Un par de minutos después, mientras permanecía de pie, con los ojos cerrados, en medio de la habitación mientras clasificaba los diversos olores. Una gran parte de lo que percibía, era el olor de la sangre, desechos orgánicos y hierbas medicinales amargas, aunque había un par que no pudo distinguir debido a que eran desconocidos para él. Fue en ese momento en que se topó con un olor que le hizo salivar.
Carne de cerdo friéndose en manteca. Junto con otras comidas que no pudo distinguir, pero que igual olían deliciosas, pero el puerco… o su semejante en el mundo de Proteo, era el más aromático.
Trago la saliva que comenzaba a acumularse en su boca y camino hacia la salida del cuarto.
Fuera de la pequeña habitación, se topó con un gran pasillo de piedra, de alfombrado azul e iluminado con candelabros que, en lugar de sostener velas, tenían las mismas piedras redondas que brillaban con más intensidad que las de su habitación, dejando sin sombra alguna en las paredes de piedra pulida. Tras esa observación, el joven comenzó su camino hacia la fuente de aquellos exquisitos olores.
Descalzo, camino con tranquilidad por el piso alfombrado mientras se guiaba por su nariz. Pero conforme pasaban los segundos, el recorrido comenzó a parecer eterno. Inseguro de si el hambre comenzaba a jugar con su mente, sentía que había dado suficientes vueltas como para volver a la misma habitación de la cual salió. Y, aun así, el lugar era diferente.
Jugo con la idea de romper las paredes para llegar más rápido hacia su destino, pero prefirió la paciencia y continúo caminando por el laberintico pasillo.
Solo casi media hora después, finalmente llego a un par de puertas dobles de gran tamaño, del otro lado, podía oír el bullicio de varias personas hablando y el sonido de los cubiertos chocando con los platos. Casi con desesperación, empujo ambas puertas de un golpe, llamando la atención de todos los presentes.
El salón frente a él era enorme, probablemente del tamaño de una cancha de futbol. Largas bancas y mesas de igual longitud se alineaban de manera ordenada, permitiendo que cualquiera tomara asiento para comer con tranquilidad. El lugar no estaba lleno, varios grupos de personas disfrutaban de su comida dispersos por las mesas, ignorando las miradas ajenas, el joven se dirigió hacia la barra del buffet, que se encontraba al fondo, donde una cocina improvisada se había instalado.
En su breve trote, escucho los murmullos de la gente antes de que los utensilios chocando contra la madera de los cuencos reanudara.
Sin embargo, el silencio volvió a inundar la habitación al ver la cantidad de comida que comenzó a devorar. Los murmullos se convirtieron en exclamaciones de sorpresa, incredulidad y asco ante sus modales bestiales. Tras una hora de ignorar las miradas ligeramente horrorizadas y juiciosas mientras avanzaba su masacre culinaria, termino su ultimo plato.
Satisfecho — fueron los pensamientos básicos del peliblanco tras saciar su hambre, con un suspiro, comenzó a juntar todos los trastes que había ensuciado y se dirigió hacia las cocinas. Estaba satisfecho porque la comida fue realmente deliciosa, así que, ¿Por qué no mostrar su agradecimiento lavando los trastes? Ya en el lavavajillas al fondo de las cocinas, comenzó su labor mientras reflexionaba sobre lo sucedido antes de caer en coma.
—Oh, muchas gracias por lavar los trastes —una voz grave y masculina se inmiscuyo en sus pensamientos.
Fue uno de los cocineros que le agradeció al verlo fregando tranquilamente la vajilla. Era un hombre alto, probablemente una de las personas más enormes que Yolt había visto en su vida, y no solo en el sentido vertical de la palabra, pues el tipo estaba prácticamente hecho de músculos.
De sus sienes, un par de cuernos blancos de la altura de su cabeza sobresalían, justo encima de las orejas, que claramente eran animalistas. Su rostro parecía salvaje, pero su expresión tranquila… e incluso poco divertida al ver un bien cuidado bigote.
—Los ensucie, así que, para regresar el favor por alimentarme, debo lavarlos. Soy Yolt — respondió con una sonrisa tranquila mientras sacaba una mano del agua y la secaba con la ropa ligera que tenia puesta cuando se despertó, para tendérsela a modo de saludo.
—ya veo… ¡Me agradas! Taddeo es mi nombre, pero reitero, gracias por ayudar con esto. Mi mujer ya esta desesperada por un descanso, y lavar los trastes le alargara la mañana. — al escuchar su nombre pareció reaccionar, pero no de manera muy visible, solo un alzamiento de ceja, antes de contestar con una sonrisa y señalar detrás suyo hacia un lado donde una mujer se concentraba en la preparación de un guiso.
Igual de alta que Taddeo, a pesar de no lograr verle la cara, aun así, logro ver una larga melena castaña que llegaba hasta sus anchas caderas, así como unos cuerpos más pequeños teñidos de gris, que al igual que con Taddeo, le sobresalían de las sienes.
Mientras continuaba con su trabajo, Yolt habló con Taddeo sobre algunas cosas. Al parecer, había despertado siete días después de que terminara la batalla. Muchas cosas habían ocurrido en ese lapso de tiempo.
Para empezar, el lugar donde se encontraba era el palacio del Duque Grahambell, a las afueras de la ciudad de Tianna. El ligar era gigantesco, tenia cuatro salones de baile. Uno de ellos se mantenía ocupado con la mayoría de las personas que necesitan tratamientos continuos o tenían graves enfermedades, otros dos salones se encontraban llenas de cadáveres de monstruos siendo analizados por expertos en biología y bestias, ya que la mayoría eran desconocidos o habían sido lo suficientemente fuertes como para no poder obtener un completo análisis de posibles debilidades y fortalezas, además de ser reservadas para ser vendidas para futuras herramientas.
Y el ultimo era el comedor, donde se encontraba.
Al parecer, su estado era lo suficientemente grave, como para tener que llevarlo a atención especializada, y quienes mejor que los sanadores que acuden a la nobleza, el problema es que eran varios en estados de gravedad que no se daban abasto, hasta que eso cambio el segundo día con la llegada de una sanadora de la secta de Pharmae.
Al parecer, ella fue la responsable principal de restaurar su cuerpo.
Otro suceso, fue la llegada de un emisario del rey, quien se encargó de poner orden en el lugar e iniciar la reconstrucción de la ciudad, así como de la investigación. Por otro lado, el Gremio de Aventura expidió varias misiones para ayudar en la caza a los monstruos sobrevivientes, mientras las ordenes de caballeros se encargaban de la seguridad y reconstrucción de la ciudad. Por otro lado, varios enviados de todos los reinos del continente comenzaron a llegar el día de anteayer con suministros de ayuda para los sobrevivientes de la catástrofe.
El emisario se encontraba haciendo los preparativos para el funeral de aquellos que murieron injustamente ese día, el rey llegaría hoy en la tarde, para despedirlos con tristeza para aquellos que juro proteger y no logro hacerlo y con honor por aquellos que dieron su vida por los indefensos.
Durante la conversación se entero que Taddeo y su esposa, de nombre Umara, son aventureros de una región cercana que se ofrecieron como voluntarios para ayudar en lo que pudieran. Al ser talentosos en la cocina, fueron los principales encargados de alimentar a todos.
Las personas en el comedor eran grupos de aventureros, caballeros y viajeros que se hallaban en la ciudad y decidieron ayudar en lo que podían.
Pronto, el trabajo llamo de vuelta a Tadeo, dejándolo reflexionar sobre lo aprendido.
Pensó un poco mas sobre la investigación que el emisario del rey llevaba a cabo, ahora que se a despertado, era cuestión de tiempo antes de que lo llamaran para que diera testimonio de ese día ya que estaba seguro de ser uno de los pocos que llegaron hasta el final.
El tiempo aso, termino de lavar casi todos los trastes que se encontraban en el lugar, pero llego un punto en que continuaban llegando más y tras ver a la pareja retirarse de las cocinas, decidió que hasta ahí la dejaría.
Se despidió de algunos cocineros con los que hablo brevemente, más como intercambio de recetas que una conversación realmente seria, y salió de las cocinas ignorando nuevamente las miradas de las personas aun presentes en el comedor hasta que paso las grandes puertas que al parecer nadie se había interesado en cerrar.
Relajado, ya que el lavar platos siempre fue su método de meditación para reflexionar sobre su entorno.
Así inicio de nuevo su travesía por el laberintico pasillo.
Continuo su recorrido por el palacio, subiendo y bajando escaleras con confusión en su andar. Yolt casi pierde la esperanza de encontrar una salida del lugar, se topo con varias habitación, la mayoría cerradas, algunas simplemente vacías y muy pocas ocupadas con gente descansando en su interior o siendo atendida por algunos sanadores.
No fue hasta un rato después que logro divisar la figura de un hombre vestido de mayordomo montado encima de una escalera; al parecer, estaba cambiando las piedras de uno de los candelabros como si se trataran de focos.
Alegre de ver otra alma en los desolados pasillos, se acerco ágilmente. Gracias a años de práctica, cada pisada que daba no hacia ruido alguno, por lo que el hombre sobre las escaleras paso inadvertido de su llegada. Pudo observar el corto cabello cobrizo que le llegaba hasta los hombros y apenas pudo ver los destellos de la piel de su nuca, que era ligeramente grisácea.
—¡Hola! — exclamo apareciendo repentinamente desde un costado de la escalera.
—¡¿Qu-?!—
Ni tiempo tuvo el hombre de sorprenderse cuando sintió la gravedad hacer efecto sobre la escalera tambaleante, causando que se volcara hacia un lado.
Moviéndose con suficiente destreza, Yolt logro evitar que el mayordomo se lastimara por la caída, sosteniéndolo en sus brazos, sin embargo al mirarle la cara se encontró con lo que parecía ser una mascara de hockey, como la película "Viernes 13", causando que por la impresión dejara caer al hombre.
—Auch — gimió adolorido el hombre por el leve golpe de la caída.
—¡Ah, perdón! — exclamo Yolt mientras se apresuraba a ayudarle a levantarse — realmente lo siendo, es la primera vez que me topo con Ampare — se disculpo mientras le sostenía el brazo para levantarle.
—Jajajaja, no se preocupe. Sir Yolt, me lo dicen a menudo. ¿Cómo puedo ayudarle? — divertido, el mayordomo descarto la disculpa de Yolt, insinuando no ser la primera vez que algo similar le ocurre.
Los Ampare son una raza espiritual del continente. Sus características más notorias, además del rostro claramente inanimado, el cual parece una máscara, y dependiendo de la persona, los rasgos que estas enseñan varían; tienen el cabello cobrizo y piel grisácea que simula las propiedades de un tipo de mineral electromagnético de baja potencia. Poseen una afinidad asombrosa por la magia ambiental eléctrica, residen regularmente en zonas desérticas o montañas aisladas con probabilidades de tormentas eléctricas, rara vez visto en zonas concurridas.
Según los mitos de su creación, eran un solo ser: el dios espiritual de la tormeta, Yhua. Este, al estar cansado de la vida (tras algunos sucesos realmente horribles ocurridos en su época), cometió uno de los actos más peligrosos: el suicido. Los dioses no mueren de igual manera que los mortales, puesto que estos todavía pueden "renacer", pero Yhua destruyo su mente al mismo tiempo que destrozaba su ser en infinidad de pedazos que fueron repartidos por el continente, sin posibilidad de resurrección. Pero eso no impidió que, de esos fragmentos pequeños de su ser, naciera nueva vida, dando como resultado a la raza Ampare.
—Ah… necesito un baño, quiero refrescarme un poco — respondió Yolt con un poco vergüenza por molestar a alguien durante su trabajo, dándose una palmada mental por pensar en algo rápido.
—Bien, sígame —asintiendo, el mayordomo comenzó a caminar hacia el lado por donde venia, haciéndole una seña con la mano para que le siguiera. Cosa que hizo.
—oh, por cierto ¿Cómo me conoces? — pregunto luego de recordar que efectivamente, el hombre le había llamado por su nombre.
—Supongo que penas se despertó ¿verdad? — volteo a verlo con curiosidad, a lo que el asintió, pues era cierto. — hace tres días, el emisario enviado por el rey proclamo que todos los involucrados en el incidente serán condecorados y se les otorgara el título de héroes de Avalont. Además, usted salvo a mi hija durante el traslado de los heridos; por lo tanto, le tengo una gran gratitud — explicó de forma tranquila mientras continuaba guiando el camino, y aunque no lo dijo, el había sido el encargado de limpiar la habitación donde se encontraba.
—No solo fui el único que estuvo defendiendo a las personas, otros aventureros también ayudaron durante la evacuación. — respondió rápidamente, un poco incomodo con lo mencionado, el realmente no es un héroe.
—Claro, y también les agradezco, pero usted fue quien los lidero, e incluso se que usted la protegió con su propio cuerpo de algunos ataques que realmente podrían haberla… le agradezco mucho, como un padre que puede volver a ver a su hija sana y salva. — el hombre suspiro a lo ultimo de sus palabras, perdiendo ligeramente el tono vibrante y alegre — muchos no se habrían atrevido a enfrentarlos como usted lo hizo. Por ello me gustaría ofrecerle mi ayuda en todo lo que pueda. — termino de decir mientras tomaba un giro hacia la derecha en un pasillo que lo llevo hacia los baños.
—entonces, solo puedo aceptar su gratitud, aun así, no me gustaría incomodarlo — dijo Yolt con una sonrisa un poco cansada, pues en su mente le recordó ese dia.
—¿incomodarle? ¡por favor, esto es lo menos que puedo hacer para agradecerle por su valor! — exclamo el mayordomo mientras le abría la puerta para que entrara en los baños.
Yolt sintió un poco de calidez en su corazón, tal vez ser un héroe no seria tan malo si pudiera brindarle ese tipo de tranquilidad a otros.
—Muchas gracias, por cierto, no eh preguntado su nombre señor…— a medio paso para entrar en los baños, se detiene y pregunta con curiosidad.
—Charlew, para servirle, Sir Yolt — menciono con una ligera reverencia antes de alejarse y colocarse a un costado de la puerta a esperar —por cierto, hay casilleros con ropa ligera en ellos, para que no tenga que buscar mucho.
Ya dentro del baño, el cual era del tamaño de un baño público, algo que habría visto en una alberca.
El lugar funcionaba como los baños de aguas termales de los japoneses, cosa curiosa teniendo en cuenta que todo el lugar esta ambientado en una época euro medieval.
No tardó mucho en desvestirse, quitándose las vendas y aliviándose de solo tener una pequeña cicatriz en ambas extremidades. Se limpio con agua templada y algunos jabones con fragancias espectaculares… los jabones caros son realmente otra cosa, y se fue a relajar en la piscina de agua caliente que le ayudo a relajar su cuerpo.
Paso media hora hasta que finalmente se dispuso a salir de tan relajante baño, con una mejor comprensión sobre que tan afectado estaba su cuerpo se dispuso a buscar los casilleros con cambios de ropa, y efectivamente, encontró una muda de ropa tal como Charlew menciono.
Al ver un espejo en el área del vestidor, detuvo sus acciones y dedico unos segundos a observarse, ya que solo había podido ver su reflejo en el rio que alimentaba la cascada en el área de entrenamiento de su pueblo.
Observo maravillándose ligeramente por lo puntiagudas que parecían sus orejas, dignas de una criatura de fantasía, orgullosamente erguidas a los costados de su cara y atravesando su mata de cabello de un tono perla opaco, combinando con sus ojos grises claro de pupila vertical como el de las serpientes, su piel morena contrastando no solo con ello, sino también con los grupos de escamas blancas que crecían en sus pómulos, cienes, hombros, costados de su cuello y toda su nuca y columna vertebral hasta su coxis.
Mirando mas de cerca, su cuerpo, sus músculos compactos se encontraban un poco flojos, por los días de inactividad.
Era alto, y sabía que no pararía de crecer en los años venideros, y delegado. Si lo ponía en perspectiva, tal vez estaba en condiciones para ser un atleta olímpico. Pero no fue de nacimiento, este es el resultado de cuatro años de entrenamiento exhaustivo y los genes de su raza… sinceramente nunca se imaginó, ni siquiera en sus más salvajes sueños, sentirse tan poderoso.
—Aun así, no fue suficiente — declaro al aire mientras recordaba con pesar ese día. Los gritos de lamento y llantos de terror de las personas en pánico a su alrededor parecían retumbar en su memoria.
La vista de ella siendo golpeada por un ataque que iba dirigido hacia el mientras se encontraba distraído solo le hacían más conscientes de su falta de experiencia y poder.
De un momento a otro, sus pensamientos negativos y pesimistas fueron apartados de su menta a la velocidad de un tren por algo mas importante. Termino de vestirse y salió del baño con prisa donde al costado se encontró al mayordomo.
—Charlew ¿Sabes donde se encuentra mi compañera? — Yolt pregunto con rapidez, sin darse cuenta que dicha pregunta podría ser la incorrecta.
—¿su compañera? Uh… ¿se refiere a Lady Rin? — respondió un poco confuso por la pregunta rápida, pero logro pensar en algo.
—Lady Rin eh… si, me refiero a ella, ¿podría guiarme hacia donde se encuentre ella? — con un poco de diversión en su voz, afirmo la pregunta antes de pedir guia.
—Claro, sígame. Ella se encuentra en el segundo piso, en el área de cuidados intensivos. — al notar la prisa, Charlew no perdió el tiempo y comenzó a caminar siendo seguido por Yolt.
La caminata en esta ocasión no fue tan larga como la primera que tuvo tras salir de aquella habitación (Yolt había caminado en círculos) así que rápidamente comenzaron a cruzar variedades de pasillos, y topándose con otros residentes del palacio que comenzaban el día, sin interrumpir su andar más allá de un simple saludo.
Reflexiono sobre los hechos de ese día, algunos le parecían borrosos, tal vez porque no estaba lo suficientemente relajado como para que los recuerdos fluyeran con tranquilidad, o porque la mayoría de ellos eran ligeramente perturbadores y seria feliz olvidándolos.
Aun así, una cosa tenia clara: ella había terminado peor que él. Después de todo, ella lo había salvado de varios ataques dirigidos hacia el que no podía esquivar o ni siquiera había visto por culpa de su falta de consciencia espacial. La culpa aumentaba con los segundos, pues temía por ella.
No tardaron en llegar. Se detuvieron frente a un par de puertas dobles, ligeramente mas grandes que la puerta de los baños. Charlew solo le hizo un gesto con la cabeza, para señalarle que esa era la habitación que buscaba.
Nervioso y ansioso coloco su mano en una de las puertas y empujo suavemente abriéndola con tranquilidad.
Entro con sutileza, echando un vistazo al interior. Dentro, tres camas organizadas en forma paralela, acomodaban a personas en descanso, con una gran ventana al fondo de la habitación que permitía la entrada a los rayos mañaneros del sol para que inundaran la habitación con su luz, por lo que encontró fácilmente a quien buscaba. Sin embargo, se encontró con alguien más que no esperaba ver en ese momento.
Era una mujer pelirroja de apariencia human, chaparra con una estatura cercana a los 150 centimetros, y con una musculatura que haría duda a un fisicoculturista sobre su elección de carrera, brazos que avergonzarían a un leñador y piernas dignas de un ciclista olímpico.
Pero su rostro parecía desencajar con todo eso, con una mirada y expresión inocente e ingenua que todo niño posee. Observo como sus ojos azules se abrían con sorpresa y alegría al verlo entrar en la habitación.
—¡Yolt! — Exclamo con voz suave e infantil antes de apresurarse a abrazarlo con fuerza. A pesar de parecer torpe, era muy buena controlando su fuerza… de no ser así tendría que estrenar nueva columna.
—¡Shhh! No hagas tanto ruido, Ennai — devolviéndole el abrazo con igual de alegría, le silencio con un susurro, pues las personas dentro de la habitación dormían.
Miro brevemente a las otras mujeres en la habitación, que parecían permanecer dormitando profundamente a pesar del grito de la pelirroja.
—Ellas están en coma — mencionó al ver su mirada viajar por la habitación, separándose tranquilamente del abrazo, con un aire decaído.
—¿Qué? — desconcertado, volvió su mirada hacia aquella por quien había venido.
Yacía ahí, con sus cabellos negros desparramándose de forma desordenada debajo de su cabeza. Su piel clara, que recordaba, se encontraba tan pálida como la leche, y los labios, de un color melocotón, se habían vuelto ligeramente morados. Su cara a pesar de estar dormida, tenia leves espasmos que duraban pocos segundos.
Se acerco rápidamente para arrodillarse al lado de la cama, extremadamente preocupado. Ahí noto con mayor claridad que los espasmos no solo eran en su rostro, sino en todo su cuerpo, que a pesar de estar cobijada con una saba gruesa, temblaba como si estuviera sufriendo el peor de los inviernos. Coloco su mano en su frente temblorosa y, al contrario de su apariencia, su cuerpo había superado los 40° C de temperatura.
Aparto la mano rápidamente debido a lo caliente que estaba.
—¿Qué ha dicho la sanadora? — pregunto mientras observaba a la mujer dormida que agonizaba, su rostro reflejando preocupación y culpa.
—Sus órganos internos no están curándose, de alguna manera su habilidad regenerativa esta siendo interrumpida por su propia magia. Se trato de suministrar sangre, pero su cuerpo la rechazo y causando un efecto contrario haciéndola sufrir aun más. La mantienen dormida con elixires y hechizos para ralentizar el colapso de su cuerpo. — explico con tristeza al ver a su mejor amiga en tal estado. — la sanadora de Pharmae esta tratando de contactar a su maestro, se dice que el fue quien sano a la reina demonio y al aventurero Wave durante su estadía en la Zona salvaje, pero hasta el momento no hay rastros de su paradero. — termino de explicar la pelirroja en un tono decaído, mientras se colocaba a un lado de Yolt, poniendo una mano en su hombro derecho mostrando su apoyo.
Las palabras de Ennai solo hicieron que la espada clavada en el e corazón de Yolt se profundizara. Tragando saliva y aguantando las lágrimas, observo nuevamente el rostro sufriente de la joven dormida antes de agarrar su mano, sin importar la temperatura. Acaricio suavemente el dorso de su mano antes de mover su mirada hacia dicha extremidad al no poder soportar mirarla a pesar de su letargo.
Miró sus delicados dedos antes de percatarse de una marca en la muñeca de la mano que sostenía. Era un tatuaje que asemejaba un brazalete de eslabones encadenados hechos de espinas. Una línea subia por la palma de su mano hasta el dedo corazon donde se formaba un anillo rojo.
Alarmado al observar la marca, le hizo una seña a la pelirroja para que pudiera ver el tatuaje y le diera una idea de lo que podría significar. Sin embargo, al hacerlo, también mostro su propia mano izquierda, donde un tatuaje gemelo estaba.
—¿Qué demonios? — se pregunto Yolt, mientras observaba la distintiva figura en su mano, la cual estaba seguro de no haberla poseído antes, ya que la habría visto al terminar de bañarse, por lo que su mente quedo en blanco por unos momentos.
—Venua'Altare… — murmuro la pelirroja, con una mirada complicada en su rostro.
Yolt, al escuchar las palabras murmuradas por la otra personas consciente en la habitación, comenzó a devorarse los seso para tratar de recordar el significado de tales palabras. En este mundo, un tatuaje puede significar dos cosas: marcas rúnicas para mejorar el uso de un tipo especifico de magia, o un juramente/contrato especifico. El Venua'Altare era uno de los segundos. Un juramente que solo puede llevarse a cabo por la voluntad de la diosa Venua, diosa del amor. En otras palabras, dicho tatuaje significa, matrimonio.
Su mente hizo corto circuito por un momento, comenzó a hiperventilar por el pánico mientras murmuraba algunas palabras.
—¡No puede ser cierto! ¡Tiene que ser una broma! — murmuro desenfrenadamente.
El ritual, en si no era algo que pudiera hacerse fácilmente. Se requería la aprobación especifica de la diosa para bendecir el juramente, así como todo un ritual elaborado donde ambos amantes han de intercambiar algo lo suficientemente simbólico para unir sus destinos, además de tener que ser aprobados por un alto funcionario de la iglesia de Venua después de una revisión profunda (estado mental, emocional y espiritual).
—¡Esa diosa debe estar igual de lunática que "Ella"! — continúo murmurando, comenzando a temer por su futuro.
Esta concepción vino acompañada de la consternación sobre que la realidad no le hiciera ningún favor.
—¡H-hey, Yolt! Tranquilizate ¿quieres? Me estas comenzando a asustar — Ennai le hablo desde un costado, nerviosa al ver la reacción de Yolt.
—S-si, *suspiro* tienes razón, lo siento por portarme de forma anormal, Ennai — Yolt hizo caso a las palabras de su amiga. Tomando un poco de aire para relajarse.
Tras terminar ese pequeño episodio de pánico y disculparse, comenzó a pensar en como dicho juramento podría estar afectando a su… prometida. De forma nerviosa, se pasó la mano la mano derecha por el cabello mientras pensaba en los pasos necesarios para el ritual necesarios para completarlo, ya que el color del anillo mostraba su estado inconcluso; una vez completo, el color rojizo daría paso a un tono dorado.
Por lo visto, la mayoría de los pasos ya se habían completado, solo faltaba algo esencial que permitiría que ambos "anillos" se forjaran, uniendo sus destinos. Esta ultima parte le hizo vacilar un poco, pero al verla sufrir aumento su resolución.
El ultimo paso se trataba de un intercambio entre ambas partes, así que la pregunta era ¿Quién faltaba en el intercambio? ¿era él o ella?