Chereads / History academy arco 4: El bien contra el mal. / Chapter 12 - Episodio 10: Una relación a flote.

Chapter 12 - Episodio 10: Una relación a flote.

Mientras tanto, en el planeta TR-3, Daiki y Darkness trabajaban incansablemente para estabilizar su reino. Darkness, ahora reina, manejaba con destreza los asuntos políticos y sociales, tratando de mantener el equilibrio entre los vivos y los no-muertos. Daiki, aunque aún se recuperaba de sus heridas, se dedicaba a entrenar y a proteger el reino de cualquier amenaza.

"Tenemos que asegurarnos de que los conflictos internos no se conviertan en una guerra," dijo Darkness, mirando los mapas estratégicos extendidos sobre la mesa en la sala del trono.

"Lo sé," respondió Daiki, quien aún cojeaba ligeramente pero estaba decidido a no dejar que sus heridas lo detuvieran. "Necesitamos unir a todos, vivos y no-muertos, bajo una misma causa."

"¿Crees que podremos lograrlo?" preguntó Darkness, su voz llena de preocupación. "Nuestros enemigos son muchos y nuestros aliados, pocos."

"Lo lograremos," dijo Daiki con determinación. "Lo importante es que trabajemos juntos. Hemos superado cosas peores."

Darkness asintió, confiando en las palabras de Daiki. Juntos, comenzaron a idear planes y estrategias para fortalecer su reino y evitar el caos. Reunieron a sus consejeros más confiables y discutieron maneras de mejorar la seguridad y la calidad de vida de su pueblo.

Con el paso de los días, Daiki y Darkness empezaron a ganar el apoyo de más ciudadanos, tanto vivos como no-muertos. Implementaron nuevas políticas que beneficiaban a todos y trabajaron en proyectos comunitarios que unieron a la gente.

Sin embargo, las amenazas externas continuaban acechando. Daiki sabía que, tarde o temprano, tendría que enfrentar a nuevos enemigos y proteger a su reina y a su reino. Pero por ahora, se enfocaba en la reconstrucción y en consolidar la paz que tanto necesitaban.

"Vamos por buen camino," dijo Darkness una noche, mientras ambos descansaban después de un largo día de trabajo. "Todavía hay mucho por hacer, pero creo que podemos lograrlo."

"Lo haremos," respondió Daiki, mirándola con confianza. "Juntos, podemos enfrentar cualquier cosa."

Y así, mientras Victor luchaba en la Tierra para proteger a su familia, Daiki y Darkness trabajaban incansablemente para asegurar el futuro de su reino, sabiendo que el verdadero desafío era mantener la esperanza y la unidad en tiempos de adversidad.

Daiki, con su típica confianza, se paró firme y comentó con una sonrisa orgullosa: "No necesité ayuda."

Darkness, con una mirada seria y un suspiro, respondió: "Eres increíblemente terco, Daiki. Sabes que no habrías llegado tan lejos sin el apoyo de todos nosotros."

Daiki levantó una ceja y se encogió de hombros, pero no pudo evitar sentir un poco de vergüenza por su comentario. "Quizás... pero ya estoy bien. Eso es lo que importa."

Darkness se acercó a él, poniendo una mano en su hombro. "Lo que importa es que trabajemos juntos y aceptemos la ayuda cuando la necesitemos. Nadie puede hacerlo todo solo, Daiki."

Él asintió, entendiendo la lección. "Tienes razón, Darkness. Gracias por recordármelo."

Ella sonrió levemente. "Ahora, sigamos trabajando para fortalecer este reino. Hay mucho que hacer, y lo haremos juntos."

Daiki, dejando de lado su ego, se unió a Darkness en la planificación y ejecución de las estrategias para el futuro de su reino, comprendiendo finalmente el verdadero valor del trabajo en equipo y la cooperación.

Uno de esos tantos días Daiki Talloran, conocido por su inteligencia, gran poder y temido incluso en el infierno, entrenaba a más no poder con su katana. Cada corte que daba demostraba su destreza y fuerza. Un solo tajo suyo cortó a través de varios arbustos del reino, la pared de la entrada al castillo, varias casas, árboles y una montaña.

Darkness observaba a Daiki desde la distancia, impresionada por su habilidad y determinación. "Tu habilidad con la katana es impresionante, Daiki. Cada día te vuelves más fuerte."

Daiki, sin detener su entrenamiento, respondió: "Gracias, Darkness. Pero aún hay mucho por mejorar. No puedo permitirme ser complaciente."

Darkness asintió, comprendiendo su determinación. "Esa actitud es lo que nos mantendrá adelante. Pero no olvides que no estás solo en esto. Estamos juntos en esta lucha."

Daiki hizo una pausa, mirando a Darkness con una leve sonrisa. "Lo sé. Y agradezco tenerte a mi lado."

Con esas palabras, Darkness tomó su propia katana y se unió a Daiki en su entrenamiento. Ambos se empujaban mutuamente a nuevas alturas, fortaleciendo no solo sus habilidades sino también su vínculo. Juntos, sabían que podían enfrentar cualquier desafío que se les presentara.

Unos de esos tantos días, el reino se encontraba en su estado más tranquilo. Sin embargo, la paz era solo superficial, pues un grupo de ladrones había planeado infiltrarse en el castillo con la intención de matar a la familia real. Su verdadero objetivo, sin embargo, era Daiki.

La noche estaba en su punto más silencioso cuando los ladrones lograron abrir una brecha en la seguridad del castillo. Se movían con sigilo, sus sombras deslizándose por los pasillos mientras avanzaban hacia su objetivo. Daiki, ajeno al peligro inminente, estaba en el comedor, disfrutando de una comida tardía.

De repente, el silencio se rompió por el sonido de una puerta que se abría suavemente. Daiki levantó la mirada y vio a los intrusos entrar en la habitación. Sus ojos se entrecerraron, notando las armas que llevaban y las miradas decididas en sus rostros.

"Así que, finalmente, han decidido mostrar sus verdaderas intenciones", dijo Daiki, poniéndose de pie con calma. "¿Creen que podrán salir de aquí vivos después de intentar esto?"

Los ladrones no respondieron. En cambio, se lanzaron hacia él con sus dagas y espadas desenvainadas. Daiki, con una precisión y velocidad impresionantes, desenfundó su katana y bloqueó el primer ataque. El sonido del acero chocando resonó en el comedor.

La batalla fue intensa. Daiki se movía con una gracia letal, cada movimiento calculado y cada golpe preciso. Los ladrones, a pesar de su número, no eran rivales para su habilidad. Uno tras otro, caían ante su hoja.

Sin embargo, uno de los ladrones logró acercarse lo suficiente para lanzar una daga directamente hacia Daiki. En un acto reflejo, Daiki desvió la daga con su katana, pero no sin recibir un pequeño corte en el brazo.

"Vaya, son más hábiles de lo que pensaba", murmuró Daiki, limpiándose la sangre del corte.

Justo cuando parecía que Daiki estaba a punto de derrotar al último de los intrusos, una figura encapuchada apareció en la puerta. Era el líder de los ladrones, y su mirada estaba fija en Daiki.

"Tu fin ha llegado, Daiki Talloran", declaró el líder con una voz fría y calculada.

Daiki levantó su katana, preparándose para el enfrentamiento final. "Eso está por verse", respondió, sus ojos llenos de determinación y fuego.

El líder se lanzó con uno de los otros ladrones hacia Daiki. Con rapidez, Daiki golpeó a ambos, demostrando su destreza y fuerza. Sin embargo, en medio del combate, sintió un líquido caliente bajar por su pecho. Entre el lado izquierdo y derecho del tórax, vio a otros dos ladrones detrás de él, cada uno con una daga que había perforado sus pulmones.

Daiki retrocedió, jadeando, pero no permitió que el dolor lo derrotara. Con un movimiento preciso de su katana, cortó las armas que lo habían herido. Luego, con una sonrisa que mezclaba burla y desafío, puso el mango de su katana en la sien de uno de los atacantes.

"¿Es esto todo lo que tienen?" dijo Daiki, su voz ronca pero firme. "Incluso mal herido, soy más fuerte que todos ustedes juntos."

Los ladrones se miraron entre sí, dudando. La confianza de Daiki, incluso en su estado debilitado, los hacía cuestionar su misión. Aprovechando su vacilación, Daiki atacó nuevamente. Sus movimientos eran más lentos debido a las heridas, pero cada golpe era preciso y letal.

El líder de los ladrones, viendo a sus hombres caer uno tras otro, frunció el ceño. "¡Acaben con él de una vez!" gritó, lanzándose de nuevo hacia Daiki. Pero Daiki estaba preparado. Con una serie de movimientos rápidos, desarmó al líder y lo derribó al suelo.

A pesar de su estado, Daiki se mantuvo erguido, su katana aún firme en su mano. "Este castillo y sus habitantes están bajo mi protección. No permitiré que nadie les haga daño."

Los ladrones restantes, viendo que su líder había sido derrotado, huyeron del castillo. Daiki, ahora solo en el comedor, finalmente permitió que el dolor lo alcanzara. Cayó de rodillas, jadeando por aire, pero con una sensación de triunfo en su corazón.

En ese momento, Darkness y sus padres entraron en el comedor, habiendo escuchado el ruido de la batalla. Al ver a Daiki herido pero victorioso, se apresuraron a su lado.

"Daiki," dijo Darkness, sus ojos llenos de preocupación. "Tenemos que curarte de inmediato."

Daiki sonrió débilmente, aún sosteniendo su katana. "Estoy bien," murmuró. "Solo... necesito un poco de descanso."

Darkness, con expresión de enojo y preocupación, ayudó a Daiki a levantarse. Aunque era una reina educada y siempre mostraba compostura, esta vez su paciencia se había agotado. Mientras lo sostenía, no pudo evitar dejar escapar su frustración.

"¡Eres tan terco!" exclamó Darkness, y con un movimiento rápido, le dio un golpe en el costado derecho. Daiki se dobló ligeramente por el impacto, el dolor se sumó al que ya sentía por sus heridas.

"Eso fue por tu ego desmesurado," dijo Darkness, con voz firme. "No puedes seguir actuando así, Daiki. Eres valiente, pero también tienes que ser sensato."

Daiki, sorprendido por el golpe, miró a Darkness con una mezcla de asombro y arrepentimiento. Sabía que tenía razón, pero su orgullo le impedía admitirlo abiertamente.

"Lo siento," murmuró finalmente, mientras Darkness lo guiaba con cuidado hacia una habitación donde pudieran tratar sus heridas. "Solo quería protegerlos."

Darkness suspiró, suavizando un poco su tono. "Lo sé, Daiki. Y estamos agradecidos. Pero tienes que cuidarte también. No eres invencible, y te necesitamos en una pieza."

Con la ayuda de Darkness, Daiki se recostó en una cama. Mientras los curanderos se apresuraban a atenderlo, Darkness se quedó a su lado, asegurándose de que entendiera la seriedad de su situación. A pesar de su enojo, su preocupación por él era evidente.

"Prométeme que serás más cuidadoso," dijo Darkness, tomando su mano. "No podemos perderte."

Daiki asintió, apretando suavemente su mano en respuesta. "Lo prometo," dijo, su voz más suave y sincera. "Haré lo mejor que pueda."

Y así, bajo la atenta mirada de Darkness, Daiki comenzó su recuperación, decidido a no repetir los mismos errores y a demostrar que podía ser tanto un guerrero valiente como un protector sensato.

Mientras los curanderos terminaban de aplicar los vendajes en el cuerpo de Daiki, él observó a Darkness, que también estaba ayudando a cubrir algunas de sus heridas. A pesar del dolor y la incomodidad, una pequeña sonrisa se asomó en su rostro.

"No sé si podré cumplir esa promesa," murmuró, mirando a Darkness con una mezcla de desafío y vulnerabilidad. Su sonrisa era débil, cargada de la incertidumbre que sentía sobre su capacidad de seguir adelante, especialmente después de haber sido herido de esa manera.

Darkness, al escuchar sus palabras, se detuvo por un momento, sus ojos encontrando los de Daiki. Con un gesto suave, terminó de ajustar el último vendaje en su brazo antes de hablar.

"Daiki," dijo con una voz firme pero llena de comprensión, "Las promesas no siempre se cumplen de la manera en que las imaginamos. A veces, solo cumplirlas de la mejor forma que podemos ya es suficiente. Lo importante es que sigas adelante, que no te rindas."

Se inclinó ligeramente, acercándose un poco más a él, y continuó en un tono más suave. "No estás solo en esto. No tienes que cargar con todo el peso tú mismo. Si no puedes cumplir esa promesa por ti mismo, entonces cúmplela por aquellos que creen en ti, por aquellos que te necesitan. Y si alguna vez sientes que no puedes seguir, recuerda que siempre habrá alguien a tu lado para ayudarte."

Daiki, sintiendo el calor y la sinceridad en sus palabras, asintió lentamente. Aunque su orgullo seguía lastimado, la conexión y el apoyo de Darkness le dieron una pequeña chispa de esperanza y determinación para seguir adelante, a pesar de las dudas que pudieran surgir.

La habitación de Daiki Talloran se llenó de moscas gigantes, creando una atmósfera inquietante. Daiki, aún debilitado, se levantó un poco y vio a un ladrón entrando por la ventana. Con rapidez, apartó a Darkness de la trayectoria del ataque, pero no pudo evitar que el ladrón lo alcanzara.

El ladrón, con precisión letal, cortó la piel de Daiki desde el pecho hacia abajo, replicando el mismo corte que le había hecho a Victor. Al notar la pierna vendada de Daiki, el ladrón perforó el tendón con dos apuñaladas rápidas, haciendo que Daiki perdiera el equilibrio. Sin piedad, el ladrón perforó el cuello de Daiki, provocando un coágulo de sangre, y luego atravesó su cráneo.

Con su misión cumplida, el ladrón escapó rápidamente, dejando a Daiki gravemente herido y luchando por su vida.

Darkness cayó de rodillas junto a Daiki, su corazón palpitando con una mezcla de pánico y desesperación. La sangre se extendía por el suelo, empapando sus ropas y manos mientras intentaba detener el flujo con desesperación. Sabía que Daiki estaba al borde de la muerte, y la gravedad de la situación la golpeó con fuerza.

A pesar de su entrenamiento, del poder que había acumulado como reina, en ese momento se sintió impotente. Las moscas gigantes seguían zumbando a su alrededor, pero su mente estaba completamente enfocada en Daiki. La vida se escapaba de él rápidamente, y ella estaba a punto de perderlo.

Las lágrimas llenaron los ojos de Darkness mientras sostenía su cuerpo, buscando desesperadamente una solución, una forma de salvarlo. Podía sentir su energía desvanecerse, y un dolor profundo se clavó en su corazón. No podía permitir que muriera, no después de todo lo que habían pasado.

Con manos temblorosas, trató de usar su poder para sanar sus heridas, pero las heridas eran demasiado graves, demasiado profundas. Sabía que necesitaría ayuda, pero en ese momento, todo lo que podía hacer era quedarse a su lado, luchando contra el tiempo y la muerte misma para mantenerlo con vida.

Daiki, inmóvil y atrapado en un dolor indescriptible, apenas podía enfocar su mirada en Darkness. Sentía como si su cuerpo estuviera paralizado, incapaz de responder, cada respiración era un esfuerzo titánico. A medida que la oscuridad comenzaba a envolver su visión, su único consuelo era la presencia de Darkness a su lado.

Aunque las palabras no salían de su boca, sus ojos decían todo lo que su cuerpo no podía expresar: un profundo agradecimiento, un arrepentimiento silencioso por no poder cumplir sus promesas, y un amor que nunca había llegado a confesar del todo. Darkness, con lágrimas en los ojos, entendía lo que él quería decirle. Sabía que estaba luchando, que no quería dejarla, pero la muerte estaba a punto de reclamarlo.

En esos últimos instantes, Daiki sintió una extraña paz. El dolor persistía, pero el ver a Darkness allí, a su lado, le dio una última chispa de fortaleza. Con un esfuerzo sobrehumano, movió sus labios en un intento de pronunciar su nombre, pero solo logró un susurro débil, casi inaudible. Sin embargo, Darkness lo escuchó, y eso fue suficiente para él.

El portal oscuro envolvió a Daiki, arrastrándolo a un lugar desconocido. La fuerza del portal era abrumadora, y aunque Darkness intentó resistir, sus esfuerzos fueron en vano. En cuestión de segundos, Daiki fue absorbido completamente, desapareciendo de su lado.

Daiki cayó en un vacío sin fin, rodeado por una oscuridad absoluta. No había sonido, ni luz, ni siquiera una sensación de tiempo. Solo una nada infinita que lo envolvía por completo. Sus sentidos estaban confundidos, y su mente luchaba por comprender qué estaba sucediendo.

Mientras flotaba en este abismo, una voz susurrante, fría y distante, comenzó a resonar en su mente. "Este es el lugar donde las almas perdidas vagan... un limbo entre la vida y la muerte." La voz era familiar, pero a la vez, desconocida. Daiki intentó moverse, pero su cuerpo no respondía, atrapado en la negrura que lo rodeaba.

A medida que la voz se desvanecía, Daiki sintió una presencia que lo observaba desde las sombras, una entidad antigua y poderosa, esperando en silencio.

Daiki escuchó las voces provenientes de las sombras pegajosas que lo rodeaban. Sus palabras resonaban en su mente, llenas de un eco oscuro y distorsionado.

"Hijo de Karla'k..." repetían una y otra vez, susurrando en un tono gélido que hacía que la piel de Daiki se erizara. "Tu padre es nuestro creador, el señor del caos. Nacidos de su voluntad, nosotros somos su legado, sombras vivientes que devoran la luz."

Las figuras amorfas y negras comenzaron a moverse lentamente a su alrededor, sus formas indefinidas se retorcían como si estuvieran vivas, cambiando y fluctuando constantemente. Aunque no tenían rostros, Daiki podía sentir la intensidad de sus miradas fijas en él, como si esperaran algo.

"Somos el caos que Karla'k dejó atrás, sus hijos perdidos. Y tú, como su descendiente, debes reclamar tu lugar entre nosotros... o serás consumido por nuestra oscuridad eterna."

Las voces se intensificaron, formando un coro de susurros que envolvía a Daiki, apretando su mente. Podía sentir cómo la oscuridad intentaba infiltrarse en su ser, como si las sombras quisieran absorber su esencia.

Daiki sintió un dolor agudo y abrasador cuando una masa negra con tentáculos comenzó a introducirse en sus heridas. Los tentáculos eran fríos y pegajosos, invadiendo su cuerpo, alma y mente como si estuvieran buscando algo más profundo, algo que resonara con la oscuridad que había heredado de su padre, Karla'k.

A medida que la masa negra se desplazaba dentro de él, Daiki experimentó una mezcla de sensaciones: un dolor insoportable mezclado con una extraña sensación de poder. La sombra que se infiltraba en su ser intentaban corromperlo desde dentro, buscando dominar su voluntad, llevarlo al límite de su resistencia. Su mente se llenó de visiones de caos y destrucción, imágenes que parecían intentar quebrantar su determinación.

Sin embargo, en lo más profundo de su ser, una chispa de resistencia se encendió. Aunque el dolor era casi insoportable y la influencia de las sombras trataba de hundirlo en la desesperación, Daiki luchó con todas sus fuerzas por mantener el control. No quería sucumbir al legado oscuro de su padre, no quería ser consumido por el caos.

Mientras las sombras se movían dentro de él, Daiki intentó aferrarse a los recuerdos de sus propios logros y batallas, a las promesas que había hecho y a las personas que le importaban. Darkness, la joven reina que le había mostrado un atisbo de otra vida, la familia que había jurado proteger. Con cada recuerdo, intentaba empujar las sombras hacia atrás, luchando por no perderse en la oscuridad que amenazaba con devorarlo por completo.

A pesar de la invasión de las sombras, Daiki se negó a ceder. La batalla no era solo por su cuerpo, sino por su alma. Y aunque estaba gravemente herido, sabía que aún tenía una oportunidad de resistir.

Dentro de la mente de Daiki, todo era un abismo oscuro y sin forma, una vasta extensión donde él flotaba sin dirección. De repente, la presencia de la criatura se manifestó, una masa informe y oscura que se movía con una malevolencia casi palpable. Daiki, atrapado en este plano mental, se encontraba cara a cara con la entidad que había invadido su cuerpo, regenerando sus heridas pero dejando una inquietante sensación de incertidumbre.

Daiki, con su voz resonando en la negrura, preguntó con firmeza: "¿Qué es lo que quieres?"

La criatura, susurrante y con una voz que parecía salir de todas partes y ninguna a la vez, respondió: "Quiero entender más del hijo de Karla'k. He sentido tu poder, tu furia, y tu conexión con el caos. Supongo que vendría bien enseñarte técnicas parecidas a un poder muy poderoso, uno que te permita dominar a tus enemigos y sembrar el caos a un nivel que ni siquiera tú has imaginado."

Daiki frunció el ceño, sintiendo una mezcla de desconfianza y curiosidad. "¿Por qué harías eso? ¿Qué ganas tú con enseñarme algo así?"

La criatura se movió, sus tentáculos ondulando lentamente como si saboreara cada palabra. "Gano la satisfacción de ver el legado de Karla'k en su máxima expresión. Eres su hijo, y dentro de ti está el potencial para desatar un poder que podría cambiar el curso del universo. Además, si tu poder crece, mi influencia sobre ti también lo hará. Nos convertiremos en algo más que aliados... seremos uno solo, una fuerza indomable."

Daiki sintió un escalofrío recorrer su mente. La propuesta de la criatura no era simplemente un regalo, sino un pacto oscuro que podría costarle su propia esencia. Sin embargo, la tentación de obtener un poder más allá de lo que había conocido era difícil de ignorar. Sabía que la situación era delicada y que cualquier decisión que tomara podría cambiar su destino para siempre.

"¿Qué tipo de técnicas?" preguntó Daiki, queriendo conocer más antes de tomar una decisión.

La criatura se rió suavemente, un sonido que resonó como un eco siniestro en la oscuridad. "Técnicas que manipulan el caos, que transforman la materia, el tiempo y el espacio a tu voluntad. Serás capaz de alterar la realidad misma, de doblegar a tus enemigos y de imponer tu voluntad sobre todo lo que existe. Pero... todo tiene un precio."

Daiki sabía que no podía confiar completamente en la criatura, pero también reconocía que el poder que le ofrecía era real. La cuestión era si estaba dispuesto a pagar el precio que se requería.

"¿Estás dispuesto a aceptar lo que te ofrezco?" preguntó la criatura, extendiendo sus tentáculos hacia Daiki, como si le ofreciera una mano para sellar el pacto.

Daiki se quedó en silencio, considerando sus opciones. Sabía que cualquier decisión que tomara ahora marcaría el comienzo de una nueva era, tanto para él como para aquellos que dependían de él.

Daiki, con una sonrisa irónica en su rostro, miró a la criatura y dijo con seguridad: "Con que me enseñes a crear algo parecido al Infernal Eternal que creó el maldito de Victor, me es suficiente."

La criatura pareció detenerse un instante, como si estuviera considerando la propuesta de Daiki. Luego, una risa oscura y gutural resonó en la mente de Daiki, un sonido que vibraba en las profundidades de su ser.

"Interesante... muy interesante," respondió la criatura, sus tentáculos moviéndose lentamente, casi con deleite. "El Infernal Eternal es una técnica que alberga un poder inmenso, uno que encierra el fuego del infierno y la eternidad misma en un solo golpe. No es fácil de replicar, pero... si estás dispuesto a aceptar mi guía, te mostraré cómo dominar algo similar. Pero recuerda, dominar tal poder requerirá un sacrificio... de tu energía, tu tiempo, y tal vez... algo más."

Daiki, manteniendo su sonrisa, asintió. "Lo que sea necesario. No me importa el precio si significa que podré enfrentarme a Victor en igualdad de condiciones. Quiero que sufra, que sienta el verdadero poder del hijo de Karla'k."

La criatura, complacida, comenzó a manifestar en la mente de Daiki las imágenes y sensaciones necesarias para comenzar a comprender la esencia de la técnica que deseaba. Era una mezcla de poder destructivo, manipulación del tiempo y una conexión profunda con las fuerzas más oscuras del universo.

"Primero, debes aprender a canalizar el caos y el fuego interno de manera controlada," dijo la criatura, mientras Daiki comenzaba a sentir un calor abrasador en su pecho, como si un fuego inmortal estuviera encendiéndose dentro de él. "Visualiza el fuego del infierno, pero no como una fuerza destructiva sin sentido, sino como una herramienta que puedes moldear y dirigir con precisión."

Daiki cerró los ojos, concentrándose en las instrucciones de la criatura. Podía sentir la energía fluir dentro de él, una mezcla de su propio poder y la influencia de la criatura. Sabía que estaba caminando por una línea peligrosa, pero la promesa de adquirir un poder que rivalizara con el de Victor era demasiado tentadora.

"Cuando hayas dominado este primer paso, estarás listo para aprender la técnica en su totalidad," concluyó la criatura. "Y entonces, hijo de Karla'k, el mundo verá la verdadera oscuridad que llevas dentro."

Daiki abrió los ojos, una nueva determinación ardiendo en ellos. Sabía que estaba en el camino correcto, uno que lo llevaría a enfrentarse a su enemigo con un poder más allá de cualquier cosa que hubiera conocido antes.

Daiki, mientras visualizaba la técnica, experimentaba un cambio profundo en su percepción de la realidad. El fuego interno que había comenzado a arder en su pecho se apagó repentinamente, dejando lugar a una sensación de vacío y presión en su cuerpo. La técnica requería un enfoque completamente diferente: la manifestación del "Infinito Negativo" y la manipulación de un poder casi imperceptible.

A medida que Daiki se concentraba, comenzó a notar la aparición de cortes a presión en el aire a su alrededor. Estos cortes eran como fracturas en el tejido mismo de la realidad, visibles solo para él. La presión era intensa, casi abrumadora, y parecía que cualquier movimiento en falso podría desestabilizar todo a su alrededor.

Para manifestar esta técnica, Daiki necesitaba entender y aplicar el concepto del infinito negativo, una fuerza que contrarrestaba y rompía la realidad en un nivel fundamental. Imaginaba números abstractos, fórmulas matemáticas que parecían no tener sentido, pero que eran la clave para desbloquear el verdadero poder de la técnica.

Mientras concentraba su mente en estas cifras infinitas, Daiki empezó a ver cómo se formaban puntos de quiebre en la realidad a medida que los números se entrelazaban. Estos puntos eran como burbujas de vacío en el espacio-tiempo, donde la realidad misma parecía ceder y abrirse a nuevas posibilidades.

La fuerza que estaba manipulando era casi imposible de ver, un flujo de energía que solo existía en el nivel más abstracto. Daiki podía sentir cómo esta fuerza interaccionaba con su propio cuerpo y el entorno, creando un equilibrio delicado entre lo visible y lo invisible. Era una danza de poder que requería una precisión extrema.

El proceso era doloroso y exigente. Cada vez que Daiki intentaba formar el poder, la presión sobre su cuerpo y mente se intensificaba. Sentía como si cada célula de su cuerpo estuviera siendo estirada al límite, pero también como si estuviera tocando el borde del infinito mismo.

Finalmente, Daiki logró concentrar el infinito negativo en un punto específico. El aire a su alrededor se volvió denso y pesado, y los cortes a presión se alinearon en una formación precisa. Con un último esfuerzo, canalizó toda la energía y la fuerza que había acumulado en un único ataque devastador.

La realidad se rompió y se reconfiguró en el momento en que liberó el poder, creando una explosión de energía que no solo destruyó el espacio a su alrededor, sino que también dejó una impresión duradera en el tejido del universo mismo. La técnica era un testimonio del poder absoluto que había logrado dominar, una fuerza que rivalizaba con la de cualquier entidad cósmica.

Ya teniendo en cuenta como hacerlo, tenía que utilizar algo más rápido con tal de invocar su habilidad rápido.

Daiki, en busca de una forma más sencilla de manifestar la técnica poderosa que estaba desarrollando, decidió experimentar con una postura más accesible. Optó por utilizar un solo dedo alzado como un punto focal para concentrar su energía.

Con el dedo apuntando hacia el cielo, Daiki cerró los ojos y visualizó la técnica en su mente. Se imaginó que el dedo era un canal a través del cual podía dirigir la inmensa energía que había aprendido a manejar. Esta postura le permitía concentrarse en un solo punto de emisión, simplificando el proceso al reducir el número de variables a controlar.

Al comenzar la manifestación, el dedo alzado comenzó a brillar con una intensidad creciente. Daiki enfocó su mente en el infinito negativo, canalizando la energía a través del pequeño punto de contacto. La visualización del proceso en su mente le permitió ajustar y afinar el flujo de poder con mayor precisión.

A medida que la energía se acumulaba, Daiki sintió cómo la presión y la tensión en el aire se concentraban alrededor del dedo. Los cortes a presión y las fracturas en la realidad empezaron a formarse nuevamente, pero esta vez eran más sutiles y controlables. La capacidad de manejar la técnica con un solo dedo permitió una mayor precisión y control, facilitando el proceso de manifestación.

Con una respiración profunda, Daiki activó la técnica, liberando un pulso de energía concentrada desde el dedo alzado. El ataque era menos devastador que la versión anterior, pero igualmente poderoso en su capacidad para alterar la realidad en un área focalizada. La explosión de energía creó un impacto visible que demostraba el potencial de la técnica en una forma más manejable.

Este enfoque simplificado le permitió a Daiki explorar y perfeccionar la técnica con mayor eficacia, brindándole una herramienta poderosa que podía usar con facilidad en situaciones de combate o desafío. La habilidad de manifestar la técnica de esta manera representaba un avance significativo en su dominio del poder, permitiéndole aplicar su fuerza de manera más flexible y estratégica.

Daiki, al considerar la sugerencia de la entidad sobre utilizar "caos", decidió modificar su enfoque. Pensó en la idea de "caos negativo" como una forma más adecuada de manifestar la técnica poderosa que estaba desarrollando.

Se concentró en la visualización del "caos negativo" como un principio fundamental para su técnica. En su mente, comenzó a conceptualizar cómo este nuevo tipo de energía podría ser canalizada y utilizada de manera efectiva.

Con el dedo alzado como punto de enfoque, Daiki se sumergió en la idea del "caos negativo". Imaginó esta energía como una fuerza primordial que podría crear desequilibrio y perturbación en la realidad, pero con un control preciso. El caos negativo era una forma de energía que no solo destruía sino que también reorganizaba y transformaba, permitiéndole manipular el entorno a su favor.

Daiki ajustó su postura mental y comenzó a canalizar el caos negativo a través de su dedo. El proceso de visualización le permitió adaptar la técnica, generando una forma de energía que era más adecuada para sus necesidades y su estilo de combate.

A medida que la energía del caos negativo se acumulaba, Daiki notó que el impacto en la realidad era más versátil. La técnica le permitía crear distorsiones y perturbaciones en el espacio y el tiempo de una manera controlada, lo que le daba una ventaja estratégica en combate.

Finalmente, Daiki activó la técnica del caos negativo, generando un pulso de energía que alteró el entorno a su alrededor de manera efectiva. El resultado fue un ataque poderoso que combinaba la capacidad de destruir y transformar, dándole una herramienta valiosa para enfrentar cualquier desafío que se presentara.

Daiki despertó en una cama, sintiendo una sensación de alivio tras haber sido regenerado. A su lado, Darkness estaba visiblemente preocupada. Su rostro reflejaba una mezcla de alivio y ansiedad al ver que Daiki había vuelto a despertar.

Darkness se inclinó hacia él, con una voz llena de preocupación: "Daiki, gracias a los dioses estás despierto. Estabas en un estado crítico, no sabíamos si podrías volver a despertar."

Daiki, aún sintiendo la debilidad residual, intentó sonreír para tranquilizarla, aunque su cuerpo estaba agotado. "Gracias, Darkness. Fue una experiencia intensa, pero ahora tengo algo nuevo... una técnica que puede cambiar el curso de las cosas."

Darkness, aliviada pero aún tensa, asintió. "Te has enfrentado a mucho, y has aprendido mucho. Estoy aquí para apoyarte en lo que necesites. Lo más importante ahora es que te recuperes completamente."

Daiki miró a Darkness con una mezcla de gratitud y determinación. "Lo haré. Y cuando esté listo, enfrentaremos juntos lo que venga."

Darkness le dio una sonrisa reconfortante y se quedó a su lado, asegurándose de que Daiki tuviera todo lo necesario para su recuperación.

Con el paso de los meses, el tiempo en el universo donde se encontraba Daiki y Darkness avanzaba de manera diferente, y los lazos entre ellos se fortalecían. Darkness se sentía cada vez más atraída hacia Daiki, no solo por su valentía y fuerza, sino también por la profundidad de su carácter.

Daiki, por su parte, estaba familiarizándose con conceptos que antes le eran ajenos, como el amor y la conexión emocional. Aunque no comprendía completamente lo que sentía, su orgullo y determinación se mantenían intactos. Empezaba a notar que su relación con Darkness estaba cambiando, aunque aún no podía definirlo con claridad.

A medida que pasaba el tiempo, Darkness comenzó a mostrar signos de cariño y preocupación por Daiki más allá de lo habitual. La forma en que se cuidaban mutuamente, el tiempo que pasaban juntos y las conversaciones profundas que compartían se volvieron más frecuentes. Aunque Daiki seguía lidiando con su propio orgullo y confusión, no podía ignorar el impacto que Darkness tenía en su vida.

Un día, mientras estaban sentados juntos en un lugar tranquilo del reino, Darkness se volvió hacia Daiki con una expresión sincera. "Daiki, sé que hemos pasado por mucho y que nuestra relación ha cambiado. No puedo evitar sentir que hay algo más profundo entre nosotros."

Daiki, aún tratando de procesar sus sentimientos, la miró con seriedad. "No estoy seguro de lo que siento, pero sé que no quiero que esto termine. Hay algo en ti que me impulsa a ser mejor, y eso significa mucho para mí."

Darkness le sonrió con ternura, comprendiendo que el amor podía ser complicado y que ambos estaban aprendiendo juntos. "No importa lo que sea, lo importante es que estamos aquí el uno para el otro. Eso es lo que realmente importa."

A medida que continuaban su vida juntos, ambos comenzaron a aceptar y explorar estos sentimientos, descubriendo una conexión profunda y significativa que iba más allá del orgullo y la batalla.

Dos meses después de aquellos intensos acontecimientos, Darkness y Daiki decidieron tomarse un descanso merecido. Con la confianza plena en uno de sus generales más estimados, Darkness dejó el reino bajo su cuidado, asegurándose de que todo estuviera en buenas manos mientras ella y Daiki se alejaban por un tiempo.

Se dirigieron a la playa, un lugar donde podían relajarse y desconectarse de las responsabilidades que ambos cargaban. El aire fresco, el sonido de las olas rompiendo contra la orilla, y la sensación de la arena bajo sus pies ofrecían un contraste refrescante a la vida que llevaban en el reino.

Darkness caminaba a lo largo de la orilla, disfrutando de la tranquilidad del entorno. Daiki, por su parte, se mantenía a su lado, aunque su habitual seriedad y orgullo no se habían desvanecido del todo. Sin embargo, había algo en este lugar que le permitía bajar la guardia, aunque solo fuera un poco.

Mientras el sol comenzaba a ponerse, tiñendo el cielo de tonos anaranjados y rosados, Darkness se detuvo y miró a Daiki. "Este es uno de los pocos momentos en los que realmente podemos disfrutar de la paz, ¿verdad?"

Daiki asintió, contemplando el horizonte. "Es... diferente. No estoy acostumbrado a la tranquilidad, pero no lo rechazo. Es un cambio que... puedo aceptar."

Darkness sonrió, complacida de ver que Daiki, aunque fuera poco a poco, comenzaba a abrirse a nuevas experiencias y sentimientos. Sin decir más, se sentó en la arena, invitando a Daiki a hacer lo mismo.

Pasaron un rato en silencio, simplemente disfrutando de la compañía mutua y la belleza del paisaje. En esos momentos, sin necesidad de palabras, ambos comprendieron que lo que compartían iba más allá de la batalla, el poder o el orgullo. Estaban forjando un vínculo más profundo, uno que estaba enraizado en la comprensión, el respeto y, quizás, el amor.

Daiki miró el horizonte, donde el sol se desvanecía lentamente en el mar, y con una serenidad inusual en su voz, dijo: "Sí, este momento es el más lindo."

Darkness, sorprendida por la dulzura inesperada en sus palabras, lo observó con una suave sonrisa. Aquel guerrero que siempre había conocido por su fuerza y orgullo ahora se mostraba vulnerable, revelando un lado de sí mismo que pocos tenían el privilegio de ver.

Se acercó un poco más a Daiki, apoyando su cabeza en su hombro, disfrutando del silencio compartido, de la tranquilidad que ambos habían encontrado en ese instante. Era un momento que no requería más palabras, solo la presencia del otro y la simpleza de ese atardecer en la playa.

Daiki, con una sonrisa en su rostro y las manos en los bolsillos, caminaba lentamente por la orilla de la playa. Una ligera brisa acariciaba su cabello mientras un aura misteriosa comenzaba a rodearlo, apenas perceptible, pero cargada de una energía inusual. Mientras caminaba, su mente divagaba y, en voz baja, murmuró para sí mismo: "Me pregunto, Darkness, ¿qué tanto tuviste que superar para llegar hasta aquí?"

Sus pensamientos se centraban en la mujer que, aunque fuerte y decidida, había tenido que enfrentarse a sus propios desafíos y obstáculos en un mundo tan oscuro y peligroso como el suyo. Daiki, por primera vez, sentía una genuina curiosidad por el pasado de Darkness, queriendo entender más allá de la superficie, conocer la verdadera esencia de quien había llegado a conocer y respetar.

Darkness, caminando junto a Daiki, escuchó su murmullo y, sin dejar de mirar el horizonte, respondió en un tono suave pero lleno de significado: "Muchas cosas."

Sus palabras, aunque simples, cargaban un peso profundo. No había necesidad de más explicaciones en ese momento, ambos sabían que detrás de esas palabras había un pasado lleno de luchas, sacrificios y momentos que la habían moldeado en la persona que era ahora. Darkness, quien siempre había mostrado una fachada de fortaleza, dejó entrever por un instante la profundidad de sus propias cicatrices, mientras el sonido de las olas rompía suavemente en la orilla a sus pies.

Daiki se detuvo y esbozó una sonrisa, mirando hacia el mar. El suave sonido de las olas golpeando la orilla le proporcionó un momento de tranquilidad en medio de sus pensamientos. Sus ojos se posaron en el horizonte, pero su mente estaba enfocada en algo mucho más allá del paisaje. Mientras observaba el vasto océano, también visualizaba su próximo objetivo, como si el futuro se desplegara ante él en esas aguas infinitas.

Este momento de calma le permitió reflexionar, aunque su ambición y determinación no lo abandonaban. Darkness, a su lado, lo observó en silencio, entendiendo que, a pesar de la serenidad del lugar, la mente de Daiki seguía en movimiento, siempre buscando el siguiente desafío.

Mientras Daiki seguía absorto en sus pensamientos, Darkness se retiró en silencio, dejando que su amado disfrutara del momento a solas. Caminó rápidamente por las calles cercanas a la playa, dirigiéndose a un lugar específico en mente: una joyería de renombre, conocida por sus piezas exquisitas y únicas.

Al entrar, Darkness fue recibida por la suave luz que iluminaba las joyas, reflejándose en los anillos y collares como pequeñas estrellas. Ella sabía exactamente lo que buscaba. Exploró con cuidado, inspeccionando cada detalle, cada gema, hasta que encontró el anillo perfecto. Un anillo que no solo representaba su amor por Daiki, sino que también capturaba la esencia de su carácter orgulloso y fuerte.

La pieza era elegante y poderosa, una combinación de metal oscuro y una gema que parecía contener un fuego interno, brillando con intensidad. Sabía que este regalo sería algo que Daiki jamás olvidaría, un símbolo de su unión y de todo lo que habían superado juntos.

Con el anillo en su poder, Darkness sonrió para sí misma, sintiendo que había encontrado el regalo perfecto para el hombre que amaba. Con el corazón lleno de emoción, volvió a la playa, lista para sorprender a Daiki y darle un regalo que llevaría consigo para siempre.

Darkness llegó a la playa, viendo a Daiki sentado en la arena, con la mirada perdida en el horizonte donde el sol se encontraba con el mar. El brillo del sol al atardecer reflejaba una cálida luz dorada sobre él, resaltando su perfil firme y decidido. Parecía tan imperturbable como siempre, aunque Darkness sabía que debajo de esa fachada de orgullo y fortaleza había un hombre que había pasado por mucho y que, a su manera, la amaba profundamente.

Se acercó lentamente, sus pasos eran ligeros sobre la arena mientras sostenía la pequeña caja en su mano. Darkness se sentó a su lado sin decir una palabra, dejando que el silencio compartido fuera el preludio perfecto para lo que estaba a punto de hacer. Tomó una respiración profunda y extendió la caja hacia Daiki.

Cuando él notó el gesto, giró la cabeza para mirarla, algo sorprendido por la inesperada entrega. Darkness, con una sonrisa cálida y suave en su rostro, abrió la caja lentamente, revelando el anillo que había elegido para él.

"Daiki," dijo con una voz llena de sentimiento, "sé que el orgullo y la fuerza son parte de lo que te hace ser quien eres. Pero quería darte algo que simbolice lo que hemos construido juntos. Este anillo... es mi manera de decirte que, sin importar lo que pase, siempre estaré a tu lado."

Daiki observó el anillo en silencio, procesando las palabras de Darkness. Sus ojos reflejaban una mezcla de emociones que era difícil de describir. La mujer que había estado a su lado en los momentos más difíciles le estaba ofreciendo algo más que un simple anillo; le estaba ofreciendo una promesa de amor eterno.

Finalmente, Daiki tomó el anillo con una mano firme pero gentil, su mirada se suavizó mientras lo observaba con detenimiento. Después de un momento, sus ojos se encontraron con los de Darkness. No dijo nada, pero la expresión en su rostro decía más que mil palabras. Colocó el anillo en su dedo y volvió la mirada hacia el mar, ahora con una pequeña sonrisa en su rostro, una sonrisa que Darkness sabía que era solo para ella.

Darkness vio cómo las manos de Daiki temblaban mientras las llevaba a su boca, y las lágrimas comenzaron a correr por su rostro. Era la primera vez que lo veía tan vulnerable, tan humano, dejando que sus emociones fluyeran sin intentar ocultarlas tras su acostumbrado orgullo.

"Si... Acepto," dijo Daiki con una voz quebrada, llena de una mezcla de alegría y alivio. Darkness sintió que su corazón se llenaba de calidez al escuchar esas palabras. Sin decir nada, se acercó a él, envolviéndolo en un abrazo suave y lleno de amor.

Ambos permanecieron allí, abrazados en la arena, mientras el sol terminaba de esconderse en el horizonte. El sonido de las olas y la brisa marina eran el único testigo de ese momento tan íntimo y significativo para ellos.

El anillo brillaba en el dedo de Daiki, pero más que el oro y las gemas, lo que realmente brillaba en ese instante era la promesa que ambos acababan de sellar: una vida juntos, construida sobre el amor y la comprensión, superando cualquier obstáculo que pudiera presentarse.

Fin.