Era un hermoso sueño, sabía que tendría que despertar dentro de poco para poder bajar las velas de su navio, que aun se encontraba en el oceano, antes de llegar al muelle; pero no quería despertar, al menos no todavía, tan solo unos minutos mas.
En su sueño se veía a si misma como una gran pirata que poseía una enorme y a la vez leal tripulación, capaz de seguirla hasta el infierno, lo opuesto a la vigia en donde se encontraba completamente sola.
Una gran batalla se desarrollaba en su sueño, el oceano se veía convulcionado debido a los constantes bombardeos de los cañones de las fragatas y barcos de guerra de la marina britanica que combatían contra su armada, la armada de Clarabell Williams, la Reina de los Piratas. Se veía a si misma peleando con su enorme espada de ancha hoja contra los soldados del rey, aquellos viles traidores que los usaron para poder quitarle el oro a los españoles durante su guerra contra ellos, solo para despues darles caza como si fuesen animales salvajes y colgarlos bajo el cargo de criminales. Sin embargo en este sueño, ellos se veían impotentes e incapaces de hacerle daño a ella, a la jovencita de larga cabellera castaña cuyos ojos del mismo color largaban un vivaz brillo al ir matando a esos viles traidores. Aunque en su sueño se veía con una camisa bordó cubierta por una enorme casaca azul y unos pantalones negros, en la vigía poseía una camisa blanca, cuya suciedad la hacía ver un poco marrón, y unos pantalones castaños junto a unas largas medias blancas y unos mocacines marrones.
El pequeño velero en el que se encontraba acostada distaba mucho del enorme barco dorado que ella comandaba en su sueño, un barco en cuyas velas se encontraba dibujado el emblema de los piratas: un craneo junto a dos femures en forma de X.
Los enormes cañones disparaban contra los barcos enemigos, destruyendolos por completo mientras que Clarabell tomaba una soga que un valiente subordinado suyo le lanzaba y de un salto se balanceaba con esa vela pudiendo abordar el barco enemigo. Sosteniendo con sus dientes su sable mientras sonreía, soltó la soga y aterrizó en el suelo de madera mientras varios de los soldados del rey la rodeaban con intenciones de atacarla. En la vigia una sonrisa se dibujó en los labios de la dormida muchacha que masticaba una hoja de trigo mientras tenía sus dos brazos sobre la cabeza haciendole de almhoada.
Dando un rapido salto, logrando esquivar a uno de los soldados que se abalanzó sobre ella a sus espaldas, Clarabell tomó su espada y de un solo moviento atacó a uno de los soldados del rey quien se vió sorprendido ante sus rapidos movimientos, los demas soldados se mantuvieron de pie, atacando de uno en uno mientras que Clarabel los mataba con suma facilidad solo para despues ver como estos retrocedian debido a que un enorme capitán gordo, de larga barba y enorme nariz buscaba confrontarla. Sonriendo mientras cerraba sus ojos y se encogía de hombros, Clarabell aceptó el desafio. Aquel gordo capitán largó varios ataques que Clarabell pudo esquivar sin problema alguno, el primero fue hacia la cabeza; pero Clarabell lo esquivó con suma facilidad al agacharse. El segundo fue hacia el suelo, sin embargo un salto fue necesario para poder evitar que aquel barrigudo le hiciera daño. Respirando de manera agitada, aquel enorme Capitán se sentía cansado y Clarabell solo necesitó de un pequeño empujon con su dedo indice para tirarlo al suelo, haciendo que todos menos ella saltaran debido al temblor que provocó aquel impacto contra el suelo.
Viendo aquella gran proeza casi inimaginable por parte de la Reina de los Piratas, todos los presentes se arrodillaron ante ella, en eso una pequeño hamster de pelaje blanco con manchas castañas saltó a donde se enconraba ella y empezó a lamerle el rostro mientras que Clarabell reía y lo abrazaba. El sueño terminó al ver que Murray, el hamster de su sueño y que era lo único que poseía en la vigia, si la estaba lamiendo para que pudiese despertarse. Sonriendole con cariño, Clarabell se incorporó y lo saludó:
- Hola Pequeño, ¿Qué pasa, acaso tienes hambre?- Murray negó con su cabeza y le señaló el puerto al cual ella se acercaba. Sonriendo Clarabell asintió- ya, ya, entendí la indirecta amigo- levantandose mientras tomaba el sombrero rojo de capitán que se encontraba a su lado, Clarabell vio a la ciudad con valor y le dijo a Murray- es hora de buscar provisiones, !Raarhhh!
Cerrando sus ojos mientras colocaba su mano sobre su boca, Clarabell largó una pequeña risa de patan mientras que Murra solo se cruzaba de brazos y negaba con la cabeza en señal de resignación.