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Chapter 9 - Episodio 9: La heroína con entrenamiento

En una ciudad vibrante y bulliciosa, marcada por la mezcla cultural de sus habitantes, una heroína llamada Kiara se destacaba entre todos. Mitad japonesa y mitad peruana, Kiara era una figura de esperanza y fortaleza para muchos. Su largo cabello negro y su mirada decidida reflejaban su herencia diversa y su determinación inquebrantable.

Esa noche, el cielo estaba despejado y la luna llena iluminaba las calles. Kiara patrullaba los tejados, su traje ajustado y aerodinámico permitiéndole moverse con agilidad y gracia. De repente, escuchó un grito proveniente de un callejón cercano. Sin perder tiempo, Kiara se lanzó al vacío, aterrizando suavemente frente a una banda de delincuentes que acosaban a una familia.

"¡Aléjense de ellos!" ordenó con una voz firme. Los delincuentes, sorprendidos por su aparición, intentaron atacarla, pero Kiara se movió con una velocidad y fuerza sobrehumanas. Con un par de movimientos precisos, desarmó a los agresores y los dejó inconscientes en el suelo.

La familia, aún temblando de miedo, le agradeció con lágrimas en los ojos. "Estamos a salvo gracias a ti," dijo el padre, abrazando a sus hijos. Kiara sonrió con calidez, asegurándoles que estarían bien.

Mientras la familia se alejaba, Kiara se quedó unos momentos más, mirando el cielo estrellado. Sabía que su lucha por la justicia nunca terminaría, pero estaba dispuesta a enfrentar cualquier desafío. Con un último vistazo a la ciudad que juró proteger, se preparó para continuar su ronda nocturna, siendo una luz de esperanza en medio de la oscuridad.

Kiara decidió llevar su lucha por la justicia más allá de las fronteras de su hogar. Con su convicción y su deseo de ayudar a los necesitados, viajó a El Salvador para trabajar como heroína.

En su primer día en el país, Kiara se sumergió en la vibrante cultura salvadoreña, adaptándose rápidamente a su nuevo entorno. La gente la recibió con curiosidad y esperanza, ya que su reputación como una heroína fuerte y compasiva la precedía.

Esa tarde, Kiara se enteró de una situación urgente en un barrio de San Salvador. Un grupo de delincuentes había tomado control de una escuela, poniendo en peligro a los estudiantes y al personal. Sin dudarlo, Kiara se dirigió al lugar.

Al llegar, se movió sigilosamente por los alrededores, evaluando la situación. Con su habilidad para la estrategia y el combate, ideó un plan para neutralizar a los delincuentes sin poner en riesgo a los rehenes. Con movimientos rápidos y precisos, Kiara desarmó a los criminales y aseguró la seguridad de todos en la escuela.

Los estudiantes y maestros, llenos de gratitud, la aclamaron como una salvadora. Kiara, siempre modesta, simplemente sonrió y aseguró a todos que estaba allí para protegerlos. Su presencia en El Salvador pronto se convirtió en un símbolo de esperanza, inspirando a muchos a luchar por un futuro mejor.

En uno de sus recorridos por la ciudad, Kiara se encontró con dos jóvenes héroes de 22 años, Trapecio y Webitto. Ambos eran conocidos por su valentía y habilidad para enfrentar grandes dificultades. En ese momento, estaban entrenando en un parque, perfeccionando sus técnicas y fortaleciendo sus habilidades.

Kiara se acercó a ellos, observando su entrenamiento con interés. Trapecio, con su agilidad acrobática, y Webitto, con su capacidad para tejer redes de energía, eran un dúo formidable. Al notar la presencia de Kiara, los dos jóvenes se detuvieron y la saludaron con entusiasmo.

"¡Es un honor conocerte, Kiara!" dijo Trapecio, mientras Webitto asentía con una sonrisa.

Kiara sonrió y respondió: "El honor es mío. He oído hablar mucho de ustedes y su valentía."

Mientras charlaban, Kiara mencionó su deseo de tener poderes. "Quisiera tener poderes, pero creo que con mi fuerza y todo está todo bien."

Trapecio, admirando la humildad y la determinación de Kiara, respondió: "No necesitas poderes para ser una gran heroína. Tu fuerza, habilidades y tu corazón son más que suficientes."

Webitto agregó: "Lo que realmente importa es cómo usas lo que tienes para ayudar a los demás. Y tú ya estás haciendo una diferencia."

Las palabras de sus nuevos compañeros fortalecieron la determinación de Kiara. Sabía que, con o sin poderes, su misión de proteger y ayudar a los necesitados continuaría siendo su prioridad. Juntos, los tres héroes formaron un equipo poderoso, dispuestos a enfrentar cualquier desafío que El Salvador les presentara.

José, Melisa y Sebas llegaron a la academia, la cual brillaba con una energía nueva y vibrante. El edificio estaba reluciente, con jardines bien cuidados y estudiantes llenos de vida y entusiasmo. Al cruzar las puertas, fueron recibidos con miradas curiosas de todos los presentes.

Los estudiantes y el personal los observaban, intrigados por los recién llegados que, aunque desconocidos, despertaban una extraña sensación de familiaridad en todos. José, Melisa y Sebas se sentían como si estuvieran en un hogar que habían conocido en otro tiempo.

Un profesor se acercó a ellos, ofreciéndoles una bienvenida cordial. "Bienvenidos a la academia. ¿De dónde vienen?" preguntó, tratando de entender quiénes eran esos visitantes misteriosos.

José, aún impactado por la familiaridad del lugar, respondió: "Es una historia larga... pero estamos aquí para ayudar y aprender."

Mientras recorrían los pasillos de la academia, José no podía evitar recordar las historias y el legado de su padre. Sabía que su misión aquí no solo era cambiar el futuro, sino también encontrar la redención para su familia. Con Melisa y Sebas a su lado, estaban listos para enfrentar cualquier desafío que se presentara en esta nueva etapa de su viaje.

En ese momento, las puertas de la academia se abrieron nuevamente, y Víctor y Luci entraron. Luci, con su enfoque en los estudios, se dirigió hacia las aulas para continuar su formación. Víctor, por otro lado, estaba allí para compartir su conocimiento y experiencia con los estudiantes.

Al ver a Víctor y Luci, José sintió una mezcla de emociones. Observó cómo su padre interactuaba con los estudiantes, ayudándolos a entender conceptos complejos y mostrándoles técnicas avanzadas. A pesar de su mirada a veces perdida, Víctor estaba comprometido a hacer una diferencia positiva en las vidas de esos jóvenes.

Luci, por su parte, se sumergió en sus estudios, dedicándose con pasión a su aprendizaje. La presencia de ambos en la academia aportaba una energía especial, y su compromiso con el progreso y la educación se sentía en todo el lugar.

José, Melisa y Sebas se sintieron inspirados por la dedicación de Víctor y Luci. Sabían que tenían mucho que aprender de ellos y que, juntos, podían trabajar para lograr un futuro mejor.

En una reunión especial con todos los estudiantes y el personal de la academia reunidos en el auditorio principal, Víctor se dirigió al frente del escenario. Con una mirada de determinación y una sonrisa amable, tomó el micrófono para hacer un anuncio importante.

"Queridos estudiantes y colegas," comenzó Víctor, "hoy tengo el honor de presentarles a una nueva estudiante que se unirá a nosotros. Ella ha demostrado ser una heroína increíble y estoy seguro de que será una gran adición a nuestra academia."

Con un gesto, invitó a Kiara a subir al escenario. La joven, mitad japonesa y mitad peruana, caminó con confianza hacia el centro, recibiendo una cálida bienvenida. Los aplausos resonaron en el auditorio mientras ella sonreía tímidamente.

"Esta es Kiara," continuó Víctor, "una heroína valiente y dedicada que ha viajado desde lejos para unirse a nosotros. Estoy seguro de que todos aprenderemos mucho de ella, y estoy emocionado de ver cómo contribuirá a nuestra comunidad."

Kiara, tomando el micrófono, agradeció a Víctor y a todos los presentes. "Es un honor estar aquí," dijo. "Espero aprender tanto como pueda y también compartir mis experiencias con ustedes. Juntos, podemos hacer una gran diferencia."

Los estudiantes y el personal aplaudieron nuevamente, emocionados por la llegada de Kiara. José, Melisa y Sebas intercambiaron miradas de aprobación, sintiendo que con cada nuevo miembro, su misión y su lucha por un futuro mejor se fortalecían aún más.

Después de las palabras de bienvenida, Víctor invitó a Kiara a dar una demostración de sus habilidades para que todos pudieran conocer su destreza en combate. Con una sonrisa, Kiara aceptó el desafío y miró a la audiencia.

"Para mostrarles lo que puedo hacer, me gustaría enfrentarme a uno de ustedes en una demostración amistosa," anunció Kiara, escaneando la multitud. Sus ojos se detuvieron en un joven sentado hacia la parte de atrás del auditorio. "Tú, chico de la camiseta azul, ¿te gustaría ser mi oponente?"

La sorpresa cruzó el rostro de José, pero rápidamente se levantó y se dirigió al frente con determinación. "Claro, será un honor," respondió, mientras los estudiantes murmuraban con expectación.

Víctor y los otros profesores se aseguraron de que el área estuviera segura para la demostración, y pronto, José y Kiara se encontraron frente a frente en el centro del escenario. Ambos adoptaron posturas de combate, listos para empezar.

Kiara inició con una serie de movimientos ágiles y precisos, demostrando su habilidad y velocidad. José, aunque sorprendido por su destreza, se defendió hábilmente, utilizando su propio entrenamiento y experiencia. Los dos intercambiaron ataques y contraataques, mostrando un nivel de respeto mutuo y profesionalismo.

La audiencia observaba en silencio, impresionada por la habilidad de ambos combatientes. Después de unos minutos intensos, Kiara sonrió y retrocedió, levantando una mano en señal de tregua. "Eres muy bueno, chico," dijo, con admiración en su voz. "Estoy emocionada de aprender y entrenar junto a todos ustedes."

José, respirando con dificultad pero sonriendo, respondió: "Lo mismo digo. Por cierto, me llamo José."

Kiara asintió, agradecida por la información. "Gracias, José. Bienvenida a la academia."

Los estudiantes aplaudieron con entusiasmo, y Víctor, observando la interacción, se sintió orgulloso de ambos. La demostración no solo había mostrado las habilidades de Kiara, sino también había fortalecido el espíritu de comunidad y colaboración en la academia.

Después de las palabras de bienvenida y la selección de su oponente, Kiara y José se dirigieron al campo de combate de la academia. El área estaba preparada específicamente para duelos y entrenamientos, proporcionando un entorno seguro y controlado para que los estudiantes pudieran demostrar sus habilidades.

Kiara, con una expresión seria y concentrada, adoptó una postura de combate. Sus movimientos eran precisos y calculados, mostrando su experiencia y dedicación al entrenamiento. José, por su parte, se preparó con una mezcla de nervios y determinación, consciente de que esta demostración no solo era para probarse a sí mismo, sino también para dar la bienvenida a una nueva compañera.

El silencio en el campo de combate era palpable, con todos los espectadores atentos a cada movimiento. Víctor, observando desde un lado, dio la señal para comenzar.

Kiara no perdió tiempo y avanzó con una serie de ataques rápidos y precisos. José respondió con movimientos defensivos, bloqueando y esquivando los golpes mientras buscaba una oportunidad para contraatacar. La intensidad del combate aumentó, y ambos demostraron su habilidad y táctica.

A pesar de su seria expresión, Kiara mantenía un profundo respeto por su oponente. José, por su parte, se esforzaba al máximo, consciente de que estaba frente a una heroína experimentada. Los golpes resonaban en el campo de combate, y cada movimiento era seguido con atención por los estudiantes y el personal.

El combate entre Kiara y José continuaba con una intensidad creciente. Ambos se movían con agilidad y precisión, intercambiando ataques y defensas en un duelo que capturaba la atención de todos los presentes. En un momento crítico, Kiara lanzó un golpe contundente a la cabeza de José, obligándolo a retroceder.

José, sintiendo la presión del combate y la necesidad de responder con todo su poder, se llenó de determinación. Con un grito que resonó por todo el campo de combate, dijo: "¡Ira Dansandankai!" De repente, sus músculos se tensaron, rompiendo el suelo a su alrededor mientras su cuerpo comenzaba a brillar en fuego.

Víctor, observando desde el borde del campo, se quedó boquiabierto. Reconoció la técnica de inmediato, una técnica que él mismo había utilizado en el pasado. "¿Cómo es posible que ese chico conozca y pueda utilizar mi técnica?" se preguntó en voz baja, sorprendido y curioso a la vez.

La audiencia observaba con asombro mientras José, ahora envuelto en una aura de fuego, avanzaba hacia Kiara con renovada energía. Cada uno de sus movimientos parecía más poderoso y preciso, impulsado por la ira canalizada a través de la técnica.

Kiara, aunque sorprendida por la transformación de José, no se dejó intimidar. Se preparó para enfrentar el nuevo nivel de poder de su oponente, manteniendo su postura de combate y concentración. Los dos se lanzaron de nuevo a la batalla, con golpes y ataques que sacudían el campo de combate.

El duelo se había convertido en un verdadero espectáculo de habilidades y poder, mostrando no solo la destreza de Kiara y José, sino también el legado de las técnicas transmitidas en la academia. Los estudiantes y profesores observaban en silencio, admirando la intensidad y el espíritu de lucha de ambos combatientes.

El combate entre Kiara y José se intensificaba con cada segundo que pasaba. Ambos luchadores se movían con una precisión y una ferocidad que mantenían a todos los espectadores al borde de sus asientos.

Kiara lanzó un golpe contundente al estómago de José, haciéndolo retroceder momentáneamente. La fuerza del impacto resonó en el campo de combate, mostrando la destreza y el poder que Kiara poseía.

Sin embargo, José, impulsado por la técnica de Ira Dansandankai, rápidamente recuperó su compostura. Con una determinación feroz, contraatacó con un golpe directo a la cabeza de Kiara. El impacto fue fuerte, y Kiara se tambaleó brevemente, demostrando la intensidad del golpe.

La multitud observaba con asombro cómo ambos combatientes se mantenían firmes, a pesar de los duros golpes que intercambiaban. Era un testimonio de su resistencia y habilidades excepcionales. Cada movimiento, cada ataque y cada defensa era una demostración de la dedicación y el entrenamiento que habían recibido.

Kiara, sin perder tiempo, se lanzó de nuevo al ataque, y José respondió con igual fervor. El campo de combate se convirtió en un escenario de pura destreza, con ambos luchadores demostrando por qué eran considerados entre los mejores.

Víctor, observando desde el borde del campo, sentía una mezcla de orgullo y preocupación. Sabía que este combate no solo era una demostración de habilidades, sino también una prueba de carácter y determinación para ambos.

En medio del combate, la tensión alcanzaba su punto máximo. Con un grito de concentración y determinación, José lanzó un ataque de energía: "¡Blaster Solar!" La técnica, otra firma de Víctor, salió disparada con una energía formidable, dejando a Víctor asombrado y atónito. "¿Cómo puede este chico usar mis técnicas?" se preguntó, incrédulo, mientras observaba el ataque impactar en la espalda de Kiara.

La explosión resultante dejó una herida leve en Kiara, que fue lanzada volando hacia la dirección donde se encontraba José. Sin perder un segundo, José cargó todo su poder en su próximo ataque. "¡Flashing Fist!" gritó, y con una velocidad y fuerza impresionantes, lanzó un golpe directo al plexo solar de Kiara.

El impacto fue devastador. Con una fuerza de 899 kilogramos, el golpe quitó el aire a Kiara, haciéndola caer al suelo desmayada por la intensidad del ataque. La multitud observaba en silencio, asombrada por la demostración de poder y habilidades de José.

Víctor, aún en estado de shock, se acercó rápidamente a Kiara para asegurarse de que estuviera bien. "Increíble," murmuró, ayudando a Kiara a recobrarse. "José, has demostrado un talento y un control asombrosos."

Los estudiantes y profesores comenzaron a aplaudir, reconociendo el esfuerzo y la habilidad de ambos combatientes. Aunque Kiara había sido derrotada en este duelo, su habilidad y valentía habían dejado una impresión duradera.

José, respirando con dificultad pero con una expresión de preocupación, se acercó a Kiara. "Lo siento si te lastimé," dijo, sinceramente. "Fue un combate increíble."

Kiara, recuperándose lentamente, sonrió. "No te preocupes, José. Eres increíblemente fuerte. Estoy feliz de haber tenido la oportunidad de enfrentarme a ti."

El combate había terminado, pero el respeto y la camaradería entre los estudiantes se habían fortalecido enormemente. Víctor, aún impresionado, sabía que tenía mucho más que enseñar y aprender de estos jóvenes héroes.

Mientras hablaban sobre los detalles de su historia, José, sin darse cuenta, dejó escapar algo que no debía. "No se preocupe, padre," dijo, antes de darse cuenta de su error.

Víctor se quedó mirando a José, sus ojos abiertos de par en par por la sorpresa. "¿Padre?" repitió, tratando de procesar lo que acababa de escuchar. "¿Tú... tú eres mi hijo?"

José se congeló, dándose cuenta de su desliz. Miró a Víctor con una mezcla de miedo y resignación, sabiendo que ya no podía ocultar la verdad. "Sí," dijo finalmente, con un suspiro. "Soy tu hijo. Vengo del futuro, junto con Melisa y Sebas, para intentar cambiar nuestro destino."

Víctor se quedó en silencio por un momento, tratando de asimilar la revelación. Los pensamientos se arremolinaban en su mente mientras miraba a José con nuevos ojos. "Esto... esto explica muchas cosas," dijo finalmente, su voz llena de emoción. "Pero también plantea muchas preguntas."

José asintió, comprendiendo la confusión y la emoción de su padre. "Sé que es mucho para asimilar, pero tenía que decirte la verdad. El futuro que vivimos es una pesadilla, y Dark Víctor... tú... causaste mucho dolor y destrucción. Hemos venido aquí para evitar que eso ocurra."

Víctor respiró hondo, su mente trabajando rápidamente para procesar toda la información. "Entonces, no solo estás aquí para aprender, sino para prevenir que me convierta en... en esa versión de mí mismo."

"Exactamente," respondió José, su voz firme. "No queremos que ese futuro ocurra. Creemos que juntos podemos encontrar una manera de evitarlo."

Víctor asintió lentamente, sus emociones oscilando entre el asombro, la tristeza y una renovada determinación. "Haré todo lo que esté a mi alcance para ayudarte, José. No permitiré que ese futuro se haga realidad. Trabajaremos juntos para cambiarlo."

La conexión entre padre e hijo, ahora descubierta, agregó una nueva dimensión a su relación y a su misión. Ambos sabían que el camino por delante sería desafiante, pero también sabían que, unidos, tenían una oportunidad real de cambiar el destino y construir un futuro mejor.

Mientras Víctor y José seguían hablando, la puerta se abrió y Luci entró, llevando al pequeño José, su hijo de 2 a 3 años, en brazos. La pequeña versión de José estaba tranquila, observando todo con curiosidad.

Luci se acercó a Víctor con una sonrisa, llevando un plato de comida. "Aquí tienes, amor. Sabía que estabas ocupado, así que te traje algo para comer," dijo, y luego notó al joven José. "¿Y quién es este joven?"

Víctor tomó el plato de comida y le dio las gracias a su esposa. "Gracias, Luci. Este es José," dijo, haciendo una pausa mientras buscaba la mejor manera de explicar la situación. "Es... un estudiante nuevo que ha venido a aprender de nosotros."

Luci le sonrió al joven José, sin sospechar nada inusual. "Es un placer conocerte, José," dijo amablemente. "Espero que te sientas a gusto aquí."

El joven José, sintiendo la calidez de la madre que conocía del futuro, sonrió tímidamente. "Gracias, señora Luci. Estoy seguro de que aprenderé mucho aquí."

Víctor observó la interacción con una mezcla de sentimientos. Era extraño ver a su hijo del futuro interactuar con su versión más joven y con Luci, sin que ella supiera toda la verdad. Decidió que, por el momento, era mejor mantener en secreto la verdadera identidad de José para no complicar las cosas.

"Bueno, debemos seguir adelante," dijo Víctor, mirando a José con una expresión que sugería que habría más conversaciones en el futuro. "Luci, ¿puedes cuidar del pequeño José mientras termino de hablar con el joven José?"

Luci asintió, tomando al pequeño José de la mano. "Por supuesto. Vengan, pequeños. Vamos a jugar un rato mientras papá trabaja."

Mientras Luci se alejaba con el pequeño José, Víctor volvió su atención al joven José. "Tenemos mucho que planear y discutir," dijo en voz baja. "Pero por ahora, vamos a mantener esto entre nosotros. Debemos ser cuidadosos en cómo manejamos esta situación."

El joven José asintió, entendiendo la gravedad de la situación. "Lo entiendo, padre. Trabajaremos juntos para cambiar nuestro futuro, pero debemos ser cautelosos."

Con esa comprensión mutua, ambos se prepararon para la siguiente fase de su misión, sabiendo que el camino por delante sería complicado pero necesario para salvar el futuro.

Fin.