Familia Nishikata (One-Shot)
Nishikata llegó a casa cansado, arrastrando los pies tras una larga jornada de trabajo. El sol se había ocultado y las luces de su hogar se veían acogedoras a través de la ventana. Abrió la puerta principal y el silencio de la casa le dio la bienvenida. Sus pasos resonaron en el pasillo mientras se dirigía hacia su habitación, ansioso por descansar y relajarse.
Al acercarse a la puerta de su habitación, Nishikata escuchó murmullos suaves y gemidos que hicieron que su corazón se acelerara. Con un nudo en la garganta, se acercó a la rendija de la puerta, la cual estaba entreabierta. Su mente se tambaleó al ver a su esposa y a su pequeña hija, Chi, en un acto de intimidad, entrelazadas en una danza sensual. Nishikata tragó saliva inconscientemente, sintiendo una mezcla de sorpresa y excitación.
Recordaba vagamente una noche en la que, borracho, había vuelto a casa confundido y no recordaba los detalles de lo que ocurrió. Solo podía recordar la sonrisa juguetona de su esposa al despertar, la cual lo hizo pensar que ella tenía en mente alguna broma divertida. Esa noche, su esposa había propuesto un juego que consistía en vendarle los ojos y no permitirle tocarla durante el acto sexual. Aunque confundido, Nishikata aceptó el desafío, tentado por la novedad del juego.
Durante el acto, Nishikata sintió una presión diferente, como si su esposa se hubiera vuelto más estrecha. Aunque confundido, disfrutó de la experiencia. Al terminar, su esposa retiró la tela que cubría sus ojos, revelando el rostro placentero de su pequeña hija, Chi, quien había disfrutado del encuentro. Su esposa, con un tono juguetón, comentó que podía entender por qué Nishikata había besado a pequeña hija la noche anterior, dado que él estaba borracho y probablemente confundía a Chi con ella misma en su juventud, cuando se conocieron. Nishikata se sorprendió al escuchar esto, ya que no recordaba haber hecho tal cosa. Sin embargo, admitió que, si hubiera estado inconsciente debido al alcohol, era plausible que hubiera actuado de esa manera. Comprendió entonces por qué, al despertar, estaba confundido sobre lo que había ocurrido.
A partir de esa noche, la dinámica entre los tres cambió. Sus encuentros íntimos se volvieron más frecuentes, y la confusión inicial se transformó en un placentero juego de sensaciones y emociones compartidas.
Nishikata se hundió en el placer una vez más, el sonido de los gemidos de su esposa y de su hija llenando la habitación compartida. La intensidad de sus encuentros creó un vínculo más fuerte, un lazo que los mantenía unidos en su exploración mutua del placer. Al final de la noche, exhaustos y satisfechos, los tres se durmieron abrazados, el cansancio llevando a un sueño profundo y reparador.
La mañana siguiente llegó con la luz del sol filtrándose a través de las cortinas, bañando la habitación en un resplandor suave y cálido. Nishikata, todavía medio adormilado, empezó a tomar conciencia del mundo que lo rodeaba. Sentía una extraña combinación de calor y placer que se concentraba en su entrepierna, una sensación que lo despertaba lentamente del sueño profundo.
A medida que su mente se despejaba, Nishikata comenzó a notar algo inusual. La fuente de su placer no era un simple sueño o una sensación pasajera. Era real, tangible. Podía sentir la calidez y la humedad, el movimiento rítmico que recorría su miembro con una precisión que casi lo hacía estremecer.
Abrió los ojos lentamente, bajando la vista para descubrir el origen de tan placentera sensación. Allí, entre las sábanas desordenadas, estaba Chi, su joven hija, desnuda y entregada completamente a su tarea. Sus labios rodeaban su miembro, moviéndose con una suavidad y destreza que hablaban de una dedicación silenciosa, casi reverente. Sus manos acariciaban sus muslos, mientras su lengua se deslizaba por los puntos más sensibles, extrayendo cada gemido y espasmo de placer de Nishikata.
El asombro inicial de Nishikata se mezcló rápidamente con una ola de placer intenso. Apenas podía recordar cómo había llegado a este punto. ¿Había sido su esposa la que la había dejado entrar? ¿O había sido él mismo, perdido en el limbo del deseo y la confusión de la noche anterior?
Pero en ese momento, las preguntas no importaban. La sensación era abrumadora, los movimientos de Chi eran hipnóticos, y antes de que pudiera detenerse, Nishikata sintió cómo su cuerpo respondía instintivamente. Con un gemido ahogado, alcanzó el clímax, liberándose dentro de la boca de Chi. Ella, sin detenerse ni un momento, lo recibió todo, sorbiendo con suavidad hasta que no quedó nada más que un suspiro satisfecho escapando de los labios de Nishikata.
Chi levantó la mirada, sus ojos brillaban con una mezcla de picardía y satisfacción, mientras lamía sus labios con una sonrisa traviesa. "Buenos días, papá," murmuró suavemente, como si la escena que acababa de desarrollarse fuera lo más natural del mundo.
Nishikata, todavía respirando con dificultad, no podía evitar la mezcla de culpa y deseo que lo invadía. Había despertado en una realidad que nunca habría imaginado, una donde los límites entre la fantasía y la realidad parecían desdibujarse más con cada nuevo amanecer.
Después de la intensa experiencia con Chi, Nishikata se levantó de la cama, todavía con la mente envuelta en una nube de confusión y placer residual. Se dirigió hacia la cocina, donde esperaba encontrar algo de normalidad en medio de la extraña mañana que estaba viviendo.
Al entrar en la cocina, el aroma del desayuno llenaba el aire. Su esposa (antes Takagi), estaba de pie junto a la estufa, aparentemente ocupada en la preparación de la comida. Llevaba un delantal que le cubría la parte delantera, pero Nishikata pronto se dio cuenta de algo que hizo que su pulso se acelerara.
El delantal, aunque cubría su parte delantera, dejaba completamente expuesta su parte trasera. La piel desnuda de su esposa brillaba suavemente bajo la luz de la mañana, revelando sus curvas de manera provocadora mientras se movía para cocinar. El contraste entre la inocente tarea de preparar el desayuno y la provocadora exhibición era tan impactante como seductor.
Nishikata, todavía con la mente revuelta por lo sucedido con Chi, caminó hasta la nevera, tratando de mantener la compostura. Sacó una jarra de agua, llenó un vaso y, cuando se llevó el agua a los labios, alzó la vista de nuevo hacia su esposa. En el momento en que sus ojos se posaron en su trasero desnudo, la sorpresa lo hizo escupir el agua que tenía en la boca.
Su esposa, siempre consciente de los efectos que sus acciones tenían sobre su marido, se giró ligeramente, dándose cuenta de la reacción de Nishikata. Con una sonrisa traviesa y una chispa en los ojos, decidió llevar el juego un poco más lejos.
"¿Te gusta lo que ves, Nishikata-kun?" dijo en tono juguetón, mientras movía las caderas de manera sugerente, haciendo que el delantal se balanceara y dejando ver más piel con cada movimiento.
Nishikata sintió cómo su corazón se aceleraba, y su cuerpo respondió instantáneamente a la provocación. Su miembro comenzó a endurecerse, como si fuera una reacción automática al juego sensual de su esposa. La forma en que ella se movía, la manera en que el delantal apenas cubría lo necesario, y la confianza con la que lo miraba, todo lo hacía sentir como si estuviera siendo arrastrado a un torbellino de deseo.
Antes de que pudiera pensar en lo que estaba haciendo, Nishikata dejó el vaso en la encimera y se acercó a su esposa. La tomó por la cintura, tirando suavemente de ella hacia él. Su esposa dejó escapar una pequeña risa, satisfecha con la reacción que había provocado.
"Sabía que no podrías resistirte," susurró, girando la cabeza para mirarlo por encima del hombro, sus ojos llenos de picardía.
Sin más preámbulos, Nishikata la giró hacia él, empujando el delantal a un lado para poder sentir su piel contra la suya. La besó con urgencia, como si no hubiera tiempo que perder. Su esposa respondió con igual intensidad, dejándose llevar por el calor del momento.
La pasión entre ellos era innegable, y pronto sus cuerpos se encontraron en una danza de deseo en la cocina. El frío de la encimera contrastaba con la calidez de sus cuerpos mientras Nishikata levantaba a su esposa, colocándola sobre la superficie lisa. El delantal se deslizó completamente, dejando al descubierto todo su cuerpo.
Nishikata se dejó llevar por el momento, sus manos recorriendo cada centímetro de su esposa mientras ella envolvía sus piernas alrededor de él. La cocina, que había comenzado como un escenario cotidiano, se convirtió en el escenario de una explosión de pasión. Los sonidos de su amor llenaron el espacio, cada gemido, cada susurro, un recordatorio de la profunda conexión que compartían.
En medio de todo, Nishikata apenas podía pensar en nada más que en el deseo que sentía por su esposa, en cómo ella, con un simple movimiento, podía encenderlo de una manera que nadie más podía.
Cada movimiento, cada caricia, estaba lleno de una pasión que los unía más allá de las palabras. El tiempo pareció detenerse mientras sus cuerpos se encontraban, disfrutando de la intimidad que compartían en aquel espacio que ahora estaba impregnado con el calor de su amor.
Cuando todo terminó, ambos respiraban con dificultad, el sudor brillaba en sus cuerpos mientras se apoyaban el uno en el otro, disfrutando del momento posterior, ese instante de calma que siempre sigue a la tormenta de la pasión. Takagi sonrió, su expresión era de satisfacción plena, y le dio un suave beso en la mejilla antes de levantarse para terminar de preparar el desayuno.
Nishikata la observó mientras ella volvía a la estufa, esta vez cubriéndose completamente con el delantal. Su mente todavía giraba con los recuerdos recientes, pero sabía que la mañana debía continuar. Se vistió rápidamente, dejando la cocina por un momento para lavarse y prepararse para el día que comenzaba.
Cuando regresó a la cocina, el desayuno estaba servido. La mesa estaba dispuesta con esmero: el aroma del café recién hecho, el sonido suave del pan tostado, y los platos de comida que su esposa había preparado con dedicación. Sin embargo, había algo más en la escena que captó su atención.
Llegando a la mesa vio como su hija y esposa hablaban tranquilamente, como si lo sucedido anteriormente es la cosa más natural del mundo. La risa de Chi resonaba en la cocina, mientras su esposa respondía con una sonrisa, disfrutando de la conversación ligera.
Nishikata se sentó a la mesa, intentando concentrarse en el desayuno frente a él, pero sus ojos no podían evitar vagar hacia las dos mujeres. Observó cómo interactuaban, cómo se miraban y sonreían con complicidad. Era una escena casi idílica, una imagen de armonía que contradecía todo lo que había experimentado en los últimos días.
Mientras tomaba un sorbo de café, Nishikata se dio cuenta de que algo dentro de él estaba cambiando. Las dudas y la confusión que lo habían atormentado comenzaban a disiparse, dejando espacio para una aceptación silenciosa. Su vida había tomado un giro inesperado, pero ese giro había traído consigo una nueva realidad, una que involucraba una nueva relación con ellas dos en su vida diaria.
Su esposa (Takagi) levantó la vista y lo atrapó mirándolas. Sus ojos brillaban con la picardía que siempre había amado en ella, y Chi, siguiendo su mirada, también sonrió. Ambas le dedicaron una sonrisa cálida, llena de una felicidad compartida que Nishikata apenas podía comprender, pero que no podía negar.
Fue en ese momento, mientras las veía sonreírle con tanto afecto, que Nishikata lo supo. No había forma de escapar de esta nueva realidad. La situación en la que se encontraba, con su esposa y su hija, ya no era algo de lo que pudiera huir o esquivar. Había cruzado un umbral, uno que transformaría su vida para siempre.
En su interior, Nishikata aceptó lo inevitable. Esta nueva dinámica, por extraña y desconcertante que fuera, se estaba convirtiendo en su forma de vida. Las reglas habían cambiado, y ahora, él vivía con estas dos mujeres en un equilibrio precario, pero sorprendentemente armonioso. Su corazón latía más rápido al pensar en lo que el futuro les deparaba, pero no podía evitar la sensación de que, de alguna manera, esto era lo que su vida debía ser desde ahora.