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Después de entender la situación, la cara de Lin Qingmu se oscureció como la de un juez.
—Heihou temblaba de miedo y preguntó en voz baja:
—Hermano Lin, ¿estás bien?
—¿Qué crees? —Lin Qingmu prácticamente rechinaba los dientes.
¡Su hermana había sido maltratada hasta tal punto, cómo podría estar bien?!
Que no explotara en ese mismo instante ya era una suerte.
—Heihou se rascó la cabeza:
—Hermano Lin, si estás realmente molesto, tu hermano te acompañará a golpear a alguien, solo no te desquites contigo mismo.
Si eso no funciona, ¡podemos hacer algo más rastrero!
—Lin Qingmu entrecerró los ojos y pronto se decidió:
—Esta noche, vienes conmigo.
—Heihou se quedó atónito y tartamudeó:
—¿Esta noche? ¿Qué vamos a hacer de noche?
No sería... ¿ir a cometer un asesinato e incendio premeditado?!
El flacucho joven se abrazó a sí mismo y tembló.
—No hagas tantas preguntas. ¿Vienes o no? —Lin Qingmu dijo con indiferencia.