Xing Zhen nunca había esperado que su junior consolara a la niña, su expresión algo divertida.
Cuando Lin Tang lo miró, su comportamiento volvió instantáneamente a la normalidad.
—Para servir al pueblo, Camarada Lin puede estar seguro —dijo.
Parecía serio y confiable, para nada como alguien que interpretaba muchos papeles en su corazón.
Lin Tang sonrió y le entregó una caja de ungüento.
—Esto es medicina. Después de aplicarla, las heridas de los Camaradas Zhu y Xia deberían curarse rápidamente, y no dejarán marcas. Siento molestarlo.
No mencionó que tampoco dolería, sin embargo.
—¿Oh? —Xing Zhen levantó una ceja sorprendido.
¿Existía tal medicina?
Jamás había oído hablar de ella en Ciudad Jing.
Miró a Gu Yingzhou con ojos dudosos, esperando que su junior explicara.
La Familia Lin tenía gran confianza en la medicina que producía Lin Tang.
—Lo que Tangtang dijo es correcto, Camarada puede probarlo —dijo Lin Lu.