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Lin Tang miraba esta escena familiar y, por un momento, era como si hubiera regresado a un tiempo muy, muy lejano cuando todavía era una niña.
En aquellos años, su padre le enseñaba de la misma manera.
En aquel entonces, la escuela a la que asistía estaba lejos, y su padre caminaba más de diez millas todos los días para llevarla a la escuela.
Pensándolo ahora, parecía algo de una vida anterior.
Sí que lo era, ¿no era acaso algo de una vida anterior...?
Con ese pensamiento, la mirada de Lin Tang adoptó una sonrisa compleja y nostálgica.
La sonrisa era dulce, llena de un aliviado sentido de fortuna, brillante como las flores de verano.
Lin Qingmu la vio y, por alguna razón, sintió un repentino pinchazo en su corazón.
Era un sentimiento indescriptible.
Como si, en su ignorancia, su hermana hubiera estado cargando sola con algo pesado durante mucho tiempo...
Se acercó y revolvió el pelo de Lin Tang un poco demasiado agresivo.
—¿En qué estás pensando? —preguntó.