—Está bien, si la Pequeña Hermana Ning no necesita esto temporalmente, lo guardaré por ahora. Pero si encuentras alguna dificultad o necesitas dinero en el futuro, no dudes en buscarme —dijo él tras dudar un momento y tomar a regañadientes el dinero de nuevo.
—Gracias, Hermano Wencheng —Zhuang Qingning sonrió con los ojos curvándose bellamente.
Tener un compañero de juegos que creció con ella y que frecuentemente piensa en ella, incluso solo ese sentimiento, le hizo sentir calor por dentro.
Al ver la sonrisa de Zhuang Qingning, Zhuang Wencheng también sonrió ampliamente.
El chico de catorce años había alcanzado la altura de un adulto con un rostro maduro, pero todavía poseía la energía juvenil y la vitalidad de su edad. Su sonrisa era radiante, justo como la luz del sol en ese momento.