—No realmente, pero encuentro que tu rostro, tía, es muy hermoso, quizás incluso más que esa flor —Zhuang Qingning soltó una risita.
—Llevas unos días trabajando en una tienda en el pueblo y eso te ha dado bastante labia —la señora Wen murmuró. Mirando a Zhuang Qingning, quien constantemente la observaba a ella y a Zhou Daya, parecía entender lo que estaba sucediendo. Dejando su cuenco, dijo —Si te interesa esto, ¿por qué no dejar que me preocupe yo por ti?
Cof cof...
No, gracias.
—Zhuang Qingning casi se ahoga con su gachas. Inmediatamente dejó de reírse, se enderezó y dijo seriamente —No es necesario, estoy bastante ocupada, y tú tampoco sueles tener tiempo, tía. Podemos hablar de esto más adelante.
Con eso, escondió su rostro detrás del cuenco y se concentró en su comida.
Parece que observar tales incidentes desde un costado puede ser contraproducente, causando daño a uno mismo, y no debería hacerse en el futuro.