```
—Si vamos a contratar gente para este taller de piel de tofu, entonces debe ser algo que pueda durar a largo plazo. Nuestra suerte hoy es buena; hemos encontrado a un benefactor. —dijo la primera persona.
—También lo creo —respondió Zhou Daya—. Solo miren los ojos claros y sinceros de Manager Zhuang, como si pudieran hablar por sí mismos. En ese momento supe que ella no era una persona simple.
—Bueno, abuela, no deberíamos demorarnos más. Ya que hemos acordado con Manager Zhuang, deberíamos apurarnos a la tienda de tofu. No podemos hacerla esperar, de lo contrario, no se vería bien.
—Así es, vamos. —La señora Han agarró su paquete y siguió a Zhou Daya a la tienda de tofu.
Zhuang Qingning regresó a la tienda de tofu, habiendo ya mencionado a la señora Cao y Zhang Qiuying que había invitado a Zhou Daya de vuelta al taller de piel de tofu del pueblo. Al ver entrar a Zhou Daya y a la señora Han, las invitó al patio trasero y sacó un poco de té.