—Ay, hijo mayor, se dice que un caballero habla pero no actúa. ¡Realmente te falta la gracia de un caballero!
—Hijo mayor, solo pinté un tigre para Jinzhou, ¿cuál es el sentido de ensuciarme toda la cara de negro?
—Hijo mayor, ten piedad...
—Hijo mayor...
En fin, acéptalo.
Aquellos que luchan con esfuerzo ya tienen la mitad de sus caras pintadas. Resistir o no en este punto realmente no importa. Dado que las cosas han llegado a esto, sería más agradable a la vista si mi cara entera estuviera cubierta de negro en vez de lucir extraña con estas manchas.
Así que, con un corazón muerto como cenizas, Fan Wenxuan solo pudo suspirar en silencio al ver su propio rostro, literalmente transformado en la faz del Juez Bao en el espejo que Chu Jinnian había colocado intencionalmente frente a él.
Solo porque hoy se sintió juguetón y molestó un poco a Chu Jinzhou, fue atrapado por Chu Jinnian, este sabueso viviente del infierno, nuevamente. ¡Qué infortunio!