—Mi hijo lo trajo de vuelta, dijo que era un regalo del magistrado del condado. Es sorprendentemente dulce, deberías probarlo. —Zhuang Jingye extendió el melón cortado hacia Zhuang Qingning.
—Gracias, Tío Jefe. —Zhuang Qingning lo aceptó, pero solo lo puso a un lado por ahora, y colocó el saco que llevaba junto a ella—. Iré directo al grano, Tío Jefe. Vine a discutir algo contigo.
—Es bastante importante.
Al escuchar a Zhuang Qingning mencionar un asunto importante, la actitud relajada de Zhuang Jingye se tornó seria, incluso enderezó un poco su postura. Dejó el melón a un lado y preguntó, —¿De qué se trata?
—Estas semillas de frijol. —Zhuang Qingning desató el saco y sacó un puñado de semillas para que Zhuang Jingye las examinara—. Tío Jefe, míralas. ¿Cómo te parecen estas semillas de frijol?
Zhuang Jingye examinó las semillas detenidamente, incluso pesándolas en su mano. —Parecen bastante buenas. Granos grandes y redondos. Pero la clave está en su rendimiento.
