En cuanto Lian Rong tomó el peso, su cuerpo entero se desplomó, pero para ocultarlo, reunió todas sus fuerzas para mantener el equilibrio y hasta forzó una sonrisa, intentando parecer casual.
—Aquí vamos. —Al escucharla, Ma Tong dejó la escoba que tenía en la mano y fue a mover la cesta de verduras.
—Déjalo. —Feng Yongkang ordenó con el rostro sombrío.
—¿Eh? —Ma Tong, que acababa de extender su mano para mover la canasta, quedó suspendido en el aire, mirando a Feng Yongkang con asombro.
—Dije que lo dejes, ¿estás sordo? —Feng Yongkang gritó de nuevo, su voz varios decibelios más alta que antes.
El rostro de Ma Tong se tornó incómodo mientras colocaba la cesta de verduras en el suelo.
—Gerente, ¿qué...? —Lian Rong observaba a Feng Yongkang con shock e incredulidad, sin entender sus intenciones.
—Si no lo dejas hoy, no tendrás que trabajar más aquí en la Torre Fushun. —Feng Yongkang lo fulminó con la mirada.