Sus labios temblaron pero no salió ningún contraargumento.
—Sin ninguna prueba, me acusas de engaño. Gerente Feng, tus palabras invitan a la sospecha —Zhuang Qingning frunció los labios, sus ojos se estrecharon en finas rendijas mientras miraba a Feng Ershu—. Pero realmente no puedo culpar al Gerente Feng por montar un berrinche aquí. He notado un aura oscura similar que te envuelve, no muy diferente al pequeño fantasma. Me pregunto si fuiste tú quien lo convocó aquí.
—¡Tú... deja de decir tonterías! —gruñó Feng Ershu, sus ojos emitiendo un ardiente resplandor—. ¡Estás escupiendo sangre!
—Ya sea que esté escupiendo sangre o no, las personas alrededor no son ciegas ni tontas. Ellos pueden ver por sí mismos —Zhuang Qingning dijo—. Las acciones peculiares del Gerente Feng hacen difícil no sospechar que él convocó a este pequeño fantasma.