—El precio no era barato, eso era seguro, pero había ido más allá sugiriendo que si Feng Ershu no tenía el dinero, no debería aspirar a una tienda tan buena y podría conformarse con una más barata en una zona más remota.
—Las miradas despectivas que acompañaban tales palabras insultantes eran suficientes para enfurecer a cualquiera.
—Feng Ershu no podía recordar cómo había salido de la tienda ese día, con los ojos llenos de la imagen de la presumida Sra. Deng alquilando la tienda a otros.
—En ese momento, se decidió a asegurarse esa tienda para él, solo para ver cómo se desinflaba la Sra. Deng cuando llegara el momento, y lamentaría su decisión anterior.
—El problema era que el dinero que tenía no era ni de cerca suficiente para permitirse una tienda tan buena en una ubicación tan excelente. Su única opción era recurrir a artimañas.
—Por ejemplo, dañando la reputación de la tienda.