—Tómame —susurró ella con voz ronca, levantando levemente la cabeza para plantarle un suave beso—. Esta noche, no me dejes ir.
—Oír sus propias palabras reflejadas en la voz de ella era como una campana que sonaba en su pecho, despertando al bestia dentro de él que había estado hibernando por largo tiempo. Ella había encendido esta llama no hace mucho, y cada día desde entonces, crecía más fuerte hasta el punto de la frustración. Incluso ahora, ese deseo continuaba creciendo, sus raíces serpentinas atravesando cada nervio de su cuerpo.
—Ah— —gimió ella, y como si sintiera lo que a ella le gustaba, él hizo lo que no había intentado.
—Zoren frotó su hombría a lo largo de su rajada, dejando que su excitación lo cubriera. Su cuerpo se estremeció debajo de él mientras él presionaba su pecho contra el de ella, manteniéndola inmóvil. Mordiéndole suavemente el hombro, se movió contra ella suavemente.
—Ouch— —gimió ella, haciendo que él se detuviera.