—¡Kyah! —En medio de los vítores, los cánticos y las voces de Slater y del presentador por el micrófono, el grito de Penny pasó desapercibido. Solo cuando estalló el caos y la sangre se derramó, los demás ruidos cesaron.
El sonido penetrante del micrófono al golpear el suelo resonó por todo el centro comercial, haciendo que todos se estremecieran o se cubrieran los oídos. Pero una vez que el estridente retroalimentación se desvaneció, lo único que escucharon fue el goteo de la sangre cayendo sobre el escenario.
—¡Slater! —alguien del público exclamó, su rostro palideciendo.