A diferencia de Hugo y Atlas, Penny tenía que admitir que Slater no era el tipo de hermano mayor que uno esperaría. Era dramático, crédulo y a menudo actuaba como el más joven de los hermanos Bennet. No era la persona que le daría buenos consejos a Penny; en cambio, era el hermano mayor que pelearía con ella por chocolates o un rasguño menor en su coche.
Pero a pesar de todo eso, Slater tenía el corazón más grande entre ellos. Podría ser arrogante, vanidoso y molesto, pero a veces, podía tocarle el corazón como nadie más.
—Jaja. —Slater se rió, viéndola llorar y secarse los ojos—. Penny, esas lágrimas son de culpa, ¿verdad? Tsk tsk tsk. Mala hermana.
Penny se secó dramáticamente los ojos con el lado de su dedo, lanzando una mirada a su tercer hermano. —¡Tonto! ¿Por qué te estás desgastando por mí?! ¿Quién dijo que podría necesitarte en medio de la noche cuando siempre estoy dormida?!
Slater se estremeció mientras ella gritaba, dándole una lección por ser tonto.