—¿Quieres que me encargue de él? En mi otra profesión resulta que soy un matamoscas profesional. Puedo encargarme de él si quieres.
Hugo se había encargado de contarles moscas antes de que siquiera intentaran merodear alrededor de Penny. Su hermana era impresionante, y él no lo decía solo porque fuera su hermana. Incluso los hombres en los cuarteles siempre seguían a Penny con la mirada. Tenía que castigarlos por eso—por irrazonable que suene—bajo la apariencia de mantener a sus subordinados en contacto con la realidad.
Zoren era la única mosca que no podía aplastar porque, bueno, ese tipo era lo suficientemente astuto como para seducir a su hermana discretamente. Aun así, excepto por Zoren, Hugo podía manejar al resto.
Penny, por su parte, no podía evitar reírse de él. —Segundo Hermano, está bien. Puedo encargarme de él. Si no, te llamaría… ¿recuerdas? —Ella movió sus cejas, recordándole cómo le pidió ayuda para encargarse de Ray.