Como Penny había mencionado antes, Zoren poseía esta fuerza oculta. Sin embargo, esta fuerza, este entusiasmo —ya no era solo una reserva. La asustaba.
—¡Para ahora! —gritó Penny desde el baño, apoyando las palmas en la puerta—. ¡Renren, eres una bestia! ¡No más! ¡Déjame hacer pis en paz!
Al otro lado de la puerta, Zoren inclinó la cabeza ligeramente y levantó las manos en señal de rendición, dando un paso atrás.
—Pensé que querías que te ayudara —silbó, provocando que Penny fulminara la puerta con la mirada.
—¡Estoy cansada! Esto ya no es solo ejercicio; ¡es una maratón! —gritó ella, asegurándose de que la puerta estuviera cerrada, temiendo que él todavía intentara seguirla.
Después de la primera ronda, y luego la segunda, Zoren había ido por dos rondas más porque su "poderoso amigo" no se retraía. Como alguien nueva en esta parte de la vida y las relaciones, ambos tenían más energía para tal intimidad. Pero ahora, ella necesitaba un descanso.