Zoren llegó al restaurante temprano, sin querer hacer esperar a su mujer. Mientras estaba sentado, escuchó una voz familiar fuera del comedor privado antes de que la puerta se deslizara abierta. Solo con el aroma del recién llegado, Zoren supo inmediatamente quién era.
—¡Ray! —exclamó, volviendo sus ojos hacia la entrada.
El rostro de Ray se iluminó mientras se apresuraba a tomar el asiento junto a Zoren. —Primo, ¿realmente vas a presentarme a tu esposa? —su emoción era palpable, creciendo aún más cuando Zoren asintió.
—¿De verdad? —insistió, uniendo sus manos—. ¿Ella dijo que sí?
—Sí.
—¡Genial!
Zoren sonrió sutilmente, percibiendo lo complacido que estaba su primo. —Aunque tal vez necesites comportarte.
—¡Primo, yo soy tu único aliado! No te preocupes, ¡no te haré pasar vergüenzas para nada! —Ray le aseguró, sus ojos brillando con curiosidad.
¿Cómo sería la esposa de Zoren?