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—Cierto... eso fue lo que pasó.
Qué decepción. Deberían haberse escapado a casarse.
—Me quedé para asegurarme de que estuvieras bien —dijo ella sonriendo—, terminando el último bocado de su plato—. Solo fue cansancio. Así que, de ahora en adelante, necesitas comenzar a caminar y cosas así.
—Vale —asintió sin dudar—. También necesito aumentar mi resistencia.
—Sí —ella sonrió pero notó una ligera malicia en su expresión—. ¿Qué?
—Nada —él se encogió de hombros.
—Creo que estás sonriendo por algo muy... malvado —dijo ella, entrecerrando los ojos con suspicacia—. ¿Qué es?
—No es nada —repitió él, encontrándose con su mirada—. Solo estoy feliz de despertar y verte tan pronto como abro los ojos.
Ella frunció los labios y levantó la barbilla. —No estoy... alterada.
—No estoy intentando alterarte —él rió suavemente mientras tomaba un bocado.