Anoche...
—Ugh... —Zoren apretó los dientes mientras cargaba a Penny en sus brazos.
«Ella... ella es pesada», pensó.
Por lo que podía decir, no parecía tan grande. Con confianza, la llevó hasta su casa, aunque debería haber tragado su orgullo y haber pedido a alguien más que lo hiciera.
Afortunadamente, Zoren logró llegar a su dormitorio antes de que sus brazos cedieran. En el momento en que vio la cama, una oleada de energía recorrió cada fibra de su cuerpo, dándole la fuerza para apurarse.
Cuando estuvo lo suficientemente cerca, simplemente la lanzó sobre la cama.
—Hah... —Zoren apoyó su mano en el borde de la cama, jadeando por aire, aliviado de haberlo logrado. Al alzar la vista hacia ella, otro respiro superficial se le escapó.
—Ella lastima mi orgullo —susurró y se sentó en el borde de la cama, aflojando su corbata para respirar—. Debería hacer más ejercicio.