El silencio se cernía en el aire mientras la brisa nocturna soplaba más allá de las dos figuras que se encontraban a varios metros de distancia.
Penny se contuvo la respiración, serenándose al instante. Evaluó a Zoren, que miraba hacia abajo al gato en sus brazos. Seguía con su camisa negra puesta, las mangas arremangadas hasta los codos, lo que sugería que venía de algún evento.
—¿No se encontró con Patricia hoy? —se preguntó, apretando los labios—. ¿Por qué está aquí de nuevo? No debería estar aquí.
El principal motivo para dejar que Patricia entrara en la vida de Zoren era descubrir quién la había enviado. Pero había otra razón que Penny no le había contado a Benjamín.
No quería que Zoren esperara en este lugar todos los jueves, especialmente con el mal tiempo que se esperaba en las próximas semanas.
—¿Ya lo descubrió? ¿Tan pronto? —se preguntó a sí misma—. Esa mujer estúpida... no puede ni hacer bien su trabajo.
Miau.