—Señor, no puede sacar al jaguar negro —dijo el guardaespaldas mientras observaba a Zoren ponerle la correa a Renny—. Podría causar un gran alboroto si corre por ahí.
—No te preocupes. Renny está entrenado —respondió Zoren, asegurándose de que su pantera se sintiera cómoda con la correa puesta—. Se comportará.
—Señor, eso no es lo que me preocupa —el guardaespaldas habló con inquietud—. No muchos están acostumbrados a ver un jaguar negro en la calle.
—Lo sé. Hice mi investigación.
El guardaespaldas se quedó momentáneamente sin habla, preguntándose si esta era la razón por la que Benjamín ya estaba vigilando su presión arterial. —Las cosas podrían salir mal.
—No lo harán —cuando Zoren terminó, clavó sus ojos en el guardaespaldas—. Renny estará bien, y ya he hecho algunas llamadas. Así que, pasará sin problemas.
—No podemos evitar que otros lo lastimen si las cosas van mal —comentó el guardaespaldas, y Zoren asintió.
—No te preocupes.