Tal vez había algunas cosas que Penny debía reconsiderar acerca de lo que Grace le había contado. Inicialmente, esperaba la peor reacción de sus hermanos. Su mente se alejaba de la realidad, provocándole un verdadero dolor de cabeza.
Pero la realidad resultó ser diferente.
Sus hermanos no estaban enojados ni molestos porque un hombre había contestado su teléfono tarde en la noche. Ni siquiera estaban decepcionados. Si acaso, estaban simplemente y puramente preocupados por su bienestar.
—Estoy tan decepcionada de mí misma —admitió Penny, notando cómo las cejas de Atlas se levantaban en sorpresa—. Pensé que me iban a regañar tan fuerte que terminaría odiándote.
—¿Quién dijo que no te voy a regañar?
—Pero ahora, creo que está bien ser regañada —dijo ella, una sonrisa extendiéndose de oreja a oreja mientras Atlas negaba con la cabeza—. Lo siento por anoche. Debería al menos haberte dicho que no iba a venir a casa.