Penny aleteó sus pestañas ante la grandiosa comitiva que la esperaba fuera de la mansión. Pero cuando su mirada se posó en la anciana Sra. Pierson, que la llamaba, eligió ignorar el grandioso gesto de los Pierson.
—¡Mi niña! ¡Por fin llegaste! —la anciana Sra. Pierson apretó el brazo de Zoren, señalándole que la escoltara hasta Penny.
Penny sonrió y llamó suavemente:
—Abuela.
Viendo que estaban a punto de subir las escaleras, Penny saltó y subió corriendo los escalones para evitar cargar a la anciana Sra. Pierson. Llegó rápidamente al punto de vista de la anciana Sra. Pierson sin despeinarse.
—¡Jaja! —la anciana Sra. Pierson rió con satisfacción—. No tenías que correr así, querida.
—Está bien, Abuela —Penny sonrió, alzando las cejas cuando la anciana Sra. Pierson le tomó las manos—. Corro mucho de aquí para allá.