Siguiendo al gato y siendo emboscado por una rana extraña resultó en que Zoren hiciera un amigo — un buen amigo que nunca pensó que tendría en este mundo... o en esta vida.
Era amable, cálida y honesta.
Era una buena persona con un gran corazón de sobra. Sin embargo, también era feroz y sabia, siempre lista para proteger su corazón de cualquier amenaza potencial.
Por eso Zoren no quería morir, o al menos, quería vivir más tiempo. Por eso, incluso si el pensamiento de la muerte cruzaba por su mente, no querría decirlo en voz alta ni manifestarlo de nuevo. Porque si lo hiciera, la lastimaría, y rompería la promesa que le hizo a ella.
[Tiempo presente]
Sentado en la silla de campaña colocada al lado de la carretera, Zoren olfateaba casualmente el vapor que se elevaba del té caliente en su mano. Cada jueves, Benjamín lo dejaba aquí y luego regresaba después de unas horas para recogerlo.