Saber que Zoren Pierson, el hombre con quien Penny estaba casada, era el mismo chico con el que tuvo lazos especiales en el pasado, fue un shock. Pero la sorpresa rápidamente se desvaneció en comparación con la pesadez en su corazón.
La información que había leído sobre él ahora despertaba emociones mucho más profundas que simple simpatía.
Se sentía... personal.
Arrastrando los pies de vuelta a casa, Penny tragó por enésima vez, pero el nudo en su garganta permanecía. El pensamiento de que alguien se había acercado a Zoren, aparentando ser ella, causaba un nudo tenso de tensión en su corazón.
Dios sabe cuánto autocontrol ejerció solo para evitar saltar del automóvil y remover a esa mujer del espacio personal de Zoren. Pero Penny siempre estaba consciente de las consecuencias, grandes o pequeñas, de sus acciones si actuaba precipitadamente.