—Le dije a mi abuela que estaba casado para disminuir sus preocupaciones. Ahora, todos saben que estoy casado —Benjamín contuvo la respiración, desviando sus nerviosos ojos entre Zoren y el teléfono sobre el escritorio. Estaba parado a un lado, abrazando el documento que estaba leyendo para que Zoren lo firmara.
Esperaban la respuesta de Penny.
«Apuesto a que no va a responder», pensó Benjamín, sus ojos llenos de lástima por su jefe. «¿¡Por qué tuvo que contarle a la presidenta sobre su matrimonio?!»
Sin embargo, había algunos aspectos positivos en esto, porque los rumores de que Zoren estaba mejorando se atribuían al cuidado de su esposa. Las visitas frecuentes al hospital y los chequeos debían asegurar que continuara recuperándose.
Benjamín no sabía cómo empezó el rumor, pero estaba seguro de que el lado de la presidenta tenía todo que ver con ello.