Penny se dirigía de puntillas hacia el entrepiso. Al llegar a la barandilla, bajó la cabeza y miró por encima de la baranda de la escalera. Cuando se aseguró de que no había nadie cerca y que solo las luces tenues estaban encendidas, continuó su camino en silencio, de puntillas.
Sin embargo, en lugar de usar la entrada principal, Penny utilizó la puerta trasera.
El problema que tenía en ese momento no era salir a escondidas sin ser detectada, sino la larga caminata que tenía que hacer para atravesar las altas cercas alrededor de la mansión. Por suerte sabía que había una ruta secreta para salir de la mansión sin pasar por las puertas principales.
Ese era el jardín.
—Creo que está por aquí... —murmuró mientras se arrodillaba, apartando los arbustos de su camino—. Debería estar aquí.