—Ahora, me siento mal por ellos —murmuró Penny, pensando que no estarían tan exhaustos si no fuera por la causa benéfica.
Pero de nuevo, la comida para mañana no era porque Penny les había pedido que la hicieran. Fueron sus hermanos quienes propusieron asumir el rol.
—Penny, tú y Slater deberían ir primero —comentó Hugo, llamando la atención de su pequeña hermana—. El Primer Hermano y yo tendremos que ayudar en la cocina.
—¿Yo? —Atlas frunció el ceño y secretamente lanzó una mirada de reojo a Hugo, pero el Segundo Hermano devolvió su mirada con una sonrisa angelical.
Penny, por otro lado, alzó las cejas. —Eh… No creo que esa sea una buena idea, pero sus palabras simplemente pasaron desapercibidas porque Slater tiró de su brazo.
—Penny, vámonos.
Mientras Penny seguía a Slater de mala gana para arreglar las cosas que compraron, Hugo y Atlas se unían a la cocina para ofrecer ayuda. Mirando hacia atrás a su primer cronograma, esos dos eran innecesariamente torpes en la cocina.
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