—¿Penny? —Slater tocó el hombro de Penny, pero su cabeza se movió, pareciéndose a un muñeco de perro con cabeza oscilante como el adorno de coche—. ¿Se quedó despierta hasta tarde anoche?
Se giró hacia atrás, dando a sus hermanos mayores una mirada interrogante. Atlas y Hugo se encogieron de hombros y dirigieron sus ojos hacia ella.
—No la molestes —dijo Atlas—. Probablemente todavía está cansada por el evento de ayer.
Hugo asintió y se inclinó hacia adelante, sosteniendo su cabeza antes de que pudiera golpear la ventana. —¿No tenemos almohadas aquí?
—¿Desde cuándo traemos almohadas al colegio? —Atlas respondió con un poco de sarcasmo.
—¿Debería revisar su mochila? —sugirió Slater, haciendo que sus hermanos fruncieran el ceño—. ¿Qué? No tienes idea de lo que puede caber en su mochila.
—Sosténle la cabeza así —Atlas ignoró a Slater y centró su mirada en Hugo—. De todas formas, ya casi llegamos.