Después de cenar, Penny fue directamente a su habitación para pensar en su próximo curso de acción. Sentada en la cama, mantenía un trozo del llavero entre su pulgar e índice.
—¿Penny?
Sus pensamientos profundos se detuvieron cuando escuchó la voz de Allison fuera de su habitación. Girando la cabeza, la puerta ya se abría lentamente.
—Penny. —Allison sonrió—. ¿Puedo entrar?
Penny frunció los labios y asintió.
—Penny, ¿hay algo malo? —preguntó Allison en cuanto se sentó al borde de la cama—. No te preocupes. Ya les dije que no mencionaran al chico que te persigue para no hacerte sentir incómoda.
—Gracias. —Penny sonrió sutilmente.
Al notar la reacción de Penny, Allison sintió una ligera opresión en su corazón. —¿No es esa la razón por la que estás desanimada? —preguntó—. ¿Estás triste porque tu tía y tus primos se fueron?