El pequeño orco demoníaco James y Slater observaron cómo volvía a su forma de cuidadoso cerdito. La vieron recoger sus nunchakus y desplomarse en el suelo, guardándolos en su mochila morada antes de sacar un pequeño contenedor de medicinas.
—¿Ese niño te cementó el trasero en el cubículo? —preguntó Penny mientras volvía a mirar el cubículo abierto—. Salgan de ahí, ustedes dos.
Slater y James instintivamente se arrastraron hacia ella, temiendo que también les golpearan. Sentados frente a ella, no pudieron evitar revisar qué más tenía en su mochila.
—Toma —Penny lanzó una bolsa de hielo a James y luego a Slater—. Sabes dónde usar eso, ¿verdad?
—Uh… —James miró la bolsa de hielo y rápidamente la presionó contra su brazo superior.
Cuando ella volvió a mirar a Slater, le hizo señas con el dedo para que se acercara. —Quítate la ropa y ven más cerca.
—¿Qué? —Slater se quedó helado, solo para ver cómo su expresión se desvanecía—. O — está bien. Voy a… quitarme… la… ropa…