[TRES AÑOS DESPUÉS]
Reencarnarse y empezar la vida de nuevo como una persona diferente era algo con lo que Penny se hizo a la idea rápidamente. Pero ¿revivir su pesadilla de vida? Le tomó bastante tiempo aceptar los fenómenos que la golpearon.
Masticando su chupete, Penny de tres años observaba a dos de los hijos de su tía tirarse del cabello. Estos pequeños diablillos gemelos solo eran unos meses mayores que ella. Era la razón por la cual siempre se habían aliado contra ella en su primera vida. Su vínculo era hacer que Penny se llevara la culpa o la responsabilizasen de todo para evitar la ira de su madre.
Ella solía llorar por eso, sentirse amargada, y estar profundamente celosa del amor que ellos recibían. Pero no en esta vida. Lo bueno de este fenómeno era que Penny entendía su lugar. No debería sentirse amargada porque, en un principio, Penny era una niña a la que su tía no quería cuidar. Simplemente no tenía otra opción ya que la madre de Penny murió durante el parto.
En otras palabras, no recibir ningún amor de ellos no debería ser una sorpresa. No es que anhelara su amor, afecto o atención ya.
Si acaso…
La comisura de la boca de la niña de tres años se curvó hacia arriba mientras sus ojos se posaban en la merienda sobre la mesa.
—Yugi —llamó ella, su voz adorable con un chupete aún entre sus dientes.
Yugi, el niño de tres años, la miró después de empujar a su malvada hermana gemela. Esta última empezó a hacer ruidos mientras sus ojos se llenaban de lágrimas.
—¿Qué es esto? —levantó su dedito—. El primero en responderme se hará más fuerte.
—¡Uno! —Yugi gritó con entusiasmo—. ¡Eso es uno!
—¿Y esto? —esta vez, Penny levantó los cinco dedos y luego otros dos de su izquierda.
La redonda cara de Yugi se veía seria mientras miraba sus dedos con ansias.
—¡Siete! —esta vez, Yuri contestó—. Es siete —uno, dos, tres… ¡siete!
—¡Wow! —Penny aplaudió impresionada, observando cómo Yugi lanzaba miradas furiosas a su hermana mientras Yuri apartaba la mirada tímidamente de él—. Yugi, ¿por qué miras a Yuri así? Acertaste primero, pero ella no te miró de esa manera.
Yuri sollozó y rápidamente corrió detrás de Penny.
—Penny, Yugi es muy malo. ¡Es un abusón! —sollozó Yuri.
—¡Y qué! —Yugi saltó y se puso de pie, manos en sus pequeñas caderas—. ¿Y qué si soy malo? ¡Yuri es demasiado débil y es más joven que yo! ¡Debería ser el primero en responder en todo!
Penny parpadeó inocentemente, cruzándose de brazos bajo su pecho.
—Pero yo también soy más joven. ¿Eso significa que deberías ser mi amo? —preguntó Penny.
—¿Qué? —Yugi parecía confundido.
—Yugi, parece que ya olvidaste tu lugar —frunció el ceño al ver cómo la altiva expresión en el rostro de Yugi se desvanecía—. Está bien. Te haré recordar quién es el jefe aquí.
Penny se empujó hacia arriba, casi cayendo debido a su peso. A diferencia de los otros dos, Penny había ganado mucho peso, a diferencia de su primera vida. En aquel entonces, apenas comía nada, la mayoría de las veces eran sobras de la familia. Pero ahora, Penny ya no era la niña llorona que dependía de lo que su tía le daba.
—Yugi, aquí vengo —dijo Penny.
—¡Lo siento! —Yugi de repente se desplomó de rodillas, frotándose las manos—. ¡Me equivoqué! Yuri, ¡también lo siento! ¡Me equivoqué! ¡Por favor no me golpees!
La sonrisa de Penny se extendió aún más mientras asentía con aprobación. Le lanzó a Yuri una mirada altiva mientras esta ofrecía una sonrisa tímida.
—Penny, ¿quieres mis meriendas? —preguntó Yuri adorablemente—. Te las traeré.
—¡No! ¡Yo lo haré! —se ofreció Yugi—. ¡Te traeré meriendas! ¡Espérame aquí!
Con eso dicho, Yugi corrió lo más rápido que pudo para ofrecerle algo de comer a Penny. Penny era la más temible cuando tenía hambre. Yuri, por otro lado, enfrentó a Penny con una sonrisa agradecida.
—¡Penny... es la mejor! —se sonrojó Yuri adorablemente—. Te daré la mitad de mis meriendas mañana para siempre. Solo asegúrate de que Yugi no me lastime.
Penny asintió tranquilizadoramente, dando unas palmaditas en su hombro. —No te preocupes, Yuri. Mientras yo esté aquí, nadie volverá a intimidar a ustedes dos —su sonrisa tranquilizadora se transformó en una sonrisa pícara—. Ahora, tráeme eso mientras esperamos a Yugi.
Yuri inclinó la cabeza hacia un lado, siguiendo donde Penny señalaba con la mirada. Sus ojos entonces aterrizaron en las meriendas sobrantes sobre la mesa.
—Oh... ¡esas son tus favoritas! —Yuri rápidamente fue a buscar la comida sobre la mesa, sabiendo que esto haría feliz a Penny.
Así había sido la vida de Penny durante los últimos tres años. En lugar de querer ser aceptada o tratada por su tía, Penny había estado entrenando a los gemelos para que fueran sus leales sirvientes. Su tía podría ser despiadada e insensible hacia ella, pero realmente se preocupaba por sus hijos.
Ese día, Penny comió hasta saciarse, ofrecida por sus leales sirvientes como su tarifa de protección. Sin embargo, en el fondo de su corazón, sabía que esto no era suficiente para sobrevivir los primeros trece años de su vida aquí.
*
*
*
Semanas después…
—¡¿Qué demonios estás haciendo?!
Penny giró la cabeza, solo para ver a su tía irrumpiendo hacia ella. Como una muñeca, su tía le agarró el brazo y la levantó de la mesa en la sala de estar.
Al ver que estaba jugando con fichas de mahjong, los ojos de la mujer brillaron con ira.
—¡Te dije que no son juguetes y que no deberías tocarlos! —gritó—. ¡Eso es! ¡No cenarás esta noche!
—Pero tía, ¡justo estaba a punto de ganar!
—¡¿Eh?! —la mujer frunció el ceño con disgusto—. ¡Estás jugando sola! ¿Qué quieres decir con
Se detuvo cuando escuchó el televisor. Mirándolo, se formaron profundas líneas entre sus cejas porque estaba transmitiendo un juego de mahjong.
—Tú eres... —se detuvo mientras miraba hacia abajo a Penny, dejando a la niña ir. Se sentó rápidamente y revisó las fichas de Penny, lanzando miradas al televisor antes de que sus labios se estiraran de oreja a oreja. Cuando posó sus ojos en Penny, la ira inicial que sentía desapareció—. Sabía que eras una listilla, pero quién iba a pensar que podrías ser más útil de lo que pensaba?
Si esto fuera una película infantil, este momento sería escalofriante o preocupante, un punto de inflexión en la vida del niño. Aún así, era un punto de inflexión para Penny.
A los tres años, Penny comenzó su carrera como analista de mahjong.
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