—Séptimo... Séptimo Joven Maestro —el cuerpo de Lu Zhi estaba rígido mientras forzaba una sonrisa—. ¿Por qué no dijo que vendría con antelación?
—Fu Yunshen, sin embargo, no le prestó atención, perezosamente enderezó su cuerpo, curvando sus labios con una sonrisa—. Qué coincidencia, niña.
—Ying Zijin volvió a la realidad y levantó la vista.
En ese momento, el hombre estaba ligeramente inclinado hacia adelante, con un tenue aroma de Jade y Agarwood esparciéndose desde su cuello, entrelazándose con su aliento de una manera cautivadora.
Sus ojos de flor de durazno eran profundos y apasionados, siempre gentiles.
Cuando miraba seriamente a alguien, casi podía ahogarlos con su mirada.
—Gracias... —apenas comenzó a hablar cuando él la interrumpió—. Al Gran Hermano no le gustaría escuchar esas dos palabras de nuevo.
—Fu Yunshen le palmeó la cabeza, alargando su tono—. Nos conocemos desde hace tanto tiempo, no hace falta tanta cortesía.
—La expresión de Ying Zijin se detuvo, "...".